Complicada para importar, una pyme argentina compró 120 impresoras 3D para fabricar sus propios repuestos
Por las restricciones a las importaciones, emprendedores y pymes imprimen en 3D las piezas e insumos que necesitan. Lo que viene: manufactura digital, granjas de impresión 3D y bioimpresión de tejidos
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A partir de las dificultades para importar repuestos y piezas desde China para su empresa de pantallas LED, Javier Miranda, empresario pyme del Conurbano, no se quedó de brazos cruzados y se puso a imprimirlas en su propia fábrica.
“Tenemos 120 impresoras 3D con las que estamos produciendo piezas y repuestos que no nos están llegando de China por las complicaciones para importar: módulos y placas para las pantallas LED, unos tótems que inventamos para contener el sonido, y los logos en 3D de todos nuestros productos”, enumera el fundador de Grupo Uno LED, y asegura: “Cuando se solucione el tema de las importaciones, igual voy a seguir imprimiendo acá, porque esto nos hace autosustentables. Podemos disponer de los repuestos y productos cuando los necesitamos, sin esperar por trámites y embarques. Además, generamos fuentes de empleo en la Argentina en lugar de pagarles a los chinos, y dejamos las divisas acá”.
Así como Miranda, miles de empresarios y emprendedores de diversos rubros, desde electrodomésticos hasta odontología, ortopedia y talleres de bicicletas y motos, están recurriendo a la impresión 3D, ya sea con equipos propios o contratando el servicio. El fenómeno se aceleró a partir de las dificultades locales e internacionales por la crisis global en las cadenas de suministro como consecuencia de la pandemia y la guerra de Ucrania.
Para Gustavo Rodríguez, director de la carrera de Ingeniería Industrial en ITBA y consultor en Ingeniería, la impresión 3D está generando una nueva revolución en el ámbito industrial. “Esta tecnología, si bien tiene más de tres décadas de desarrollo, evolucionó desde el prototipado para pasar a la instancia de fabricación de productos. Ya no tiene sentido el traslado de repuestos desde un continente a otro, o acumular stocks de repuestos que podemos imprimir directamente en nuestras fábricas, bajando costos y tiempos de reparación y producción”, afirma.
Rodríguez destaca la aparición en varios lugares del mundo (principalmente en China), de “granjas de impresión 3D donde se fabrican productos, sobre todo en escalas intermedias”. Entre las ventajas respecto del sistema convencional de matricería, el docente y consultor destaca: “la flexibilidad, porque se pueden imprimir tandas de piezas de distintos colores y diseños, y la velocidad para hacerlo”.
Otro de los puntos positivos de la impresión 3D es la reducción de costos por la posibilidad de materializar objetos sin necesidad de tener un molde o matriz, lo cual implica una inversión importante. No obstante, esta tecnología necesita de un archivo 3D digital para poder replicar el objeto o pieza que se precisa. “Ese archivo se puede obtener escaneando en 3D la pieza que quiero replicar, la pieza que se rompió, que no consigo o tengo demoras para importar y esto me detiene la línea de producción”, explica el docente y consultor.
Rodríguez también destaca la necesidad de incluir las nuevas tecnologías de “fabricación digital” en la currícula de todas las ingenierías. “Hay varias tecnologías 3D para diversas aplicaciones”, explica. “Debemos identificar cuál es el requerimiento de esa pieza o producto para aplicar la tecnología que mejor resuelve esa necesidad”.
De las prótesis dentales a la bioimpresión de tejidos
Uno de los sectores donde más se está aplicando la impresión 3D es el de la salud. Desde piezas dentales y de ortodoncia, pasando por las prótesis ortopédicas que fabrica y distribuye Gino Tubaro (fundador de Atomic Lab) hasta la bioimpresión de tejidos humanos.
“La impresión en 3D es un enorme avance en odontología”, dice el odontólogo platense y especialista en Implantología Martin Villagra Abate. “Tener un scanner oral y una impresora 3D, me permite ofrecer más opciones a los pacientes y acelerar los tiempos de los tratamientos. Hoy lo uso para generar guías quirúrgicas de precisión para implantes, modelos para alineadores en ortodoncia, y otras piezas para las que antes dependía del taller de mecánica dental”, describe.
La startup Medical Design, creada en 2018 por un diseñador industrial y un estudiante de ingeniería electrónica en La Plata, imprime en 3D réplicas de órganos para hacer ensayos pre quirúrgicos. Y la firma Webio, creada por un emprendedor belga y dos franceses en Buenos Aires, se dedica a la “bioimpresión” de tejidos para ensayos en la industria farmacéutica, utilizando para ello “biotintas”, con las que pueden imprimir cartílagos y tejidos, con vistas a llegar a reconstruir órganos completos.
En tanto, Raomed, creada por médicos y biotecnólogos cordobeses, fabrica prótesis biocompatibles para personas con traumatismos o accidentes, a un costo diez veces menor que una pieza similar importada.
Nuevos empleos y negocios
La impresión tridimensional, que durante años se usó para hacer maquetas y prototipos, hoy se consolida en la fabricación de bienes de consumo. “Esto abre la posibilidad a nuevos modelos de negocio, impactando en el ámbito de la salud y en la producción y la cadena de suministro de bienes tangibles”, apunta Cristian Sandre, Responsable del Laboratorio de Manufactura Digital del ITBA, institución que realizó recientemente la feria tecnológica 3D Hub, en la que pudieron verse algunos de los desarrollos que ya se hacen en el país con impresoras tridimensionales.
“Si la impresión 3D se masifica, los consumidores podrán tener una en su casa y en lugar de venderles el producto físico, las empresas les venderán el plan 3D de lo que deseen comprar y el rollo de materia; y cada uno imprimirá en su hogar los objetos que desea o necesita. Suena a ciencia ficción, pero ya está ocurriendo”, apunta el docente y consultor Rodríguez.
En tanto, el empresario Javier Miranda reflexiona: “Las impresoras 3D nos permitieron no solo sortear los problemas para importar piezas, sino que antes de eso, durante la pandemia, las usamos para imprimir máscaras de seguridad que donamos a hospitales, y así mantuvimos a la gente ocupada y con esperanza. Hoy creamos un nuevo sector y contratamos gente para usar, mantener y reparar impresoras 3D. Mi idea es comprar más equipos y dejar de depender de las importaciones, para hacer productos 100% nacionales”.