Cómo funciona Mi Reloj Interno, una app hecha en la Argentina para ayudar con los trastornos del sueño
La aplicación fue desarrollada por un grupo de científicas argentinas en base a una encuesta sobre hábitos de actividad y descanso surgidos durante la pandemia; brinda recomendaciones personalizadas para mejorar los ritmos biológicos
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Desde que se instaló la Covid-19, muchos hábitos de descanso, alimentación, trabajo, estudio y ejercicio se vieron alterados. Y esto llevó a un equipo de científicos del Conicet y distintas universidades a investigar estos cambios y buscar una solución. De este modo, en base a una encuesta entre más de 4000 personas, desarrollaron un algoritmo y una app para el celular, que bajo el nombre de Mi Reloj Interno, permite hacer un autodiagnóstico y recibir recomendaciones personalizadas para mejorar los propios ritmos de sueño y vigilia, así como el rendimiento laboral o intelectual.
La idea de desarrollar una app tiene que ver con que “hoy el celular forma parte de la vida de todos y nos pareció un buen vehículo para tomar conciencia sobre el reloj biológico y cómo mejorarlo”, comentó la bióloga Paula Cramer, una de las desarrolladoras de la aplicación.
El reloj biológico (o circadiano, como también se lo conoce) “es un mecanismo interno de nuestro cuerpo que nos impone ritmos de 24 horas”, explicó la investigadora. “La luz natural es su principal regulador, pero también inciden cuestiones externas como las rutinas escolares, laborales, sociales y de alimentación”, agregó.
La aplicación no tiene costo y puede descargarse de la tienda de apps para Android (estará para el iPhone más adelante). Al iniciarla, el usuario debe responder una serie de 40 preguntas sobre sus hábitos cotidianos y otras cuestiones, como género y edad, que le sirven al sistema para realizar un diagnóstico y recomendaciones personalizadas.
En su versión para Android, también cuenta con un sensor de luz que permite evaluar cuáles son los lugares de la vivienda o ámbito de trabajo con mayor luz solar para tomar decisiones sobre dónde ubicar los espacios de trabajo.
“Todos los datos que recopila la aplicación son anónimos -aclaró Cramer-. Utilizamos técnicas de análisis de datos y machine learning para desarrollar el algoritmo. Y cuantas más descargas y mayor uso tenga, mayor será nuestra capacidad para evaluar y recomendar hábitos para mejorar el funcionamiento de nuestro reloj interno en el futuro”.
Investigación aplicada
El desarrollo de esta aplicación forma parte del proyecto Desafíos cronobiológicos asociados al aislamiento social, seleccionado dentro de la convocatoria IP COVID financiada por la Unidad Coronavirus que integran la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) junto con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y el CONICET.
El equipo que llevó adelante la iniciativa estuvo liderado por Juliana Leone (CONICET, UNQ, UTDT) e integrado por Lia Frenkel (iB3, UBA), María Fernanda Ceriani (FIL) y Paula Cramer (Ministerio de Ciencia). A lo largo del proyecto colaboraron profesionales de distintas áreas como sociología, demografía, análisis de datos, sistemas y diseño para que la aplicación resulte atractiva e intuitiva en su uso.
“Este es un trabajo que comenzó con una investigación científica y se pudo plasmar en un desarrollo concreto como la app que hoy está disponible para el público”, remarcó Cramer.
Panorama de hábitos y recomendaciones
En cuanto a la metodología, la investigadora comentó que la encuesta inicial a 4000 personas de 13 años en adelante a lo largo del país se realizó mediante cuestionarios online y telefónicos, para asegurar una diversidad de rangos etarios y niveles socioeconómicos. Sus resultados permitieron trazar un panorama de los hábitos cotidianos de los argentinos, y realizar recomendaciones adaptadas a nuestra realidad y costumbres, ya que “si bien existen numerosos estudios sobre ritmos circadianos, la mayoría corresponden a países de latitudes y hábitos muy diferentes a los nuestros”, remarcó.
Uno de los hallazgos principales de esta encuesta inicial es el déficit de horas de descanso que presenta la mayoría de los argentinos. “Pero mejorar el reloj biológico no se refiere solo al tiempo de descanso, sino también a cómo programar los tiempos de estudio o de trabajo”, destacó Cramer. “Por ejemplo, se sabe que la mayoría de los adolescentes tienen hábitos nocturnos. Por lo tanto, no es buena idea que las clases del secundario empiecen a las 7 de la mañana o antes, cuando los chicos están dormidos y no pueden prestar atención. En países donde se atrasó el horario de ingreso escolar, mejoró notablemente el rendimiento, la atención, la salud y bienestar, y se redujo el ausentismo”, destacó. “Ojalá los hallazgos de esta investigación sirvan para programar mejor las actividades educativas y laborales de las personas”, deslizó.