Cincuenta computadoras en la palma de la mano
En 1990 usábamos discos rígidos de 40 MB. Costaban unos 300 dólares (500 de hoy), que pagábamos sin hesitar para sentir el vértigo de tan desmesurado espacio de almacenamiento: vamos, ¡eran como 35 diskettes todos juntos!
Sí, dije diskettes.
Y no, mi primera computadora no tenía disco duro.
De hecho, el primer gran avance fue añadir una segunda diskettera para poder tener cargados a la vez el sistema operativo y el procesador de textos ( el PC-Write , anoten).
En 40 MB guardábamos el sistema, las aplicaciones, nuestros documentos, los jueguitos y encima sobraba espacio. Por eso, cuando miro las cifras de los pendrives me viene como un mareo, una cosa de que la realidad se fracturó y no han transcurrido veintipico de años, sino, no sé, ¿cien?
Es que hoy llevamos pendrives de 2 o más gigabytes en el bolsillo, el equivalente a los discos rígidos de 50 PC como la que tenía en 1990. Ahí es donde me pongo a pensar, ¿por qué no viajar ligero y llevar la compu en un pendrive?
El procedimiento no es nuevo, en realidad, sólo que ahora la memoria flash ha bajado tanto de precio y se ha vuelto tan ubicua que podemos experimentar un rato y, quién le dice, sacar algo bueno para el día a día. Una computadora de bolsillo, por ejemplo ;)
Linux para llevar
La idea es sencilla. Las computadoras pueden cargar el sistema operativo desde un disco duro, un CD/DVD, la red o un pendrive. Lógico, es un medio de almacenamiento con los mismos derechos y obligaciones que los demás. En rigor, con más derechos que un CD/DVD, porque podemos escribir datos en él.
Todo lo que hay que hacer es grabar de forma correcta los archivos del sistema, convertirlo en arrancable o booteable , enchufarlo en un puerto USB, prender la computadora e instruir al BIOS para que lea primero el pendrive (antes que el disco duro o el CD o DVD).
Sí, lo bueno de esto es que podemos usar una computadora que en su disco duro tenga Windows instalado, y sin afectar para nada ese sistema. Es más, si está pensando en que lo ayudaría a salvar esos archivos que han quedado enredados en un Windows que se niega a arrancar, tiene razón. Aunque sea sólo para esto, conviene tener a mano uno de estos pendrives con un sistema operativo.
Dada su naturaleza plástica, libre y descentralizada, los sistemas portátiles se basan en Linux. Así que hay ventajas tanto para el usuario avanzado cuanto para el recién llegado.
Al primero le permite llevar cinco toneladas de herramientas administrativas en el bolsillo; por ejemplo, hay una distribución de Linux específica para probar la seguridad (llamada Backtrack; más sobre esto en un rato).
En el otro extremo del dial, los que quieren probar Linux sin correr los supuestamente horribles riesgos que este sistema implica (:S) pueden hacerlo a la velocidad de las memorias flash, en lugar de sufrir las demoras de las versiones live en CD o DVD, que tan mala prensa le hacen a este sistema operativo.
Por si todo esto no alcanzara, cuando terminamos de usar la máquina sólo hay que apagarla desde el menú correspondiente, desenchufar el dispositivo USB y llevarnos nuestra privacidad a otra parte.
¿Qué se necesita? Un pendrive, la imagen ISO de una distribución de Linux y una aplicación para transferir el sistema al USB y hacerlo booteable . Todo el proceso lleva no más de media hora, contando la descarga de la imagen ISO.
Entremés óptico
Puesto que me lo preguntan a menudo, aquí va la explicación: el nombre ISO viene de ISO 9660, un sistema de archivos para discos ópticos. Una imagen ISO es un archivo que se puede quemar en un CD/DVD y, al hacerlo, despliega los archivos y las carpetas que hacen al sistema operativo (o a cualquier otra cosa). Así que cuando bajamos una imagen ISO es para quemarla en un disco óptico o, en el presente caso, transferirla a un pendrive. Más información sobre los archivos ISO, aquí .
