De la teoría de la ventana rota al fediverso: con Threads, Mark Zuckerberg apuesta por crear un Twitter diferente
Debutó Threads, el clon de Twitter, pero tiene algunas funciones diferentes con las que quiere superar los mayores problemas de la plataforma que hoy está en manos de Elon Musk
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Desde ayer está disponible Threads, el “Twitter de Instagram”. El nombre, Threads, alude a un distintivo de Twitter: threads, en inglés, son hilos, el nombre que se le da al encadenamiento de tuits, usado para sortear el límite de 280 caracteres por tuit (los usuarios pagos hoy pueden publicar 25.000 caracteres en un tuit). A propósito, el límite de un thread (o como se termine llamando la acción de publicar un contenido primordialmente de texto en la plataforma que es un clon de Twitter) es de 500 caracteres por posteo, y se pueden encadenar infinitas publicaciones, por supuesto.
Desde su debut el miércoles, y en poco más de medio día, la plataforma sumó 30 millones de usuarios registrados, según confirmó Mark Zuckerberg este jueves por la mañana. Y sin estar todavía disponible en Europa. Ayuda que solo hay que tener un usuario de Instagram, por supuesto, y que es el chiche nuevo de las redes sociales. No obstante, usuario registrado no equivale a usuario activo y comprometido con la plataforma, como saben en Telegram (o en Facebook). Así que es muy temprano para cantar victoria: todos llegaron a la fiesta nueva, y vienen de otra en la que alguna gresca le había quitado atractivo, pero falta que se pongan a charlar y bailar. Si se aburren buscarán entretenimiento en otro lado, aunque sea en la fiesta anterior.
Threads tiene 30 millones de usuarios, pero Twitter sigue ahí
Porque, además, Twitter sigue ahí, igual que ayer: ni se cayó, ni quebró, ni ahora es paga para todo el mundo. Podrá no ser una plataforma ideal, pero ya está ahí, ya funciona, ya está armada la red de usuarios interconectados que hacen circular, minuto a minuto, el contenido que hace central a esta plataforma, al menos para saber “lo que está pasando ahora”. Twitter tenía, en 2021, 206 millones de usuarios que usaban la plataforma a diario. A eso apunta Meta con Threads, que abrevará, idealmente, de los 2000 millones de usuarios de Instagram para poblar su red.
Threads es, indudablemente, un clon de Twitter, que apunta a disputar el mismo espacio que ocupa la plataforma que Elon Musk compró en octubre de 2022: ese ágora digital, esa plaza de pueblo virtual, ese centro global de chismes, noticias y divertimento. Pero aprendió (al parecer) de los errores ajenos, y lo plantea con dos cambios importantes.
La teoría de la ventana rota
Primero, Threads intentará evitar el escollo más grande que tiene Twitter a nivel contenido: las discusiones polarizadas, la violencia verbal, las agresiones de todo tipo, el trolleo, la turba digital. Esto no es exclusivo de Twitter, claro: Facebook también tiene mucho de eso. Pero en Twitter todo sucede a la velocidad de la luz, y la sensación es que (salvo que se haya tenido algo de cuidado a la hora de elegir a qué cuentas seguir) es un polvorín que puede estallar por cualquier cosa. Así que en Meta están aplicando, parece, la teoría de la ventana rota.
La teoría de la ventana rota parte de un texto escrito por los criminólogos James Q. Wilson y George L. Kelling en 1982. Está pensado como un método para frenar el vandalismo y el crimen urbano, y propone una idea simple: en un edificio con varias ventanas rotas, la probabilidad de que sea vandalizado es alta; si, por el contrario, tiene todas las ventanas sanas, el impulso para romperlas será menor. Lo mismo aplica a una vereda: si está limpia, cualquier papelito resaltará; si, en cambio, ya está muy sucia, a nadie le importará demasiado ensuciarla un poco más. Y no requiere de grandes actos (movilizar a la policía) sino de pequeños detalles que, en conjunto, terminan teniendo una influencia positiva mayor. La idea es que donde reina el orden y la pulcritud, la gente tiende a seguir esa pauta social, porque ignorarla (dejar todo tirado, gritar, ensuciar) es mucho más notorio en un ambiente donde todos la respetan. Esta postura, además, se potencia con el anonimato: una cancha de fútbol, por ejemplo, donde hay gente que se anima a gritarle a un jugador cosas que no le diría en la cara, etcétera.
Twitter es un edificio que ya tiene pintadas en las paredes, vidrios rotos, papeles en el piso. Venido a menos, diríamos. Sigue habiendo solidaridad entre sus inquilinos, y múltiples actos de bondad (Twitter está lleno de eso), pero también gente que le falta el respeto a los demás, que ignora sus derechos, que sostiene feudos insalvables, muchas veces ocasionados por un desconocimiento del otro antes que por una afrenta real.
