De la mano de Eva Perón: probamos el juego de estrategia que quiere arrebatarle el trono al Civilization, el Ara History Untold
El título de estrategia por turnos es una gran noticia para los entusiastas del género; Eva Perón es una de las posibles líderes a elegir para armar nuestro imperio
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Sid Meier es el diseñador de videojuegos que más aportes ha realizado a los títulos de estrategias por turnos. No solo es toda una institución dentro del rubro, sino que ha sido un pionero al desarrollar reconocidas franquicias como Civilization, Colonization y Alpha Centauri, por solo nombrar algunas. Con 70 años de edad, el legado de Sid Meier no solo sigue creciendo (el próximo Civilization VII saldrá el año que viene), sino que ha inspirado el desarrollo de otros proyectos que han recogido el guante (muchas veces olvidado) de la estrategia por turnos. Ara History Untold es uno de estos juegos que se han inspirado en el trabajo de Sid Meier, lanzando un título necesario para mantener vivo un género en el que cada vez nacen menos franquicias.
El trailer presentación del juego
Una premisa conocida
La inspiración de Ara en Civilization se ve desde los tutoriales, necesarios e importantes para entender qué hacer en el juego. Al iniciar una partida nueva, deberemos elegir una civilización que tendrá un líder y a la cual deberemos mantener próspera para avanzar durante milenios. Para esto, deberemos apoyar a la comunidad elegida, elevando su reputación e implementando una amplia gama de mejoras, desde herrerías hasta centros de conocimiento, fortalezas imponentes, majestuosas catedrales y espacios recreativos, junto con fábricas modernas.
El ABC de estos títulos se basa, como no, en la prosperidad económica. Si no la tenemos, no podremos avanzar de época y tampoco invertir en construcciones. El sistema financiero está muy bien equilibrado y es de lo más destacado del juego: tiene una curva de aprendizaje fácil de entender, pero es lo suficientemente profundo como para que los más avezados en estos juegos puedan disfrutar del desafío.
Básicamente, debemos hacernos con los recursos del entorno natural. Una vez recogida la mercancía, se deberá decidir de qué manera crecerá la civilización; se pueden crear bienes y servicios para que la comunidad pueda acceder a ellos, festejar extravagantes celebraciones, así como destinar los recursos hacia la producción de armamento para fortalecer a las tropas del ejército, cuestión muy necesaria, ya que es muy difícil avanzar sin entrar en batalla (cualquier paralelismo con la realidad no es mera coincidencia).
Cada turno se desarrolla de manera simultánea para todas las naciones, por lo que, luego de hacer nuestros movimientos económicos, inversiones, construcciones y acciones militares, todas las civilizaciones del mapa realizarán su movimiento.
De la mano de Eva Perón
Como decíamos en los primeros párrafos, a la hora de comenzar a desarrollar una nación, deberemos seleccionar un líder. Los líderes seleccionables provienen de diferentes rincones del mundo y de diversas épocas de la historia. Desde líderes europeos como Julio César, Alejandro Magno, Otto von Bismarck, Carlomagno, Juana de Arco e Isabel I, hasta dirigentes de América Latina, dentro de los cuales se destaca Eva Perón, Benito Juárez y Simón Bolívar. También figuran líderes asiáticos como Wu Zetian, la emperatriz china; Ashoka, el dirigente hindú; y Genghis Khan. Por último, de África se destacan Shaka Zulu, Haile Selassie de Etiopía y Nefertiti de Egipto.
Si bien la selección de líderes es nutrida, hay que decir que por cuál optamos no es tan relevante como en otros juegos del género. Aunque cada uno ofrece bonificaciones que reflejan su estilo de gobierno (algunos son más agresivos, otros están enfocados en el comercio o la investigación de nuevas tecnologías), estas ventajas le dan una impronta diferente en el arranque, pero tiende a diluirse conforme avancemos en el juego, quedando todas las civilizaciones bastante igualadas.
