De simple no tiene nada
Una intención políticamente correcta (y comercialmente conveniente) que lo complicó todo; y no, no se trata del aviso de que los sitios usan cookies
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En aquel momento, muchos años atrás, supuse que se trataba de una anomalía pasajera, algo que las compañías que hacen software notarían pronto y corregirían. Le puse incluso unas siglas, en tono de broma: Simple, por Síndrome Multiplataforma Extendido. Si mi memoria no falla. Insisto, pasó hace mucho tiempo. ¿De qué se trataba?
Cuando esto de la computación personal arrancó, para guardar un archivo en el disco, apretabas Ctrl+S. No había mouse. No había interfaz gráfica, ventanitas, íconos o pantallas táctiles. Aprendimos así a hacer todo con el teclado, que con las décadas demostró ser el más eficiente para controlar un sistema. Y, en ese contexto, Ctrl+S, que venía de save, en inglés, salvar, en español, era claro y prácticamente universal.
Pero entonces, más que nada por razones comerciales, las compañías quisieron darle lugar a los idiomas nacionales. Me sonó raro, porque el inglés es la lengua de intercambio en Occidente hoy, como lo era el latín en la Edad Media, pero bueno, no recuerdo quién tiró la primera piedra y un buen día, en lugar de Ctrl+S, tuvimos Ctrl+G (por guardar). Cosa que no estaría del todo mal, si el cambio hubiera sido instantáneo en todas las aplicaciones.
Por supuesto, no fue así. De modo que de pronto ya no teníamos un solo atajo de teclado en todas las aplicaciones para guardar un documento. Teníamos dos: Ctrl+S y Ctrl+G. Como si uno no tuviera otra cosa de qué ocuparse, ahora era menester no solo recordar dos atajos (lo que no era super grave), sino en qué aplicación usar cuál.
El asunto no habría sido de verdad catastrófico si solo hubiera quedado en esto de guardar archivos. Pero no. Cuando vos querés localizar (esa es la palabra que se usa en la jerga informática, localizar), vas por todo. Así, Ctrl+A, que era el atajo para seleccionar el texto, la partitura, el video o el fragmento de audio completos (por all), se transformó en Ctrl+E, por everything. Si se preguntan dónde está el español acá, paciencia, que ya llega.
La historia es así, y es típica de cuando movés una pieza en un sistema muy cohesivo; de pronto tenés que mover todas las demás. Fijate. Para adaptar los atajos al español, a alguien se le ocurrió que Ctrl+O para abrir (por open, en inglés) no era lo suficientemente local, así que tomó prestado Ctrl+A, que, como dije, era el que se usaba para seleccionar todo. Por lo tanto, hizo falta pensar en otro para seleccionar todo. Ahí los diseñadores de interfaces chocaron de frente con los lenguajes humanos. ¿Qué sinónimos tenían en español para todo? Total, Completo, Entero, Íntegro. Ctrl+T no cerraba ni a palos, porque una consonante oclusiva sorda es muy difícil de asociar con la totalidad. La C ya estaba en Ctrl+C (copiar) y la I, que no era un mal candidato, seguía usándose mucho para las itálicas. Además, vamos, Ctrl+I no suena a “seleccionar todo”. Hace 50 siglos que usamos los sonidos del idioma para lograr atmósferas en literatura, pero recién ahora la industria informática se enteraba y no tuvieron más remedio que usar la E, por everything, que sigue siendo inglés, pero bueno, un detalle. Digamos que Ctrl+E es por Entero, y salvamos el día.
Eso sí, tras este cambio delirante, y para no hacérnosla enteramente llevadera, ciertas aplicaciones seguían usando Ctrl+O para abrir y a la vez usaban Ctrl+A para lo mismo. Otras usaban Ctrl+A para seleccionar todo, y por supuesto tenías las que habían adoptado Ctrl+E, pero no podías recordar cuál era cuál. Etcétera al cubo.
Por fortuna, y diría que gracias a la ayuda de los lares informáticos, tres atajos clave se salvaron de la hecatombe: Cltr+C, Ctrl+V y Ctrl+Z. Si no, todo esto del progreso técnico se habría detenido en seco y todavía estaríamos esperando Windows 98. Digo: andá a programar sin copiar, pegar y deshacer.
Como dije, aquella broma de 20 años atrás, el Síndrome Multiplataforma Extendido, no hizo sino empeorar con la llegada de los servicios en la Nube. ¿Cómo se hacen negritas? Hoy depende de la plataforma. Si estás editando en un procesador de texto posiblemente sea Ctrl+N, pero en un editor web podría ser Ctrl+B (por bold, como era en los orígenes). Razón por la que cada tanto venís embalado en el procesador de texto, metés Ctrl+B y terminás escribiendo en la cajita de búsqueda. ¿Y las itálicas? Depende. Uno esperaría que, si se trata de un prurito idiomático, siga siendo Ctrl+I, como fue en los orígenes. Pero no. En los procesadores de texto las itálicas pueden hacerse con Ctrl+K. Y también con Ctrl+I, ojo (al menos en LibreOffice).
Me encantaría decirles que la turbulencia se debió solo a la inconsistencia de los atajos entre las plataformas, pero no. Es más complicado. A veces, los programas no ofrecen atajos básicos. Por ejemplo, un editor web puede darte una combinación para negritas, para itálicas y para guardar, pero no para insertar links. Así que venís trabajando a máxima eficiencia, abriste una pestaña nueva con Ctrl+T (por tab), fuiste a la barra de direcciones con Ctrl+L (por location), escribiste la dirección, el navegador autocompletó, seleccionaste de nuevo con Ctrl+L, copiaste con Ctrl+C, y cuando vas a pegar el link en el blog, adiós, tenés que usar el mouse. Que es seis veces más lento que el teclado.
Hoy la virulencia de atajos se expande en las plataformas online, y por supuesto se multiplica hasta el infinito (o casi) a medida que uno usa programas para diferentes tareas. Por ejemplo, un software para editar sonido usará la W para rebobinar (por rewind). Y eso está bien, pero no se lo cuenten a nadie, para que no se les ocurra empezar a adaptarlo a los diferentes idiomas (¿Usaríamos R para rebobinar en español? Un momento: la R es universalmente usada como la tecla para grabar, por record). No sé si es del todo obvio, pero el problema de ponerse tan nacional con este asunto es que hay muchos idiomas. Muchos en serio. Y que el número total de teclas es limitado. Cierto, solo hablé aquí de Ctrl+letra. Pero recuerden que el escenario se puede poner mucho más oscuro cuando empezamos a usar Ctrl+Mayúsculas, Ctrl+Alt o, en el summum del virtuosismo, Ctrl+Mayúsculas+Alt (sí, tengo varios de esos). Y además Ctrl, Mayúsculas y Alt pueden combinarse con las teclas de función. O sea, si a esto le empezamos a sumar nuevas letras y, encima, cada programa lo hace a su modo, terminás completamente enajenado. En otras palabras, sufrís del Síndrome Multiplataforma Extendido.
Sí, señor, los atajos de teclado, que al principio usábamos para acelerar el trabajo y ser más eficientes, hoy se han vuelto un laberinto de combinaciones. Pero no todo está perdido. Un buen programa permite crear o personalizar dichos atajos, y ese es el lugar por donde empezar a curar este cuadro. Que de simple no tiene nada.
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