Cómo Miss Sarajevo llegó a Misiones, y qué enseñanza dejó allí
En la ciudad de San Ignacio, Misiones, un profesor de Historia me cuenta lo difícil que es poder enganchar a sus estudiantes a la hora de enseñar las guerras mundiales. Nada más distante geográfica, cultural y temporalmente que ese contenido. Un día comienza a reparar que en los recreos lo que conquistó ese tiempo preciado son los videos de YouTube que miran en sus netbooks o sus celulares. Y ahí aparece la pregunta: "¿Cómo puedo conectar lo que tienen que aprender con lo que les interesa? ", y el escollo para responderla: en su profesión, nadie le enseñó a crear videos o usar plataformas digitales.
Hace tiempo que el mismo Prensky se retractó del término de nativos o inmigrantes digitales porque funcionó como la excusa perfecta de los adultos para ocupar su lugar en cualquier sociedad: acompañar a las otras generaciones en su recorrido formativo. Un educador no tiene que saber verdades cerradas, solo tiene que saber hacer las buenas preguntas: ¿qué? ¿para qué? ¿cómo? ¿con quiénes? Y así a este profesor se le ocurrió proponerle a sus estudiantes que en vez de láminas, maquetas o trabajos prácticos impresos, que solo acumulaban espacio y eran tirados todos los años después de las tradicionales exposiciones orales, hicieran videos de las guerras mundiales.
Para su sorpresa, cuando lo propuso en la clase nadie había creado videos tan elaborados, ningún estudiante sabía editarlos, solo usaban las posibilidades que ofrece cualquier red social. Eso, que consumían todo el tiempo, no sabían cómo ni quién o con qué objetivo lo había creado. Pero este video además tenía que tener un propósito educativo, y para eso el guión y sus contenidos eran fundamentales. A lo largo de dos semanas sus estudiantes presentaban propuestas de guiones con información que buscaban en internet y era parte de la evaluación: ¿cuáles eran las fuentes? ¿cómo llegaron a esos datos?
Una vez consolidados los guiones venía el desafío de pensar en lenguaje audiovisual: un video breve tiene que poder "hablar" a través de sonidos, imágenes, palabras y su tejido único. En esa traducción trabajaron arduamente los equipos de estudiantes mientras descubrían las funciones de editores de videos. Claro, equivocarse para ellos en lo digital no es un problema, menos lo es buscar tutoriales y preguntarse cómo habían logrado tal o cual efecto; el profesor decidió también evaluar cómo resolvían este nuevo aprendizaje en el que solo acompañaba con las preguntas de: ¿qué? ¿para qué? ¿cómo? ¿con quiénes?
Finalmente llegó el día ansiado: proyección en la clase de todos los videos, que variaban de formatos entre documental a animaciones, en todos se incluía algún guiño de sus creadores (desde incluir la banda sonora de Counter Strike hasta usar de fondo para el narrador el punto de encuentro de los jóvenes en la ciudad); de pronto el contenido se había hecho propio, cercano e interesante. A la hora de la devolución, el profesor les contó que buscando información para "justificar" la planificación de esta actividad se encontró con la siguiente historia.
En la ciudad de Dobrinja, Sarajevo, en 1993 un grupo de ciudadanos organizó un concurso de belleza en medio del conflicto que cobró más de 10.000 vidas, como una forma de jugar con la denuncia y la rebeldía ante el infierno que vivian a diario. Documentaron en video todo el proceso, en especial el momento final, donde las participantes (con una sonrisa perfecta y poses de modelo) despliegan un cartel que dice "No dejen que nos maten". Las imágenes se viralizaron (en tiempos en que la Internet era todavía algo precario) y en 1995, conmovidos por el videorelato, U2 junto con Pavarotti crean la canción "Miss Sarajevo". En este formato, la verdad y la belleza, en palabras de Emily Dickinson, son sin duda hermanas, y eso genera un relato al que hoy se puede acceder desde Youtube.
Pero "la guerra siempre encuentra una salida", remata el profesor, citando a Harun Farocki (Desconfiar de las imágenes); si bien pueden ser actos de denuncia como Miss Sarajevo, lo importante es "haber aprendido que estas imágenes capturan ideas y son capturadas por ellas". Por eso es necesario "restituir la identidad del ojo", que funciona hoy más que nunca como huella digital.
Convertirse en creadores de eso que siempre miran en sus pantallas les da una herramienta única para cuestionar ¿qué? ¿para qué? ¿cómo? ¿con quiénes? Quizás sea el mejor de los contenidos aprendidos.
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