Buenas noticias para que los celulares flexibles superen su mayor desafío
Según todos los rumores, Motorola presentará esta semana su esperado Razr, una reedición del clásico de 2004 que trae de nuevo al mercado a los celulares con tapita, pero esta vez en un formato diferente: es un smartphone al que se le dobla la pantalla. Se unirá, así, al por ahora selecto grupo de fabricantes de teléfonos con pantallas flexibles: Samsung con el Galaxy Fold, Huawei con el Mate X, y ahora Motorola con el Moto Razr (Xiaomi, Alcatel y otras compañías han mostrado prototipos también).
El atractivo de los teléfonos flexibles es que el dispositivo de tamaño convencional se puede agrandar para transformarse en una tableta (como proponen Samsung y Huawei), o achicarse para ser más portátil (como lo diseñó Motorola). Logran esquivar el límite de tamaño que hoy tienen los smartphones: las pantallas ya perdieron los marcos y no se pueden hacer más grandes porque se vuelven incómodas.
Pero para lograrlo las compañías tuvieron que deshacerse del vidrio y optar por el plástico. Lo bueno de tener una pantalla de plástico es que, justamente, puede flexionarse y plegarse, hasta cierto punto. Lo malo, es que al perder rigidez también resigna dureza, y se daña con mayor facilidad: una uña puede marcar la pantalla, lo mismo que algún grano de polvo.
Ese es el desafío a largo plazo que enfrentan estos dispositivos: soportar el uso diario, vivir en el bolsillo, ser manipulados por manos que no están prístinas, mientras estamos comiendo, etcétera. Como decía un ejecutivo de Motorola hace unos meses, al momento que lo sacás de la caja ya se está deteriorando.
La promesa, por supuesto, está en encontrar un material que sea flexible como el plástico de estas pantallas, y que las proteja como el vidrio. Y es en vidrio, parece, que está la solución. Corning, la compañía que fabrica el vidrio endurecido que protege a la mayoría de los 1400 millones de smartphones que se venden al año, presentó hace unos años a Willow (sauce, en inglés) un vidrio que, justamente, se dobla y no se rompe, pero que por su proceso de fabricación no se puede usar en smartphones. Pero espera tener algo listo para los próximos años.
Volver al vidrio, pero ahora ultradelgado
Ahora Samsung firmó un contrato de largo plazo con Dolnsys, un fabricante coreano que logró hacer un vidrio de entre 100 y 30 micrones de grosor; esta delgadez le permite ser flexible, según adelanta ETNews, y proteger la pantalla detrás, lo que habilitaría a que el Galaxy Fold 2 use este vidrio en su cara interna (donde está la pantalla grande) y resista mejor el trajín cotidiano. Llegaría al mercado en algún momento de 2020. Otro fabricante alemán, Schott, también tiene un vidrio ultradelgado y flexible. En ambos casos, no obstante, no está claro cómo sobrevivirán una caída, y cuál es el radio de flexión que admiten: ninguno puede doblarse como el papel (la poliimida que se usa en las pantallas flexibles actuales tampoco), y eso influye en el diseño de los equipos. El Galaxy Fold, por ejemplo, tiene espacio en el lomo del teléfono para no forzar esa curvatura; así también es el Razr de Motorola; Huawei hace lo mismo con el Mate X pero poniendo la pantalla en el exterior del teléfono, lo que evitar forzar la flexión.
Si en 2020 finalmente el vidrio llega a los smartphones flexibles, será un salto fundamental para generar atractivo en estos dispositivos. No es mucha la gente que está dispuesta a pagar entre 1500 y 2500 dólares por un teléfono que puede ser revolucionario y muy atractivo, pero que por ahora es bastante frágil.
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