¿Cuántas horas frente a la pantalla? Estrategias concretas para moderar el uso de los chicos de tabletas y celulares
Mariela Reiman, de Chicos.net, y Sandra Berta, de Banedi, explican qué medidas tomar para controlar el tiempo que niños y adolescentes pasan frente a una pantalla
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Argentina es el país de la región donde más temprano se le da un celular a un niño, con 9 años de edad promedio, según el último relevamiento realizado por Unicef y Google en 2020. Este dato coincide con las afirmaciones de los especialistas que sostienen que los chicos de hoy manifiestan muy pronto el deseo del celular propio.
Dada la magnitud de este fenómeno, está creciendo el número de investigaciones que intentan indagar acerca de los efectos que tienen las pantallas en los pequeños usuarios. Por ejemplo, el estudio Association between mobile technology use and child adjustment in early elementary school age, realizado en Japón, concluyó que el uso frecuente de dispositivos móviles en chicos de 6 años está relacionado con problemas de comportamiento debido al aislamiento social, la disminución de la capacidad de atención y la falta de aprendizaje a través de diversas experiencias.
Por otra parte, la investigación reciente Are mobile phone ownership and age of acquisition associated with child adjustment? A 5-year prospective study among low-income Latinx children, que examinó durante años el impacto del uso de los smartphones en niños latinos de bajos ingresos, reveló que la edad de adquisición del teléfono celular no afectó parámetros como la salud mental de los menores, las calificaciones escolares y la calidad del sueño. Sin embargo, sus autores sugieren que si bien puede haber beneficios en el uso de pantallas tales como el acceso a oportunidades de aprendizaje, también hay efectos más negativos que se observan en la pubertad, especialmente cuando se utilizan redes sociales. Frente a este panorama, los investigadores indican que habría que dejar de considerar solo la frecuencia y la duración del uso del teléfono inteligente para comenzar a evaluar la calidad de los medios en los que participan los niños.
Acciones concretas para regular el uso de pantalla en los niños
Por un lado, es difícil poner un límite al uso de pantallas porque estos dispositivos están dentro del entorno de la escuela y el hogar.
La neuropediatra Sandra Berta, que es creadora de Banedi, que es una herramienta digital en español que permite diagnosticar problemas cognitivos y de aprendizaje en niños y adolescentes de 4 a 15 años, da una serie de consejos para padres: “En primer lugar, compartir un tiempo con tu hijo implica estar conectado con él de muy diversas maneras: leyéndole un libro, comentando una película, compartiendo un juego o al realizar cualquier actividad que invite al diálogo y a la acción en conjunto, pero para que la estrategia sea exitosa durante el tiempo que se le dedique al hijo, el adulto no debe usar pantallas”. La especialista agrega otro detalle: además, el mayor debe estar dispuesto a ser paciente, creativo al momento de proponer actividades para realizar juntos y a no rendirse ante los primeros fallos en el intento para lograr el cambio.
Por su parte, Mariela Reiman, que es directora de Chicos.net, una organización sin fines de lucro que se dedica a promover los derechos de infancia en la era digital recomienda jugar en familia: “jugar a videojuegos o mirar videos es lo que más eligen los chicos. Por eso es buena idea acercarse y compartir estas actividades para descubrir y conversar en familia sobre lo que les gusta y lo que no, lo que es violento o un contenido interesante; es una manera de comenzar a reflexionar, formar criterios y fortalecer el consumo crítico de los medios digitales desde edades tempranas.”
Además, para crear acciones que perduren en el largo plazo, Reiman habla de la importancia de crear hábitos digitales saludables: “La crianza digital es algo que debemos promover desde los primeros años de vida de nuestros hijos. Para eso se puede tomar el criterio de las 3 C para evaluar el tiempo de pantallas: Contenidos (qué hacen), Contexto (cuándo) y Conexiones (con quiénes) ayudan a pautar de modo positivo el tiempo de pantallas. Así, la familia irá aprendiendo a gestionar la conexión, eligiendo momentos y espacios de conexión y desconexión de las tecnologías. Por ejemplo: dejar los dispositivos cuando estamos en la mesa, antes de dormir, en las salidas al aire libre, cuando estamos con amigos/as. También es importante evitar usar los dispositivos para que “estén tranquilos”. Esta dinámica y dependencia, tiempo después, se hace difícil de revertir”, completa.
Otra estrategia puede ser implementar zonas de la casa y horarios sin pantallas para promover la unión familiar y la realización de otras actividades. Por ejemplo, apagar los dispositivos a las 8 de la noche. Como cada familia puede tener necesidades particulares, lo ideal es analizar los requerimientos de cada caso y establecer un plan que guíe a los más chicos en el uso de sus dispositivos.