Así es el metaverso que prepara China: alta tecnología para limitar la subversión
Pekín está organizando a la industria para desarrollar su versión de un entorno digital al que vincula con su seguridad nacional
- 8 minutos de lectura'
El Gobierno chino no parece dispuesto a dejar pasar el tren del metaverso, ese mundo digital inmersivo todavía por construir que prometen empresas como Meta. La idea que prevalece en los altos despachos de Pekín no es competir contra EE.UU. para ver quién logra liderar esta nueva carrera, sino confeccionar un metaverso doméstico a la medida del Partido Comunista Chino (PCCh). Uno que permita a las compañías competir en el plano tecnológico, clave en la estrategia de futuro del gigante asiático, y que a la vez no altere lo que el Gobierno llama “paz social”.
La maquinaria estatal ya ha echado a rodar. Solo el año pasado se registraron en China más de 10.000 marcas comerciales relacionadas con el metaverso, frente a las menos de 1000 de 2020 o 2019. Y en lo que va de 2022 ya han solicitado registro 16.000 más. Tencent, Alibaba y Baidu, las big tech patrias, están invirtiendo fuertemente en ello, aunque sus cifras están todavía lejos de las de Meta o Microsoft. ByteDance, creadora de TikTok, la plataforma de videojuegos BiliBili y la desarrolladora de gafas de realidad aumentada Nreal son otras de las que están tomando posiciones. Morgan Stanley cree que el mercado del metaverso chino (o chinaverse) alcanzará los ocho billones de dólares y JP Morgan estima que moverá unos 135.000 millones de dólares antes de cerrar el año.
El pistoletazo de salida oficial lo dio el CICIR, un importante think tank chino, en octubre del año pasado. Pocos días después de que el CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, hiciera pública su apuesta total por el metaverso, el centro de estudios publicó un informe que examina los desafíos para la seguridad nacional que plantea este nuevo entorno, en lo que se considera el primer pronunciamiento oficial del PCCh sobre el asunto. “Tendrá un importante impacto social, político y económico en los países”, incluyendo la “seguridad política y cultural”, y “podría provocar cambios importantes en la estructura social”, se lee en el documento. Conclusión: hay que estar ahí, pero conviene que esté bien controlado.
Ese mismo mes se constituyó el Comité Profesional de la Industria del Metaverso, un organismo con el que el Gobierno coordina a científicos y a unas 150 empresas de referencia. “Vamos a abrazar la cuarta generación de internet, que será la era del metaverso”, dijo en mayo Luo Jun, el secretario general del Comité. Eso supone “promover el progreso del nuevo mundo digital y servir a nuestro país para contribuir al desarrollo de la economía digital”, ha escrito Wu Zhongze, ex viceministro de Ciencia y Tecnología.
Otras voces han sido más críticas. El mediático economista Ren Zeping, por ejemplo, alertó de que el metaverso podría causar un descenso en los índices de matrimonios y de natalidad, si la ciudadanía acaba prefiriendo relacionarse a través de medios virtuales. El People’s Daily, un medio del PCCh, publicó el año pasado varios artículos en los que se decía que el público “debería ser racional al entender la actual manía por el metaverso” y que quienes estén comprando propiedades virtuales “se pueden quemar”. El Economic Daily, otro medio controlado por el aparato, también advirtió sobre la necesidad de controlar la especulación de activos en el metaverso.
Alineación de la industria y el Gobierno
Pero la decisión ya está tomada. Así se escenificó en el World Metaverse Congress 2022, una gran conferencia celebrada en Pekín que reunió este verano a la industria y a altos funcionarios. El Gobierno ha puesto en marcha un fondo para apoyar a las startups enfocadas en el metaverso. También se están estableciendo planes de actuación de las autoridades locales para impulsar centros de investigación y plantas industriales. “El enfoque está siendo descentralizado, como ya se ha hecho con la industria aeroespacial: se coordina desde el Estado y se ejecuta localmente”, subraya Raquel Jorge, analista de política tecnológica del Real Instituto Elcano. El gobierno local de Pekín presentó en agosto un plan bianual (2022-2024) en la línea del que presentó Shanghái, que está dotado de 51.000 millones de dólares. Wuhan o Heféi son otras de las megaurbes que ya están en ello. “Se están creando lo que en la UE se llaman territorios inteligentes: tener a varias provincias con los mismos proyectos y conectarlas entre sí”.
