Arquélogos de la informática: el trabajo de preservar la historia de las computadoras y los dispositivos electrónicos
Un grupo de técnicos y restauradores pone a punto las más de 10.000 piezas de hardware y software que conforman el Museo de Informática, un proyecto que tiene su colección permanente, pero por ahora sólo hace muestras eventuales
Hoy es un trabajo de archivo. Y a contrarreloj. Porque no quieren que esas reliquias tecnológicas, esas piezas antiguas de software y hardware queden en la calle.
Por el momento, su lugar es la baulera de un edificio del microcentro porteño, donde los estantes metálicos están atiborrados de cajas. Ahí, en una de las esquinas de ese depósito, se puede ver un pequeño banco de trabajo. Hay una lupa, soldadores, destornilladores y herramientas de precisión, junto a decenas de organizadores con tornillos, cables y diversas piezas y repuestos. Están listos para ser utilizadas en la tarea de restauración y puesta a punto de computadoras, consolas de videojuegos, celulares y unidades de almacenamiento, entre muchos otros equipos.
A simple vista, nada parece ser diferente de cualquier otro laboratorio especializado en reparaciones de dispositivos electrónicos. Pero en este espacio, técnicos y restauradores ponen a punto las más de 10.000 piezas de hardware y software del Museo de Informática, un proyecto que tiene su colección permanente, pero sólo hace muestras eventuales.
Cartuchos de antiguos equipos de videojuegos (objetos que ya fueron exhibidos) y teclados amarillentos por el paso del tiempo lograron trascender la vertiginosa carrera por la innovación: son hitos que marcaron el camino para llegar a las actuales notebooks, smartphones, tabletas, programas y aplicaciones que se utilizan de forma cotidiana.
"Todo el testimonio histórico de este y tantos otros equipos queda reducido a un trabajo de archivo. Estamos trabajando contrarreloj, tenemos un año más de contrato para nuestra oficina y depósito. Hemos establecido diferentes propuestas para que todo este archivo no quede en la calle, pero aún no tuvimos respuesta", cuentan Carlos y Alicia Chiodini.
Reliquias para las nuevas generaciones
Luego de archivar y clasificar equipos durante décadas para construir este formidable catálogo, ellos decidieron transformar en 2010 esta pasión por la informática en la Fundación ICATEC. La idea consiste en un espacio que esté disponible para que las generaciones que hoy trabajan en una computadora con Windows, usan un iPhone o juegan con una PlayStation tengan la oportunidad de descubrir cuál fue la primera PC, o cuáles fueron los equipos que llevaron al éxito a Apple en los primeros años liderados por Steve Jobs y Steve Wozniak.
"Si hablamos de las piezas de dimensiones relativamente pequeñas, entre los equipos más emblemáticos y presentes en las muestras del Museo de Informática están la IBM PC 5150, de 1981 o Apple Lisa", cuenta Chiodini. "A pesar del poco espacio, también tenemos los monstruos como la IBM 360, la IBM 370 y la 390, junto a videojuegos como el Pong de la Odissey y los primeros modelos de consola de Atari", dice.
Las donaciones que recibe este museo son, en su mayoría, de particulares. Y cada uno de esos aportes va moldeando el catálogo, le va dando su propia personalidad. La colección ya participó en dos ediciones de la Noche de los Museos, y en diferentes muestras temáticas como "Hecho en la Argentina", una recorrida histórica por equipos que dejaron su marca en una incipiente industria nacional de fabricación de computadoras, con marcas como Czewerny, Cifra o Drean Commodore, entre otras.
Antes y después de una máquina de escribir eléctrica de IBM
Restauradores entre circuitos y gabinetes
La puesta a punto de los accesorios, equipos y soportes informáticos presenta desafíos inéditos para la conservación de los equipos. "Ante la falta de repuestos o piezas, la tarea de puesta a punto de las donaciones que recibimos también implica un viaje al pasado en las diversas técnicas de reparación de equipos informáticos", explica Carlos Chávez, uno de los voluntarios que ofrece horas de su trabajo para revivir equipos que tuvieron su momento de fama en el mercado, pero que luego quedaron rezagados en el olvido en medio de los vertiginosos avances tecnológicos.
Sofía Rojas, estudiante de la Universidad del Museo Social Argentino, realiza sus práctica de conservación de bienes culturales en el depósito del Museo de Informática. "Se desarman por completo, se analizan las partes que aún tienen una carga para evitar accidentes y se exponen las piezas a radiación ultravioleta", explica.
"Hay ciertas particularidades en este proceso. Por ejemplo, en equipos muy antiguos debemos tener cuidado con las inscripciones serigráficas, mientras que en otros casos, una limpieza profunda de remoción de grasitud y polvo basta para que una computadora o teclado vuelva a funcionar, sin mayor intervención en sus circuitos electrónicos", agrega.
Antes y después de un osciloscopio
Un depósito sin exhibiciones
Si bien existen diversas muestras privadas con iniciativas similares, Chiodini remarca la diferencia que tiene el Museo de Informática respecto a colecciones privadas o los espacios académicos o de ciencias que disponen de un espacio para los equipos informáticos históricos. "Los museos pueden ser públicos o privados y su función primordial es rescatar, preservar y exhibir de manera didáctica los objetos como parte de la cultura. En nuestro caso, somos un espacio especializado en ese tema, y son sólo cinco de este tipo en todo el mundo", dice.
A pesar de sus apariciones públicas destacadas, con una gran convocatoria en la muestra Play The Game en el espacio Fundación Telefónica, que estuvo abierta hasta fines de mayo pasado, o en las ediciones de La Noche de los Museos, aún padece la falta de un espacio que le permita contar con una muestra permanente, y muchos pedidos de visitas o invitaciones a exposiciones están limitados a las posibilidades de logística que disponen los voluntarios.
Mientras tanto, los trabajos de restauración y acondicionamiento continúan en el depósito. Ahí se ve una réplica de la Altair 8800, la computadora que marcó a fuego, en 1975, los inicios de una pequeña empresa fundada por Bill Gates llamada por entonces Micro-Soft. Del otro lado, otro equipo contemporáneo luce el trazo de un marcador indeleble por encima del plástico restaurado: es la firma de Steve Wozniak que, tras su paso por la Argentina, le dejó su estampa en la emblemática Apple II, uno de los primeros equipos que marcaron el inicio de la computación personal.
Pasó Woz y le puso la firma a la Apple II, en manos de Carlos Chiodini del Museo de Informática
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