¿Cuál es la mejor manera de supervisar qué hacen los chicos en Internet?
¿Es posible acompañar a los niños en el mundo online sin herramientas de restricción de contenidos y monitoreo de actividades?
Internet es mar abierto para grandes y chicos. Sin embargo, los menores suelen recibir limitaciones. Aprender a nadar lleva su tiempo y, mientras tanto, hay herramientas de control parental (aplicaciones de bloqueo de contenidos, por ejemplo) que resultan esenciales para muchos padres. Pero, ¿qué pasaría si ese acompañamiento fuera sin este tipo de limitaciones?
Evangelina Cueto, pediatra, especialista en salud integral de adolescentes y miembro titular de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), se hace dos preguntas existenciales: “¿Existe el control sobre los hijos? Y si existe, ¿es efectivo perseguirlo como fin para la crianza?”.
En principio, el contacto con las pantallas debe tener limitaciones. SAP y la American Academy of Pediatrics (AAP), así como también otras sociedades científicas, coinciden en que la vinculación con pantallas debe retrasarse hasta, al menos, los 2 años de vida.
“Este consejo u orientación médica, se fundamenta en lo crucial que es la infancia para el neurodesarrollo y, por ende, el cuidado en cuanto a estímulos que merece el sistema nervioso central de un niño. Existe amplia bibliografía que documenta la relación entre trastornos por déficit de atención e hiperactividad y uso precoz y extendido de pantallas ”, señala Cueto.
Continúa: “Son múltiples los problemas oftalmológicos (miopía, hipermetropía, astigmatismo, síndrome de ojo seco, entre otros) vinculados con fijar la vista a distancia mínima y durante varias horas. La lista de problemas médicos es aún más amplia, e incluye sobrepeso/obesidad, depresión, cefaleas o contracturas musculares a edades tempranas”.
También hay un lado positivo, por supuesto. Desde la mirada de la salud, existen ventajas respecto de las capacidades cognitivas que desarrollan los niños con acceso a TIC. En este sentido, la pediatra destaca la importancia del acompañamiento como padres. “Acompañar significa brindar tiempo y, sobretodo, calidad de tiempo, es decir, disponibilidad para entrar en código y mirar de cerca los intereses de los chicos que, no pocas veces, se pueden combinar armoniosamente con los nuestros”, destaca.
Cueto es madre de niños de 4 y 6 años, y admite no usar herramientas de control parental. “Creo firmemente en el valor irremplazable que tiene la compañía del adulto cuidador, que puede ser presencial-directa en el caso de niños más pequeños, hasta simbólica en el caso de adolescentes”, finaliza.
Por su parte, Marcela Czarny, presidenta de la organización civil Chicos.net, no cree que el control parental garantice un buen desarrollo de los niños. No descarta usar alguna herramienta para, por ejemplo, bloquear contenidos pornográficos. Pero entiende que hay un camino más desafiante.
“Queremos chicos autónomos. Nuestra ideología es acompañar, empoderar, y no filtrar, espiar ni prohibir. No queremos hablar de control porque un padre que controla a un niño con una cámara en su cuarto, por ejemplo, no está confiando. Es necesario entender que los niños establecen sus propias pautas de cuidado”, señala.
En esta línea se encuentra Mercedes Acosta Quintas, 35 años, licenciada en ciencias de la comunicación, madre de dos niñas, de 7 meses y 11 años. “La más grande usa, desde hace algunos meses, distintas redes sociales. Fue un tema que hablamos mucho con mi marido y, luego de consultar con especialistas, decidimos no usar ningún sistema o software de control parental”, dice.
Confianza mutua
En su caso, decidieron qué red social podía usar su hija y cuál no. Optaron por Instagram, Musically y Snapchat, dejaron afuera a Facebook y Twitter. “Nuestra forma de regular el modo de usar las redes sociales es acompañándola y hablando mucho sobre el tema. En un mundo donde lo virtual gana cada vez más terreno, nosotros optamos por no prohibir sino generar una relación de confianza mutua pero con ciertas reglas ”, explica Mercedes.