Experiencia de juego
Más allá de las mecánicas explicadas antes, que son de manual en este tipo de juegos por turnos, es interesante analizar qué tiene para ofrecer Ara como título en sí mismo. En el juego no contamos con una historia predefinida; en su lugar, la narrativa se va construyendo a medida que se toman decisiones y se interactúa con las demás civilizaciones que se encuentran en el mapa. De esta manera, se va contando la historia del mundo entero. Un aspecto que no logra la profundidad necesaria es que no hay unidades específicas por cultura. Todos los jugadores pueden construir los mismos edificios y soldados, sin importar su origen. La única restricción es la disponibilidad de recursos y las mejoras tecnológicas, más que la civilización que se esté dirigiendo. Esto hace que todo se sienta homogéneo, sin unidades o construcciones que otorguen ventajas exclusivas. Como resultado, la estrategia para ganar es básicamente la misma para todos.
En cuanto a las condiciones de victoria, el juego gira en torno a un puntaje denominado prestigio que se otorga a medida que se construyen edificios importantes o maravillas, se expanden fronteras, se fundan nuevas ciudades, se ganan guerras, se descubren otras culturas o se investiga nuevas tecnologías. Además, el juego introduce desafíos ocasionales, como ser el primero en construir un monumento o alcanzar cierta población; todo suma puntos de prestigio. Al final de la partida, quien tenga más prestigio será el ganador. Es crucial mantenerse competitivo en esta carrera, ya que en Ara las partidas se dividen en tres etapas, cada una compuesta por cuatro eras. Cada vez que logramos avanzar a una nueva etapa, las civilizaciones con menos prestigio son eliminadas automáticamente, como si hubieran sido borradas del mapa.
Como decíamos en la introducción, un aspecto importante es la capacidad de construir bienes y servicios dentro de las ciudades, los cuales se pueden intercambiar o utilizar para mejorar la calidad de vida de los habitantes. Se pueden construir talleres que generen recursos básicos como comida, madera, piedra y dinero, pero lo interesante está en los edificios más avanzados. Por ejemplo, en la herrería se puede transformar materiales en lingotes de metal; en las plantas eléctricas, generar energía; y en las armerías, producir pólvora.
En cuanto al apartado técnico, Ara posee buenos gráficos y animaciones muy bien logradas. La contracara de esto es que la variedad de edificios y la identidad de cada ciudad construida son limitadas; casi todas las culturas se ven iguales a lo largo del tiempo, con pocas variaciones. En el aspecto sonoro, los efectos de sonido son correctos, y la narradora, que presenta los retos y describe a tu líder o las tecnologías que investigas, suena muy bien. Por su parte, la música acompaña bien cada momento del juego. También contamos con una amplia selección de idiomas, incluyendo el español, lo cual es un gran punto a favor.
Sobre el desempeño del juego, hay que decir que fue probado en dos equipos muy diferentes. Para la entrada de gama, lo testeamos con un procesador AMD Ryzen 5 8600G que tiene gráficas integradas y 16 GB de RAM, con el cual no tuvimos problemas de rendimiento al bajar un poco la calidad gráfica. Para jugar con todos los efectos activos y en resolución 2K, utilizamos un Ryzen 9 7950X junto a 32 GB de RAM y una placa gráfica de alta performance Radeon 7900 GRE.
En conclusión
Como indicábamos al principio, el lanzamiento de Ara se celebra por el solo hecho de que ayuda a revitalizar el rubro de los juegos de estrategia por turnos. Ha nacido una nueva franquicia que tiene cosas para corregir (como marcamos en la reseña), pero que ofrece muchas horas de entretenimiento para quienes disfrutamos de este tipo de títulos.
Ara History Untold está disponible para Windows, cuesta 36 dólares en Steam (la versión estándar; 58.473 pesos sumando impuestos) y se incluye en el servicio Game Pass de Microsoft; también se puede comprar para Xbox por 60 dólares.
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