Cómo crear el pendrive con Linux
Se puede transferir la imagen ISO de un Linux al pendrive por medio de una serie de comandos de línea, y no es complicado para nada. Sólo es un poco incómodo tipear todo eso, así que vamos a sortear esa etapa echando mano de las aplicaciones que automatizan la creación de un Linux portátil. Hay varias. Para Windows, las más claras son, a mi juicio, Unetbootin y Universal USB Installer . Ambas son de software libre y ofrecen la opción de reservar un espacio para almacenamiento local de documentos en el pendrive (esto se llama persistencia ). A propósito, por limitaciones del sistema de archivos FAT32, el espacio local en el pendrive para guardar datos propios no puede ser mayor de 4 GB; sí, incluso si tenemos un pendrive de 16 GB.
En Linux puede usarse el Live USB System Creator .
El último ingrediente es la imagen ISO que transferiremos al pendrive para convertirlo, casi literalmente, en una computadora de bolsillo.
Las opciones, en el siguiente subtítulo.
Grandes Hits
El principal obstáculo para optar por una u otra distribución portátil es que, como ocurre con Linux en general, existen muchísimas.
De las que he probado, y basándome en dos criterios que tengo por muy importantes, mis favoritas son Mint y Ubuntu. Estos dos criterios son: a) que sea agradable de ver y fácil de usar, y b) que reconozca y configure la mayor cantidad posible de hardware (incluso lo más legacy ) sin mi intervención. Quiero enchufar y usar. Ambas, Ubuntu y Mint cumplen en ambos sentidos.
Para máquinas con menos recursos de hardware, Mint es más modesto en su uso de memoria. Recién instalado consume alrededor de 235 MB de RAM; Ubuntu, por su parte, usa 360 MB. Con todo, hay que decirlo, Mint se basa en Ubuntu y también tiene una versión basada en Debian (llamada LMDE, por Linux Mint Debian Edition ). Opciones light de Ubuntu son Lubuntu (usa 172 MB de RAM, recién arrancado) y Xubuntu (216 MB, en iguales condiciones).
Pero, ¿hay que quedarse en estas tres o cuatro?
Nah.
Mientras preparaba esta nota se me ocurrió que la experiencia de mis amigos en Twitter podía contribuir a crear una suerte de Grandes Hits de los Linux Portátiles (¡eso es rock geek y no tonterías!). Así fue y, en tiempo récord, me ofrecieron un listado de lo mejor del rubro. Para mayor comodidad, encontrarán las distribuciones más votadas y sus direcciones Web en una lista al final de esta nota.
Por ejemplo, conocí Slax, gracias a @ajolo , cuando pregunté en Twitter, y Grml, diseñada para administradores de sistemas, gracias a @akas84 . Otras dos recomendaciones para profesionales de sistemas fueron las de @deblike (Backtrack) y la de @mhoyos (MultiSystem).
Mint y Ubuntu, previsiblemente, fueron muy votadas en mi rápida encuesta online: entre otros, @FriendlyFayer , @nopodes y @Nabucodonozor24 le dieron su bendición a Mint; Ubuntu fue recomendada por @felipelerena , @elproferoman , @SLA_leandrin y @NibbleUnix . Otra gran distro de Linux, Fedora, en su versión 17, fue votada por @fcassia y @BrunoElMagno . Una tradicional distribución light, Puppy Linux, obtuvo los votos de @ese_mismo_ , @N1colas_ y @kilmesnet .
Otras dos que no conocía y que estaré probando en estos días: CrunchBang (sugerida por @nopodes ) y Slitaz (@N1colas_).
También aparecieron mencionadas Damn Small Linux, otrora muy activa ( @4lb0 ), y Jolicloud ( @gabrieltosar ).
A los que gentilmente contribuyeron con esta lista, gracias. Quienes quieran proponer otras, adelante, todas las sugerencias serán bienvenidas.
Los más votados (en orden alfabético)
Como dije, no obstante, hay muchas más (entre las estándar y las light ). Como el experimento es rápido, fácil e inofensivo, creo que vale la pena investigar y probar. Opciones no faltan y hasta un pendrive de 1 GB es suficiente para empezar.
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