Por ejemplo, su hija no puede tener un perfil público, cuando le piden una nueva autorización de amistad les muestra a sus padres quién es. “Ahí vemos si lo puede aceptar o no, gente desconocida o perfiles anónimos no permitimos; solo puede aceptar amigos y gente conocida. También hablamos de qué contenidos subir, por ejemplo, fotos que esté con el uniforme del colegio, no”, explica.
Al momento, los resultados han sido satisfactorios aunque es necesario recordar las reglas todas las semanas. “Mi hija está conforme, no se queja de que éste sea el modo. Asimismo, lo que pasa en el mundo online fomenta el diálogo en casa. Cuando va a hacer un vivo me avisa y trato de conectarme, y otras veces comparte conmigo contenidos antes de subirlos a sus redes”, confiesa la madre.
Sebastián Barbosa, biólogo y responsable de contenidos de TECtv, tiene una hija de 3 años y medio que mira contenidos por TV (cable y películas en DVD). Su exposición diaria a pantallas se encuentra entre una hora y media y tres horas (el promedio argentino para los chicos es de 5 horas diarias). Otro caso en donde, por elección, se decide no usar control parental.
“Hemos ido comprobando que si le decíamos solamente la orden, por ejemplo “eso no se ve”, a veces reaccionaba como si algo le molestara. Cuando dábamos la orden y luego la explicación, por ejemplo “eso no se ve ahora porque es para chicos más grandes”, entonces obedecía y además lo hacía con ganas”, cuenta.
“No sé si algún día usaré una herramienta para controlar. Tratamos de enseñarle a diversificar sus gustos y en realidad, primeramente, le abrimos otras opciones. Estamos muy presentes y leemos, jugamos y bailamos. La lectura, los juegos con sus juguetes y la música tienen mayor importancia que el consumo de contenidos audiovisuales para nosotros y para ella”, afirma.
El acompañamiento
Sebastián Bortnik, presidente de la ONG Argentina Cibersegura, está parado en una postura más determinante. “También es un límite que los chicos pequeños no usen cuchillo, no salgan caminando solos a la calle o no manejen un auto. Lo importante es que entiendan que son herramientas temporales. Al final del camino van a tener independencia sin controles para tomar las decisiones”, señala.
Destaca la importancia del acompañamiento de los padres en la educación. “Debe empezar desde el primer día, no cuando se dejan las herramientas de control parental, sino cuando empiezan a usarlas. Siempre decimos que los chicos necesitan alguien al lado ayudando y no alguien detrás espiando. Por eso la importancia de utilizar estas herramientas como medidas preventivas que complementen la educación, no que la reemplacen”, finaliza.
No hay trucos y cada niño es distinto. Sin embargo, el común denominador es la seguridad de los chicos. “No hay que ser ingeniero en sistemas para ayudarlos”, dice Gabriela Hadid, especialista en educación de usuarios en seguridad digital de Google para América Latina.
“Los contenidos inadecuados son publicaciones ofensivas, no aptas para menores y cada plataforma tiene ciertas políticas de uso. En las plataformas de Google, si hay contenido inadecuado, se reporta. En YouTube se puede activar el modo restringido en cada dispositivo para evitar contenidos violentos o adultos”.
Si el hijo y el padre mirasen contenidos en YouTube bajo el mismo usuario, es posible que aparezcan recomendaciones de contenidos inapropiados para el menor. En ese caso, dar reset al historial resulta una solución para evitarlos. Esto se vincula con el concepto de huella digital.
“Se refiere a los rastros que dejan las actividades que hacemos en la web. Es toda aquella información que se asocia con nuestro usuario. Esto nos acompaña toda la vida y es importante que los padres lo entiendan para transmitírselo a sus hijos”, concluye Hadid.
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