Barcelona bajo cero, y con campeones inesperados
BARCELONA.– El jueves cerró sus puertas hasta el año próximo la tradicional feria de tecnología móvil conocida como Congreso Mundial de Móviles. Con más de 100.000 asistentes y un clima inusual (el frente helado proveniente de Siberia conocido como "la bestia del este"), la exposición mostró, como en otros años, los teléfonos más avanzados del mercado.
Y también como ocurrió en otras ocasiones, hubo un campeón esperado y otro inesperado.
El previsible fue el Samsung Galaxy S9, subido al éxito de ventas del modelo anterior (de hecho, tiene casi el mismo diseño, y solo mejora –que no es poco– los componentes internos). Se puede discutir si su cámara con apertura variable de diafragma (una novedad para el mercado de los celulares, pero el estándar de las cámaras profesionales y semiprofesionales, para controlar cuánta luz llega al sensor) es mejor o no que lo ya disponible; habrá que esperar al 16 de marzo en el mundo –o a mayo en la Argentina– para analizar el tema en detalle. Pero, sin duda, fue el lanzamiento más fuerte de la feria.
Pero no fue novedad. Se preveía que sucedería, por lo que los competidores directos de Samsung prefirieron correrse, dejarle espacio y guardarse sus lanzamientos para más adelante.
Huawei
No todos, claro, pero sí lo hizo Huawei con el P20, su smartphone estrella, que mostrará al público a fin de marzo, en un día en que no tendrá que competir contra otro dispositivo por la atención de la prensa. De paso, tomó así distancia del desplante que sufrió en Estados Unidos, donde los acuerdos con las operadoras de ese país para vender el Mate 10 Pro (su móvil más avanzado) se cayeron un día antes del anuncio por presiones políticas.
LG y Sony
También dio un paso al costado LG. El año pasado presentó el G6, un equipo muy interesante que quedó sepultado por la aplanadora Galaxy. LG está, además, en un momento de introspección. Confirmó que prefiere anunciar los teléfonos nuevos cuando estén listos y no cuando una feria lo obligue. Su próximo smartphone de gama alta llegará, quizás, en junio.
Con la vía libre, Sony aprovechó para mostrar sus nuevos Xperia XZ2. Su mayor cambio está en el diseño. La firma japonesa abandona el diseño de bordes rectos que usó en los últimos años por otro con un dorso redondeado y pantallas alargadas, como la que popularizó el Galaxy S8, y que en la feria pudo verse presente en toda clase de teléfonos y precios.
El Xperia XZ2 tiene, también, la capacidad de grabar en cámara ultralenta: 960 cuadros por segundo en FullHD.
De más está decir que tanto el Xperia XZ2, el Galaxy S9 y el futuro Huawei P20 comparten hardware de primera línea; a la vez, el procesador, la memoria RAM o la resolución de la pantalla son cada vez menos importantes para evaluar un teléfono de alta gama. Es raro que no sean de primer nivel.
Nokia
Esta, otrora imparable, fue otra compañía con novedades e intentó, como el año último, robarse la feria con un teléfono celular convencional, pero remozado. En 2017 fue el mítico 3110. Esta vez fue otro menos popular, pero cargado de significación: una nueva versión del 8110, el teléfono que usa Neo en The Matrix. También amplió su línea de smartphones Android con la estrategia que le dio buen resultado el año pasado. Esto es, apostar por el diseño y por ofrecer un Android puro. De hecho, ahora todos sus teléfonos son parte de la plataforma Android One, hecha en estrecha relación con Google, en la que la actualización del sistema operativo está asegurada por dos años.
Para pocos
¿Y el campeón inesperado? Fue el Vivo Apex, el teléfono del que todos hablan, pero que casi nadie pudo ver. La compañía hizo el anuncio oficial mostrando el prototipo, se los prestó a un selecto grupo de periodistas especializados, y se lo llevó de nuevo a China. Lo singular de este teléfono es el diseño: el 98 por ciento del frente lo ocupa la pantalla, mucho más que en los equipos de Apple o Samsung, que rondan el 84 por ciento. Es, literalmente, un teléfono todo pantalla. Tanto, que no quedó lugar para la cámara frontal, que es una suerte de periscopio que emerge del teléfono cuando el usuario lo requiere. Y algo más: el sensor de huellas digitales está integrado a la pantalla. Toda la mitad de la pantalla es un sensor: detecta la huella donde sea (y queda invisible cuando no se lo necesita). Incluso es posible usar dos huellas en simultáneo para una identificación biométrica más sofisticada.
Sacando los teléfonos (y hubo muchos más) la feria estuvo signada por la llegada del 5G, y su promesa para traer una velocidad de conexión enorme, con una tecnología que todavía no está del todo resuelta; y 2020, que es el año elegido para el debut comercial, ya no queda tan lejos. De hecho, está a la vuela de la esquina.
Internet de las cosas
Pero además crece la discusión de para qué se necesita el 5G. Al ser un tipo de conectividad pensado más para conectar máquinas que personas, le falta el gancho comercial para el gran público.
Con el 4G el argumento era tener en el teléfono una conexión de similar capacidad a la banda ancha fija; aquí es mucho mayor el ancho de banda disponible, pero no está claro con qué se ocupará. Los asistentes más experimentados a esta feria que nació en 1987, notan, sin embargo, que con cada salto tecnológico pasó lo mismo: nadie sabía muy bien para qué usar tanta capacidad, y luego el ingenio popular hizo el resto.
Dimensionar el mercado puede ayudar a comprender de qué se habla cuando se piensa en el 5G. Se venden 1800 millones de teléfonos al año. Hay 5000 millones de usuarios y –este es el dato de color más reciente– hay 7800 millones de líneas en uso en todo el planeta, contando las de los teléfonos, las tabletas, los relojes conectados, los autos, etcétera. Para 2025 (de nuevo, aquí nomás) serán 10.000 millones. En ese contexto, 5G empieza a cobrar sentido.
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