Estos elementos son una herramienta científica que ayuda a recolectar datos para que luego los meteorólogos puedan pronosticar el tiempo. ¿Cómo son?
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Cada día, aproximadamente a las 6 de la mañana, Alejandro Arriagada se levanta para ir a trabajar. Llega al aeropuerto El Tepual de la ciudad de Puerto Montt, en el sur de Chile, para preparar “el vuelo”, como lo llama.
Cruzando la cordillera de los Andes, en el centro de Argentina, Víctor Oviedo tiene una tarea similar cada mañana en el aeropuerto internacional de Córdoba. Pero el vuelo que ambos preparan no es con una aeronave, sino con un globo. Arriagada y Oviedo son observadores meteorológicos y su trabajo es lanzar a diario a las 8 de la mañana hora de Chile y las 9 de Argentina un globo sonda que recolectará los datos de la atmósfera del día.
Estas mediciones sobre temperaturas, presión y humedad, entre otros, son clave para el trabajo global de los meteorólogos. ”La información que se saca de un radiosondeo es mucha y muy útil para todo lo que es la elaboración del pronóstico”, aseguró Oviedo a BBC Mundo.
¿Cómo son los globos sonda?
Son globos hechos de látex o caucho sintético (neopreno) que se inflan con hidrógeno o helio. Tienen diferentes pesos de acuerdo al tamaño y a la altura que se quiera alcanzar y en función del estudio que se busque realizar.
Los que usan Arriagada y Oviedo pesan unos 350 gramos y cuando se inflan, sumado a la sonda, pueden llegar a los 800 gramos, aproximadamente. Los globos, que comienzan midiendo entre 1,5 metros y 2 metros de ancho antes de ser lanzados, se expanden a medida que se elevan hasta unos 6 metros de diámetro por la presión.
Arriagada, que hace 30 años que trabaja en el servicio meteorológico de Chile, tiene una rutina para preparar el vuelo. ”Tenemos que inflar el globo con hidrógeno, preparar el equipo de sonda y conectarlo al globo con un hilo resistente de unos 50 metros”, detallo.
Los globos son lanzados y pueden desplazarse hasta unos 77 km de distancia y elevarse unos 35 km en la atmósfera. ”La primera capa de la atmósfera está aproximadamente a los 11 km de altura, que es donde vuelan los aviones, y este aparato puede llegar aún más alto, a la estratósfera”, graficó el observador meteorológico chileno.
Los sensores están conectados a un transmisor de radio que envía las mediciones en tiempo real a un receptor que se encuentra en tierra.
El equipo en la base, compuesto de antenas que se conectan a satélites, va siguiendo el vuelo minuto a minuto y va dibujando el perfil de la atmósfera en la pantalla. ”Los datos de las observaciones se entregan mediante una red que va por internet a diferentes puntos como la Dirección Meteorológica de Chile y ellos lo siguen distribuyendo internacionalmente”, explicó Arriagada.
Se trata de una red global de observaciones gratuitas de la Organización Meteorológica Mundial con datos que los científicos puedan utilizar en sus mediciones.
Las radiosondas, que son un poco más grandes que un celular, pueden pesar unos 250 gramos. También están equipadas con GPS, que permite a los científicos rastrear su posición, proporcionando información sobre la velocidad y la dirección del viento.
“El globo se eleva y se va ensanchando. Llega un momento, tal vez tras unas dos horas, en que se revienta y ahí se termina el vuelo”, detalló Arriagada.
Desde que el globo es lanzado hasta que explota recoge información continuamente. Luego la sonda cae convirtiéndose en un material desechable. ”En algunos sondeos se utilizan paracaídas para seguir recolectando datos de la radiosonda en la bajada”, explicó Oviedo, que es el responsable de la estación meteorológica aeronáutica del aeropuerto de Córdoba, Argentina, y que trabaja para el Servicio Meteorológico Nacional del país.
¿Cuántos lanzamientos hay?
Tal vez uno de los datos más sorprendentes sobre los globos sonda es que se lanzan diariamente desde unas 1.000 estaciones en todo el mundo. En Chile se hacen estos lanzamientos en al menos cinco estaciones meteorológicas todos los días. En Argentina también lo hacen desde ocho estaciones de altura a la misma hora. Otras estaciones en el mundo tienen asignadas otras horas para el lanzamiento.
Los especialistas advierten que es un procedimiento caro para repetirlo más veces al día. Una sonda tiene un costo aproximado de US$120. En Estados Unidos, por ejemplo, se realizan casi un centenar de lanzamientos de globos sonda en dos momentos del día. Y en determinadas condiciones meteorológicas extremas, como huracanes, suelen lanzarlos más veces.
Herramienta clave
Los globos sonda son una herramienta clave para recolectar información que se conoce como perfil vertical de la atmósfera. Es un dato en tiempo real que los analistas usan después para confeccionar una previsión.
“Me va a dar datos como a qué altura están los cero grados, también puedo saber a qué nivel se va a condensar el agua y se van a formar las nubes, hasta dónde van a llegar, turbulencia e inestabilidad de la atmosfera”, enumeró el especialista chileno. ”Es una herramienta clave para medir todos los datos desde la superficie hasta los 35.000 metros, que son unos 90.000 pies. Los aviones comerciales vuelan hasta 40.000 pies”, comparó.
La meteorología aeronáutica también utiliza la información enviada por el globo sonda porque confecciona los pronósticos para los vuelos de aviones.
¿Y los satélites no sirven?
Los satélites son otra herramienta que se usa en la meteorología. Toman fotografías a partir de las cuales los científicos pueden estimar también variables como la temperatura, la humedad, el viento y la presión. Además, muestran la posición de una tormenta o de un huracán, por ejemplo.
Sin embargo, no pueden hacer mediciones directas. ”Con frecuencia utilizamos los datos exactos de la radiosonda para calibrar las observaciones del satélite”, explicó el meteorólogo Sim Aberson, de la División de Investigación de Huracanes, en la página web de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.
La combinación de ambos permite hacer las mejores previsiones, garantizando la seguridad pública en caso de que se aproxime una tormenta.
¿Alguna anécdota?
Como Arriagada y Oviedo explican, pese a que el lanzamiento diario del globo sonda se transforma en una actividad rutinaria en la cual están entrenados, los accidentes pueden ocurrir. ”Un día dejé el globo amarrado en un galpón para buscar el equipo y cuando volví no estaba”, contó Arriagada. “Miré hacia arriba y estaba rebotando contra el techo. Y no pude alcanzarlo”, añadió riéndose.
Oviedo, por su parte, cuenta que el peligro que enfrentan cuando lanzan los globos a diario es el viento. ”El globo es muy poco maleable cuando está inflado y cuando salimos a liberarlo, si hay mucho viento, hay que estar a los tirones para que no pegue contra nada… Pero alguno nos quedó enganchado en un árbol cercano”, relató.
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