¡Cuidado, ahí vienen más notificaciones!
Pasaré por alto WhatsApp. Es una especie de tsunami que arrasa con todo. Por fortuna se pueden silenciar los chats, en especial los grupos. Ya saben lo que se siente. Salir de una reunión donde no podías mirar el celular o despertarte de la siesta dominguera y encontrar que hay 496 mensajes sin leer. Ya está. WhatsApp es incorregible. Pero por fortuna todavía tenemos el bueno, viejo (nació en 1971) y mucho más discreto e-mail. Sí, no es broma. Estoy seguro de que más de uno ya está levantando una ceja sarcástica, pero el correo electrónico sigue siendo una herramienta formidable, en comparación con el volátil, espasmódico y perentorio WhatsApp.
Así que no voy a volver a decir que WhatsApp es genial para ciertas cosas, pero realmente desastroso para otras. En cambio, quiero contarles que en este momento está pasando por sobre mi cabeza (aproximadamente) la Estación Espacial Internacional. Me lo acaba de notificar mi teléfono, y se supone que si a uno le gusta la astronomía necesita saber eso, ¿no?
No, muchachos. Y por una razón elemental: es de día. Cierto, a veces, cuando pasa de noche y está despejado salgo a verla y, si tengo suerte, la identifico y todo. Pero el hecho de que me haya bajado la app ISS HD Live no quiere decir que quiera saber cada vez que la Estación pasa por sobre nuestras cabezas. La app es fantástica, en serio, y ya sé que puedo ir a Ajustes>Notificaciones y pedirle que no me avise cuando la estación está pasando por mi ubicación de día. Pero no debería ser una opción que venga activa de forma predeterminada.
También es cierto que, siendo de día, la app mostrará en ese momento nuestra región. Sin embargo, como ocurre en muchos otros órdenes de la vida, el problema está en la acumulación.
Por ejemplo, durante las últimas tres semanas hubo muchas tormentas en todo el país. Una de las apps que más me gusta, Imagen Satelital Argentina (ISA), creada por Germán Herrera, ocupa casi toda mi pantalla de inicio. De verdad, me encanta, y es de las primeras cosas que configuro en un teléfono nuevo. Pero en alguna de sus últimas actualizaciones empezó a mandarme alertas por tormentas fuertes en todo el país.
O sea que durante las últimas tres semanas, la barra de notificaciones se llenó de íconos de satélites (que simbolizan las alertas). Todo bien con un evento de clima extremo en Chubut o en Salta, pero salvo que estemos ante un fenómeno de las proporciones de, digamos, el Diluvio Universal, gracias, pero están un poco lejos para también estar notificándomelo. De nuevo, alcanza con abrir la app, ir a Ajustes y elegir las provincias sobre las que ISA alertará, e incluso configurarla para que los avisos cortos solo hagan referencia a mi geolocalización. Pero ya van dos apps por configurar, y se seguirán sumando.
A propósito, la superpoblada barrita me muestra el nivel de batería, la intensidad de la señal, si estoy conectado a algún dispositivo Bluetooth (o no), si hay alarmas activas (¿alguna vez no hay alarmas activas?) y, claro está, la hora. Pero sigamos con las notificaciones.
Uso desde hace mucho Macrodroid, una excelente app para automatizar tareas. Así, por ejemplo, cuando me subo al auto y se conecta a Bluetooth, silencia el audio de las (adivinen) notificaciones, para que no me interrumpan cada 44 segundos el programa de radio que estoy escuchando. Bueno, Macrodroid es genial y fácil de usar, pero, otra vez, ¿es realmente necesario que muestre, de forma predeterminada, la notificación de que se encuentra activo? ¡Por supuesto que se encuentra activo! ¡Es toda la idea!
Cierto, si por algún motivo hubiera quedado desactivado, no podría automatizar ninguna tarea. Pero, salvo en casos extremos, de onda lo digo, tampoco es que corra riesgo mi vida si alguna tarea no se ejecuta, ¿no? Otra vez, sería suficiente con que tales notificaciones estuvieran acalladas de forma predeterminada, en lugar de tener que ir a Ajustes y desactivarlas. Excepto porque la función de ocultar el ícono de notificación, en Macrodroid, "podría causar problemas en algunos casos" (SIC).
El problema es que con tantos avisitos al final es fácil perderse los que realmente nos interesan. Por ejemplo, las últimas noticias de la app de LA NACION. Esas sí tienen sentido, pero quedan sepultadas por notificaciones por completo delirantes (como que tengo la Estación Espacial Internacional sobre mi cabeza o que hay mucho tránsito en mi zona).
Me dirán que lo de mucho tránsito en mi zona tiene sentido, pero no. Primero, porque el teléfono probablemente sabe que a estas horas suelo estar más o menos quieto dentro de la Redacción. Segundo, porque por más que haya mucho tránsito en mi zona, si tengo que salir, como se dice, estoy fregado. Ahí está pasando de nuevo la Estación Espacial, salúdenla con la mano.
Y otra cosa más. Las notificaciones persisten. Sí, sí, ya sé que eventualmente desaparecen. Pero cosas muy importantes, como que hay apps cuya actualización debo autorizar, quedan ofuscadas por otras que son por completo innecesarias. En la pila de este traspapelarse constante está el que hace seis horas grabé una llamada (sí, las grabo todas), que tuve una reunión a las 15 (son las 17.57, ya fue), y el estado del tiempo, cosa que de todos modos me muestra un widget todo el tiempo en la pantalla principal. Pero hay más.
Para averiguar el nombre de un actor que había visto en una película, me bajé la app de IMDb (Internet Movie Database). ¡Para qué! Sus gestores están claramente persuadidos de que no hago ninguna otra cosa en mi vida que ir al cine y me avisa de todos los estrenos, me manda trailers, noticias y demás. Todo esto, naturalmente, va a parar a la barra de notificaciones, que en cualquier momento explota.
Estoy cocinando. Pongo un temporizador para que no se pasen los huevos duros o la pasta. ¿Y que hace la app? Pone otro iconito en la barra. ¿Qué sentido puede tener el notificarme de que acabo de poner una alarma que va a sonar en 12 minutos (los huevos duros) o 10 (la pasta)? ¡Si de todos modos va a sonar! Me notifica que me va a notificar. Incomprensible.
WhatsApp también echa mano de este recurso cuando se abre una sesión en alguna computadora. Por cierto, tenemos todas las redes sociales y el correo electrónico. Y Maps, que tan pronto me siento a tomar un café en un bar me pide que suba fotos y escriba una reseña. O que "responda unas preguntas rápidas" sobre el supermercado del que acabo de salir. La excusa es que "necesitan ayuda humana". ¿En serio, Google?
Tan insidioso es el asunto de las notificaciones que existe incluso una sección en Ajustes sólo para eso. Evítenlo. Uno puede pasarse todo el otoño revisando eso.
En Android 8 hay algunas mejores, por lo que estuve probando, pero nada que vaya a resolver el atasco de docenas de apps (me da miedo instalar más cosas, de hecho) notificando sus actividades en un espacio de 6 cm de largo por 4 milímetros de alto. Piedad, por favor.