Uno de los motivos de esta aproximación es que el metaverso en realidad no es una sola tecnología, sino una amalgama de varias: inteligencia artificial (IA), computación en la nube, realidad virtual y aumentada, blockchain, plataformas de pago, simulación de gráficos, robótica… “A tenor de los movimientos que han hecho hasta el momento, parece que primero trabajarán en la industria básica para desarrollar innovaciones que puedan complementar a otras que ya tengan en marcha”, sostiene Jorge.
Pekín decidió en 2017 que para 2030 quería liderar la industria de la IA. Anunció una inversión de más 126.000 millones de euros, una suma inalcanzable para cualquier otro país. En 2018, China ya acaparaba el 57% de las patentes registradas en ese campo y contaba con 17 de las 20 instituciones más relevantes a escala mundial de la disciplina, según un estudio de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. La pregunta que planea ahora es: ¿recibirá el metaverso cantidades comparables?
“China tiene una posición reactiva; no considera el metaverso un sector estratégico, al menos de momento. Sí lo son la IA, las ciudades inteligentes, la computación y el internet de las cosas. Pekín sabe que con eso le alcanza para tener la hegemonía tecnológica”, opina Ekaitz Cancela, investigador del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y especialista en tecnopolítica. “China ha visto la gran apuesta de empresas como Meta o Microsoft y está a la expectativa, lo quiere dejar todo preparado hasta ver qué ocurre. Si el metaverso se queda en una burbuja, avanzará en las tecnologías que lo componen y las aprovechará en otros desarrollos. Y si la cosa va en serio, estará lista para apretar el acelerador y no perder cuota de mercado”, añade.
Un entorno controlado
Este mes de octubre se cumplirá un año desde que Zuckerberg anunciara a bombo y platillo su intención de liderar el desarrollo del llamado metaverso, “la evolución natural de internet”. El joven magnate describió un futuro no muy lejano en el que, pertrechados con unas gafas de realidad virtual, pasaremos varias horas al día navegando por un entorno digital hiperrealista. Todo lo que veamos, oigamos y toquemos parecerá real, pero serán en realidad unos y ceros. Nos meteremos en ese mundo diseñado por computadora para jugar, comprar, trabajar, relacionarnos con nuestros amigos o hacer deporte.
La gran apuesta de Zuckerberg es, ante todo, una forma de escapismo. Así lo interpreta el político y analista portugués Bruno Maçães, buen conocedor de la industria china. “Veo una forma de reconciliar el metaverso con los intereses del PCCh: en vez de usarlo para inventar mundos puramente imaginarios, podría emplearse para crear versiones alteradas del mundo real”, escribe en la revista City Journal quien fuera secretario de Estado de Asuntos Europeos de Portugal.
China ya está explotando el metaverso para promover la fidelidad al régimen. “El Gobierno ha creado un centro docente del PCCh para hacer partido y fomentar los valores patrios. Pekín ya ha visto ahí una vía resistente a las pandemias para la formación inmersiva. También se trabaja en el concepto de fábricas virtuales, que llevará a una drástica reducción de consumo de energía, agua y materias primas al evitarse la elaboración de maquetas de prototipado previas al proceso de producción”, describe Manu Monasterio, profesor de Inteligencia artificial y marketing del metaverso inmersivo en Esade y experto en China, donde ha vivido más de una década.
Los ciudadanos chinos son el objetivo soñado por los impulsores del metaverso. El 62% de los jóvenes juega a diario con videojuegos, el terreno en el que a día de hoy tiene más recorrido el metaverso. Según una encuesta del Foro Económico Mundial, el 75% de los chinos afirma saber qué es el metaverso, frente al 28% de los franceses.
Por supuesto, todo el que quiera formar parte del chinaverse deberá pasar el filtro del Gobierno. Eso ya pasa con los videojuegos, que están fuertemente regulados: los títulos que se quieran comercializar deben tener el visto bueno de Pekín, que por defecto prohíbe contenidos obscenos o que muestren un exceso de sangre o violencia. El Gobierno estudia crear un sistema de registro para acceder al metaverso que le permita controlar la posible influencia de algunas comunidades en el discurso político o económico, según reportó Reuters.
Cuando los consumidores estén listos para darle una oportunidad al metaverso, “entonces habrá una adopción masiva de esta tecnología a un nivel que no creo que veamos en Occidente”, aseguró a la citada agencia un empresario estadounidense del sector con varios proyectos en el gigante asiático.
EL PAIS