En los últimos años, una palabra comenzó a circular por las redes, asociada a una tecnología que permite trasponer, en un video, el rostro de una persona sobre otra: el deepfake. Esta técnica, que usa redes neuronales y diversas herramientas para que un programa entienda que partes de una cara coinciden con otra, y simule cómo se verían en movimiento, cómo adaptar la expresión de un rostro en otro, el movimiento de la boca cuando habla, etcétera. Implica “alimentar” a esa herramienta con múltiples fotos o videos para que aprenda cómo es una cara en particular, cómo se verá desde diferente ángulos, que posición tendrán las cejas aún si ninguna foto o video las muestra en un punto en particular, etcétera. Cuanto mayor es el volumen de fotos o videos de los que puede aprender, más certera será la simulación.
Se usó primero con algunos videos pornográficos, donde se ponía el rostro de una actriz de Hollywood en el cuerpo de otra mujer teniendo sexo. Incluso una empresa ofrecía crear un video de este tipo a cualquier persona, que no tiene que poner el cuerpo, sino sólo el rostro.
También aparecieron en redes algunas cuentas que tomaban videos cortos y mostraban las posibilidades de estas técnicas, y también sus limitaciones iniciales: un humorista imitando a algunos actores y cambiando su rostro mientras pasa de un personaje a otro, Nicolas Cage actuando en películas en las que nunca estuvo, los candidatos presidenciales argentinos luchando contra la desinformación, y más.
En la Argentina también hay varios exponentes del tema, como un Leo Messi en el cuerpo de Ricardo Montaner, o Guillermo Francella en un aviso de Norberto Degoas.
Una mayor resolución lo hace más creíble
La limitación estuvo siempre en la resolución: la calidad con la que se puede generar la simulación, ya que a mayor calidad de imagen un desliz en el movimiento del rostro ajeno impuesto en una grabación anterior rompería la ilusión.
Esto no detuvo al usuario de Tiktok @deeptomcruise, que publicó tres videos en los que simula ser el actor Tom Cruise, imitando los gestos y la manera de hablar; los videos impresionan por la calidad de la imagen y porque no se nota la “costura” (donde termina la cara de Tom Cruise y empieza la del actor que puso el cuerpo, que es notoriamente más alto que el astro de Hollywood).
@deeptomcruise Sports!
♬ original sound - Tom
Este tipo de experimentos están atados a desarrollos que está aprovechando la propia Hollywood: Disney ya confirmó a mitad del año pasado que sus algoritmos podían generar deepfakes de mayor resolución a la usual. Esto tiene sentido para la industria: las técnicas para poner el rostro de un actor en el cuerpo de otro (un doble de cuerpo, o para terminar la labor de un actor fallecido) requieren una coreografía muy precisa, que esta tecnología elimina.
Por supuesto, esto tiene un costado oscurísimo: es posible generar un video en el que se le haga decir a un inocente cosas que nunca dijo, o se lo muestre en un lugar en el que nunca estuvo; a medida que va mejorando la resolución de los videos, se hará cada vez más creíble, y obligará a desconfiar cada vez más de cualquier foto o video que se ofrezca como prueba.