¿Cada cuánto renovamos el celular en la Argentina? Una frecuencia que cambió con los años
El rimo de renovación de smartphones en la Argentina pasó de 18 meses en 2016 a 30 meses en 2023: se demora el recambio porque la capacidad de los modelos más recientes tarda más en quedar obsoleta
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Decir que un celular, un smartphone, es una computadora de bolsillo es una obviedad, pero no siempre lo tenemos en cuenta. Entender que como una PC tiene una evolución similar (aunque no igual) ayuda a entender los datos del último estudio de Carrier y Asociados, que calcula en 30 meses (2 años y medio) el tiempo de uso promedio de un celular en la Argentina (si no se rompe o no lo roban, por supuesto). El número era de 18 meses en 2016; en esa época, el promedio mundial era el nuestro actual: cercano a los 30 meses.
No se trata solo de una comprensible reticencia a gastar dinero en un celular en un clima económico de incertidumbre: es, también, que los celulares han vivido una evolución similar a la de la PC, en la que el hardware (los componentes del teléfono) han mejorado, en estos años, más que las demandas que hace el sistema operativo. Lo mismo pasaba, hace unos años, con las PC: para poder instalar una nueva versión de Windows, por ejemplo, había que cambiar el equipo; o había que mirar los “requerimientos mínimos” y hacer cálculos sobre qué pieza actualizar. Hace años que eso ya no es necesario: Windows 10 funciona sobre equipos relativamente viejos sin titubear.
Algo similar pasó con los smartphones: al principio, en los primeros años después del debut del primer iPhone, cada renovación anual traía un salto de calidad que justificaba la compra de un equipo nuevo; además, los procesadores estaban al límite de su capacidad, por lo que actualizar el equipo le daba más margen para correr aplicaciones sin problemas. Eso ya no es así: el hardware mejoró muchísimo, y lo hizo a un ritmo mayor que los requerimientos de software: un smartphone hoy tiene más músculo que el que le exige el sistema operativo; cualquier teléfono que hace cinco años fuera gama alta, o un gama media de buen porte, corren las aplicaciones más populares (WhatsApp, Instagram, TikTok, etcétera) sin mayores inconvenientes. Seguro, el iPhone 14 Pro Max o el Samsung Galaxy S23 Ultra lo harán mejor que el resto. Pero no es necesario pagar 519.999 pesos por el Ultra (a propósito: hasta el 7 de mayo Samsung vende la flamante versión de 1 TB de almacenamiento al mismo precio que la de 512 GB, 565.999 pesos); con equipos más modestos, igual se podrán usar las diferentes aplicaciones sin falencias.
Eso es, por supuesto, una buena noticia: implica que la inversión en un teléfono puede amortizarse con más tiempo de uso, siempre que no se rompa o lo roben (aquí, quizás, es buena idea pensar en alguno de los seguros que Motorola y Samsung, entre otros, ofrecen en el mercado local para estos casos). También le da más valor al mercado de reventa: la venta de teléfonos reacondicionados a nivel mundial, por ejemplo, creció en 2022 un 5% respecto del año anterior, según Counterpoint (en el caso de Apple, pasó del 44 al 49 por ciento del mercado de usados; Samsung pasó del 28 al 26 por ciento, según la consultora).
Aquí toma otro valor la decisión de las diferentes compañías de mantener actualizado el sistema operativo de los modelos más viejos: iOS 17, por ejemplo, llegaría al iPhone X o Xs (equipos que ya tienen cinco años en el mercado); iOS 16 se puede instalar en el iPhone 8 y en modelos más recientes; Samsung ofrece cuatro años de actualizaciones de sistema operativo y cinco años de parches de seguridad; Motorola, dos actualizaciones de sistema operativo y tres años de parches de seguridad; Google, tres actualizaciones de sistema operativo y cinco años de parches de seguridad, Cada fabricante tiene su política, pero es un dato importante (aunque no debería ser excluyente; las aplicaciones mantienen la compatibilidad con varias generaciones de sistemas operativos) al momento de elegir un nuevo teléfono.
Aquí se aplicarán las dos estrategias clásicas para elegir un nuevo smartphone: o invertir en uno de alta gama que “dure más” (es decir, que sus prestaciones se mantengan como de primera línea por más tiempo, sobre todo la pantalla y la cámara), con el riesgo que implica arreglar una rotura o recuperarlo ante un robo; o ir por uno de gama media, invertir menos en la compra y tener margen para renovarlo o reemplazarlo con más frecuencia. ¿Cuál prefieren ustedes?