De cazadores a hackers: los peligros del sedentarismo en la sociedad digital
Nuestro cuerpo está hecho para correr, y vivimos sentados
Vi el otro día un excelente documental en el Discovery Channel, prácticamente lo único que todavía despierta mi interés en la defoliada programación del cable. Trataba acerca de la obesidad y el efecto del ejercicio sobre nuestros estados de ánimo; en dos palabras, la actividad física aumenta los niveles de serotonina (un neurotransmisor), lo que a su vez reduce la ansiedad. En ciertos casos, la actividad física se ha probado útil frente a casos de depresión y ataques de pánico.
El programa remataba con una explicación tan simple como evidente: durante cientos de miles de años fuimos cazadores-recolectores. Caminábamos y corríamos todo el día, pescábamos, trepábamos, cargábamos, luchábamos a brazo partido. Nuestros cuerpos están hechos para esa tarea.
Un buen día descubrimos la agricultura y tomamos asiento. Y no nos hemos vuelto a levantar desde entonces; un desastre, para un organismo adaptado al movimiento y el ejercicio.
Sí, no se preocupe, todavía está leyendo el suplemento Informática. Ocurre que la tecnología tiene una gran deuda con el hombre. Nos ha dado mucho, pero nos ha ido escamoteando actividad física poco a poco. La tecnología de la información en general y las computadoras en particular han sido de las más nocivas en este aspecto. El trabajo del programador, el webmaster o el gerente de sistemas es uno de los más sedentarios del planeta.
Juegos de la mente
La computadora al mismo abstrae y exige una enorme concentración. Usted se sienta a trabajar en un programa, a configurar Linux, a editar una secuencia de video o música digital y no es improbable que cuando vuelva a mirar el reloj hayan pasado seis o siete horas. Quince o diecisiete horas por día es lo menos que insumirá un trabajo informático bien hecho.
Si no hay fallas de video o graves desviaciones de postura, quienes han mudado su ocupación tradicional a la PC -cada vez son más- descubren un aumento de productividad; pero esto casi nunca se consigue trabajando lo mismo, sino más.
Puesto que cualquier labor es mucho más llevadera con herramientas digitales, simplemente pasamos más tiempo en nuestras tareas. Si tiene cierta adicción al trabajo o realmente ama lo que hace, el escenario puede tornarse preocupante. Para mí no es raro pasar dos o tres días por semana cerca de veinte horas frente a la pantalla.
Así que, en total, la tecnología hace todavía más sedentaria a una sociedad que ha estado aquietándose durante nueve mil años.
La nota de tapa de esta edición está dedicada a las Olimpíadas de Sydney o, mejor dicho, a la tecnología detrás de los Juegos. Si observa las fotos del artículo, a partir de la página 10, notará un fuerte contraste: por un lado, el atleta que lleva su cuerpo y su mente al límite, tratando de extraer hasta la última fracción de segundo o de centímetro; por el otro lado, el operador de la terminal, sentado casi inmóvil frente a su monitor.
Culpar a las computadoras de este creciente sedentarismo o pretender retornar a la vida preurbana es injusto y disparatado. En la antigua Grecia, donde nacieron las Olimpíadas hace unos 3000 años, ya había sedentarios y atletas. Pese a los peligros que encierra, estar mucho tiempo quieto no es una enfermedad, es una regla de juego, no diferente de los riesgos que el clima o las fieras representaban para el cazador-recolector.
La cuestión es cuánta inteligencia estamos poniendo para enfrentar estos riesgos modernos. La verdad es que muy poca.
Parece como si toda la inteligencia quedara para los desarrollos intelectuales, desde el arte hasta la ciencia y la tecnología. Imagino que hasta los expertos que buscan la forma de que un atleta logre todavía más rendimiento lo hacen apoltronados frente a su estación de trabajo. Quizás incluso hemos perdido el espíritu original de los griegos respecto de los Juegos, pasando de la competencia entre atletas a la competencia entre cronómetros. Pero ésa es otra historia.
Para el resto de nosotros, el peligro solapado del sedentarismo nos amenaza a diario y no hay nadie que vaya a luchar contra él por nosotros.Sí, todavía está leyendo el suplemento Informática. Todos aquí amamos esta tecnología y pasamos la mayor parte de nuestras horas de trabajo con computadoras. Pero quiero invitarlo a que hoy salga a caminar un rato y piense seriamente en visitar a su médico y pedirle un plan de ejercicios. Luego póngalo en práctica y no lo abandone nunca más. Nuestros ancestros se ejercitaban de por vida, para sobrevivir. Cuando uno se entera de todos los males que causa el sedentarismo, no puede menos que pensar que hoy, también, ejercitarse sigue siendo una cuestión de vida o muerte.