Cómo el dominicano Robbie Cabral creó un candado que se abre con la huella dactilar
LAS VEGAS.- Robbie Cabral es dominicano, músico, y un día de 2014, viviendo en Los Angeles, dejó su trabajo por otro. A los seis meses lo echaron. Ese mismo día, a la noche, nació su hija. Cayó en un pozo depresivo, subió 25 kilos y, después de un tiempo, decidió que tenía que recuperarse. Así que se anotó en un gimnasio para hacer ejercicio por la noche.
Allí notó que mucha gente tenía problemas con los candados de los casilleros: no recordaba la combinación, perdía la llave... y entonces tuvo la idea: usar la huella dactilar como llave. Le dio vueltas, buscó si alguien ya la había hecho, se convenció de que era una buena idea, y puso manos a la obra, pero se encontró con su primer problema: lo suyo siempre fue la música y el marketing, no la tecnología. "Me dije ok, si yo tengo esta idea, cómo la pongo en práctica. Así que busqué en Internet -le explica Cabral a LA NACION en su stand en la feria CES 2019 -. Fui a muchos lugares en Los Angeles, y nadie quería hacerlo. Decían que era muy caro el prototipo, que no iba a funcionar."
Al quinto o sexto ingeniero que consultó encontró uno que, a regañadientes, accedió a hacer un prototipo. También logró validar su patente sobre el candado Benjilock, que se abre con una llave convencional o con una huella dactilar.
Con el primer desarrollo vino a la CES 2017 a mostrar su invento. Pero le preguntaban dónde se podía comprar... y él no tenía respuesta. Para juntar algo de dinero pasó por Shark Tank, un programa de televisión estadounidense en el que varios participantes buscan inversores, y lo logró: recibió una inversión de cien mil dólares y su paso por la TV hizo que le producto se hiciera conocido, y formó una sociedad con Hampton, una firma estadounidense que se dedica a cerraduras y otras soluciones de seguridad.
Todos los candados se pueden abrir también con una llave; la batería que da vida al sensor de huellas digitales -y que tiene una autonomía de seis meses o más- se recarga por microUSB. Los datos de la huella, por supuesto, están encriptados. "Siempre quisimos que tuviera llave, y evitamos el Bluetooth, que traía problemas de seguridad -advierte-. A veces la tecnología va más rápido que la gente; la gente ya sabe usar una llave y, por los celulares, un sensor de huellas digitales".
Hoy Benjilock tiene dos versiones: para una valija, capaz de almacenar cinco huellas (aprobado por la TSA), o una versión para casilleros, más robusta, que guarda diez huellas (y tiene un precio de 70 dólares en EE.UU.). Cabral ya prepara una alternativa para usar en las bicicletas.