Cómo un peluquero encontró un arma efectiva y ecológica para frenar los derrames de petróleo: el pelo humano
Mirando el derrame del petrolero Exxon Valdez, en 1989, el peluquero Philip McCrory tuvo una idea: probar con barreras hechas de pelo humano para capturar el líquido contaminante
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En 1989, un peluquero de Alabama (EE.UU.) llamado Philip McCrory tuvo una idea. Si la gente usaba shampoo para quitar la grasa de su pelo: ¿no podía funcionar a la inversa? ¿Usar el pelo -fuera de la cabeza- para capturar elementos contaminantes? Pensaba en el petróleo, un elemento muy difícil de controlar, sobre todo en derrames acuáticos como habían sucedido durante esa década: barcos llevando toneladas de petróleo que por un accidente volcaban su contenido al mar, dejando a su paso manchas de contaminación y aves empetroladas.
McCrory estaba viendo la cobertura en TV del derrame de petróleo en Alaska, en la zona de Prince William Sound (cuando encalló el petrolero Exxon Valdez en la zona), y le llamó la atención una nutria, cubierta de petróleo. “Pensé: si el pelaje del animal puede atrapar y contener el petróleo derramado, ¿por qué no puede hacerlo el pelo humano?”
El pelo humano es hidrofóbico (es decir, repele el agua) y oleofílico (absorbe aceites), un dato que la industria cosmética ha usado a lo largo de los tiempos para mejorar su aspecto. Pero ya cortado, puede tener otro uso. McCrory probó en su cada con 2,5 kilos de pelo de su peluquería, que puso dentro de una media de su esposa, formando una suerte de salchicha; lo tiró dentro de una pileta, junto con aceite de motor, y movió la salchicha para que fuera atrapando el aceite. “Logré atrapar la mayor parte”, declaró McCrory en 1998, al tiempo que explicó que desconocía si había precedente en el tema.
McCrory vivía cerca de un centro de investigación de la NASA en Marshall; fue hasta allí y logró reunirse con un grupo de científicos, que vieron potencial en la idea y comenzaron a investigar su eficiencia, con las primeras pruebas a fin de siglo pasado, y un uso más extendido en las dos décadas siguientes. En 2006 se usó en Filipinas, y lo mismo hicieron en 2020 los habitantes de la isla Mauricio, después de un choque entre dos barcos; y se ha usado en muchas otras ocasiones. No siempre es aplicable, no obstante: en enero último el gobierno de Perú le pidió a la población de su país que dejara de recolectar pelo, ya que no era eficiente para contener un derrame de 6000 barriles de petróleo en Ventanilla, en la costa peruana.
A finales de siglo pasado nació también Matter of Trust, una organización sin fines de lucro que (asociada con McCrory) recolecta cabello humano en Estados Unidos para generar madejas que sirvan para capturar petróleo y otros aceites; esta organización calcula que hay casi un millón de peluquerías en EE.UU., y que cada una puede cortar medio kilo de pelo por semana. Según le dijo a CNN Lisa Gautier, una de sus fundadoras, el pelo es una alternativa orgánica al otro método para limpiar petróleo, que son unas especies de colchonetas hechas de polipropileno, un material no degradable.
Aunque el pelo tarda muchísimo en degradarse, eventualmente lo hace, a diferencia de otras soluciones que usan plástico (que, dicho sea de paso, se hace a partir de petróleo). Y hay otra opción para disponer del que se usó para contener los derrames de petróleo (175 sólo en 2021, según autoridades estadounidenses, que liberaron 10.000 toneladas métricas de petróleo): quemarlo, con el petróleo que contiene, y usarlo como fuente de energía, recuperando así parte del valor inicial del líquido perdido.
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