Celulares para estirar, doblar o agujerear
LG presentará antes de fin de año un móvil con pantalla flexible, pero no es el único; varios organismos analizan las virtudes y limitaciones de tener un teléfono de este tipo
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Cuando Anne Roudaut , una ingeniera informática francesa nacida en 1982, explica las ideas que tiene en la cabeza, cualquier teléfono del mercado parece un fósil. En su laboratorio se persiguen móviles capaces de estirarse como la masa del pan para que sea más sencillo consultar un mapa y se conciben teléfonos cuyas esquinas se plieguen para servir de gatillo en un videojuego de disparos. También intentan desarrollar dispositivos en los que broten protuberancias a modo de teclado cuando el usuario quiera escribir con facilidad. Y aparatos que se conviertan en una esfera para servir de pelota antiestrés.
Roudaut, investigadora de la Universidad de Bristol (Reino Unido), desvelará hoy algunos prototipos, todavía muy preliminares, de estos proyectos, a los que considera un germen de la próxima generación de dispositivos móviles. Su equipo trabaja con materiales inteligentes, como los polímeros electroactivos, conocidos como "músculos artificiales" porque son capaces de cambiar su forma y su tamaño al ser sometidos a un campo eléctrico. También emplean las llamadas aleaciones con memoria, metales que recuerdan su forma original y pueden recuperarla al ser estimulados con cambios de temperatura o campos electromagnéticos.
Los resultados de su investigación se presentaron el sábado en París (Francia) en la CHI 2013 , una de las principales conferencias internacionales sobre interacciones entre humanos y máquinas. Roudaut presentará allí el concepto shape resolution, algo así como "resolución de forma": móviles capaces de cambiar su morfología en función de lo que el usuario esté haciendo con ellos.
Pantallas que se esconden
Su primera hornada de prototipos se denomina Morphees . Uno de ellos se dobla automáticamente cuando el usuario introduce una contraseña, por ejemplo en la web de un banco, para que nadie pueda cotillear la pantalla. Otro modelo pliega sus extremos para parecerse más a una videoconsola cuando se utiliza un videojuego. Morphees forma parte del proyecto Ghost , financiado por la UE para desarrollar dispositivos capaces de cambiar de forma.
"En general se necesitan entre 10 y 15 años para que un producto llegue al mercado pero, si conseguimos empresas que trabajen en sinergia con nosotros, podemos lograr que esto ocurra más rápido, dentro de entre cinco y 10 años", explica Roudaut. "Muchos dispositivos con pantallas táctiles flexibles llegarán pronto, en los próximos uno o dos años. Nosotros sólo somos el siguiente paso", opina.
Sus proyectos se enfrentan a desafíos tecnológicos. "Queremos que la parte de actuación esté totalmente incrustada en el material táctil, pero los actuadores [dispositivos que convierten señales eléctricas en acciones físicas] disponibles son demasiado grandes o no suficientemente fuertes para soportar el cambio de forma", reconoce Roudaut, que vive atenta a las últimas novedades salidas de los laboratorios de materiales inteligentes.
En busca de materiales más resistentes
"Necesitamos que los dispositivos sean resistentes, para evitar que los usuarios los rompan en unos minutos", recalca. Es lo que ocurrió con las primeras pantallas táctiles, que sucumbían rápidamente al implacable ejército de dedos de sus dueños. "Ahora tenemos pantallas bastante robustas. Tendremos que encontrar un equivalente dentro de los materiales capaces de cambiar de forma".
El equipo de la Universidad de Bristol también está interesado en investigar la porosidad y la elasticidad de los futuros teléfonos móviles. "La elasticidad permitiría cambiar el área del dispositivo, para que un teléfono puede incrementar su tamaño si quieres consultar un mapa y reducirlo para que quepa en tu mano cuando necesites hacer una llamada", detalla.
"La porosidad permitiría crear agujeros en la superficie del dispositivo. Todavía no estoy segura de para qué podríamos usar esta propiedad", admite Roudaut. Sus ideas, de momento, van todavía muy por delante de la realidad.