¿Pueden las escuelas ser carbono-neutrales? ¿Qué pasaría si la escuela preparara a los alumnos para ser gamers o estrellas de esports? ¿Qué sucede con el uso de inteligencia artificial en las tareas educativas? Bett, la exposición de tecnología educativa más grande del mundo, es el espacio en donde estos y otros temas se plantean para repensar el mundo de la educación desde la tecnología. Gobiernos, empresas educativas y especialistas de más de 123 países se reunieron para compartir experiencias. El mundo enfrenta una crisis del aprendizaje, los sistemas educativos están conmovidos y si bien los países aumentaron considerablemente el acceso a la educación, estar en la escuela es distinto que aprender.
Por supuesto que el debate sobre el impacto de la Inteligencia Artificial (IA) fue la reina del encuentro, pero también estuvieron presentes algunas soluciones novedosas: las tecnologías impactan en todas las agendas, nos traen nuevas profesiones que requieren desarrollar habilidades nuevas.
¿Qué pasa con las metodologías de evaluación frente a estos desarrollos? ¿Cómo trabajar para que la inteligencia artificial complemente a la humana? Vibeke Gwendoline Fængsrud, fundadora de House of Math desde 2006, implementa IA para enseñar matemática. Diseñó una plataforma gamificada para que cada persona tenga la oportunidad de aprender matemáticas de manera que mejor le funcione. Junto con Dan Fitzpatrick, creador de The IA Educator, enfatizan que lo novedoso de lo que está sucediendo es la celeridad, pero esto no brinda espacio a quienes educan para procesar soluciones que se adapten a las aulas. Y para esto el rol educativo es clave: marcar el ritmo y el sentido de su uso.
Aún no existen mecanismos de transparencia ni acuerdos internacionales sobre el uso de los datos de los que se alimentan los algoritmos de AI, y esto es crucial en los ámbitos educativos. Jill Bronfman, editora en jefe de Common Sense, impulsa junto con varias personas educadoras EdSafe, una ONG que apunta a generar un compromiso global que debe ser trabajado en las escuelas con quienes diseñan esta tecnología, para lograr que las personas puedan decidir con conocimiento si utilizar o no herramientas como ChatGPT, y qué es lo que está en juego.
La tecnología cambia las formas de trabajo y hay ámbitos que pueden desarrollar habilidades hoy demandas y otras que están surgiendo para los empleos del futuro, como es el caso de los deportes electrónicos o esports. Algunas de estas habilidades son la flexibilidad, el trabajo con equipos multiculturales, la autoconfianza, y la capacidad para lidiar en ambientes tóxicos como los digitales. En primera persona, Emma Rose, gamer y fundadora de Iris project. cuenta cómo además estos entornos le permitieron desarrollar su nueva identidad no binaria, algo que luego pudo llevar al mundo presencial.
¿Por qué no empezar a introducir en los espacios educativos desde temprana edad los esports para desarrollar habilidades de empleabilidad y/o repensar qué es empleabilidad en el presente/futuro? En el Reino Unido existe la Unidad de Estrategia e Investigación dentro del Departamento de Educación gubernamental, que trabaja para desarrollar un enfoque estratégico a largo plazo hacia la innovación sostenible en las prácticas pedagógicas, las cuales están asociadas a la federación de esport, lo que hace una convergencia de instituciones para articular la currícula.
Las agendas se transforman y están impactadas por el mundo tecnológico en sí mismo y se articulan con el mundo presencial. ¿Estamos preparando personas para que busquen una solución a problemas como el cambio climático? ¿Podemos pensar en una educación que tenga una huella de carbono neutral?
Forum for the future propone aplicar un enfoque preciso y regenerativo que nos permita reconocer los límites del planeta, aportar valor de nuevas maneras, entender que los seres humanos somos parte fundamental de la naturaleza y, sobre todo, aprovechar la potencia formativa de la educación para transformar. Así es que con entornos digitales como el metaverso aplican desafíos para desarrollar soluciones creativas en las aulas, y así transformarlo en un betterverso (un juego de palabras entre better, mejor en inglés, y metaverso), con un propósito y objetivo de impacto.
El uso de la tecnología en el aula puede ser repensada para conectar con los problemas complejos de la humanidad, articular la educación con las agendas del presente y del futuro, para devolverle el lugar clave y vital que tuvo a lo largo de la historia.