Ocultar los mensajes que desvirtúan una conversación
Threads es, por ahora, un espacio amable para todo el mundo, y Mark Zuckerberg y Adam Mosseri (el jefe de Instagram) han dicho una y otra vez que tratarán de evitar que se transforme en lo peor de Twitter; que la intención es que Threads sea un lugar donde se pueden tener conversaciones medianamente civilizadas, donde disenso no es oposición. Difícil, sin duda (algunos dirán “imposible”). Zuckerberg fue claro en las primeras horas de Threads: considera que “tomará algo de tiempo, pero creo que debería existir una aplicación de conversaciones públicas con más de mil millones de personas en ella. Twitter ha tenido la oportunidad de hacerlo, pero no acertó. Con un poco de suerte lo lograremos.”
“Sería un error subestimar a Twitter y a Elon”, dijo Mosseri en una entrevista con The Verge. “Twitter tiene muchísima historia: tiene una comunidad muy fuerte y activa. Los efectos de red son increíblemente fuertes”, afirmó, en relación al mayor atractivo de Twitter (quiénes están allí, qué dicen, cómo conversan entre ellos).
Zuckerberg apelará a algo más que la suerte: trajo de Instagram la gestión de respuestas a una publicación; no sólo para definir quién nos puede responder (como en Twitter) sino que también permite filtrar mensajes y ocultarlos de la vista pública. La idea es clara: si todo el mundo se comporta y las reacciones a un posteo son civilizadas, el resto de los usuarios tendrá a comportarse de ese modo. Donde fueres, haz lo que vieres. No está de más recordar, no obstante, que puede fallar: lo saben estos ejecutivos por el nivel de toxicidad que manejan algunas conversaciones en Facebook.
Por supuesto, para que esto funcione el usuario tiene que tomar un rol activo en esta curación de reacciones, y hay quienes buscarán hacer exactamente lo contrario para lograr relevancia por oposición. Está lejos de ser un sistema infalible.
Zuckerberg lo explicó así en un thread: “El objetivo es mantenerlo amigable a medida que se expande. Creo que es posible y en última instancia será la clave de su éxito. Esa es una razón por la que Twitter nunca tuvo el éxito que yo creo que debería haber tenido, y queremos hacerlo diferente.”
El fediverso: un multiverso de redes sociales
La otra idea muy interesante que trae Threads es la de masificar el fedirverso, la palabra que se usa para denominar a la federación de universos sociales que debería ser la norma en internet. Hoy las diferentes plataformas sociales (Twitter, Instagram, Facebook, TikTok, Snapchat, YouTube) son, en mayor o menor medida, jardines vallados: sistemas propietarios donde el contenido que se publica en un lado no puede llevarse al otro de manera sencilla. Sí, se pueden linkear; si, es posible publicar por duplicado o triplicado. Pero ese contenido sigue quedando preso de esa plataforma en particular.
Threads es la primera aplicación masiva en dar soporte a ActivityPub, un estándar abierto que busca permitir que alguien de una red social pueda interactuar con otra sin tener que registrarse en la segunda. Y que, por ejemplo, un usuario de Mastodon (el pionero en el fediverso) pueda contestar una publicación de Threads desde su usuario de Mastodon, y viceversa. Es un poco como el correo electrónico: cada proveedor tiene sus virtudes (Gmail vs Hotmail vs Yahoo vs Proton Mail), pero un mensaje de correo electrónico puede ir de un servidor al otro sin problemas, ser visto, respondido, reenviado, etcétera. Y permite que si un proveedor falla (se cae Twitter) el resto del concepto (la conversación en tiempo real) siga funcionando en los demás proveedores.
En un futuro próximo (Meta no dio fechas) Threads dará soporte a este protocolo ActivityPub. Hoy se puede apreciar al ver, en cualquier perfil de Threads, que el usuario pertenece a Threads.net, algo a priori obvio (si está en Threads es de Threads...), pero que será relevante cuando en una misma conversación puedan participar usuarios de esa plataforma y de Mastodon, Bluesky o cualquier otra plataforma compatible.
Esa descentralización, opuesta a lo que históricamente propusieron Twitter, Facebook, Instagram y WhatsApp (que no permite, por ejemplo, enviarle un mensaje a alguien en Telegram) es una apuesta enorme por parte de la compañía, que siempre apostó por una app monolítica que permita tener un control absoluto sobre los usuarios y su contenido. Abrirla a una federación de proveedores le quita preponderancia, facilita la migración a otras fuentes sin perder el grafo social de usuarios seguidos y seguidores, etcétera.
La movida, según le dijo Adam Mosseri, jefe de Instagram, a The Verge, apunta a convencer a los creadores de contenido, que no tienen ganas de dejar toda su obra en manos de una corporación, “a ser más atractivos, particularmente ante los nuevos creadores, que están más enterados de esto, si somos un lugar donde no sentís que tengas que confiar en nosotros para siempre”.
Esta decisión, claro, es hija de la necesidad: es una ficha más para jugar en la misión que tiene Meta hoy de quitarle protagonismo a Twitter y erigirse como una alternativa. Pero aún así, si efectivamente se cumple, es una excelente noticia para quienes sueñan con una web en la que sean los usuarios los que tengan mayor control sobre los contenidos que generan y consumen.