Adiós a LG, el pionero de las mil ideas en smartphones (y unos pocos éxitos)
Un repaso por 15 años de diseños innovadores de la compañía, que cierra su división de telefonía móvil
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LG anunció hoy que cierra su división de móviles a nivel mundial para focalizarse en otros segmentos de electrónica de consumo, donde le va mejor. Tiene sentido: el tercer y cuarto trimestre de 2020 fueron los mejores de los 62 años de historia de la compañía, gracias a sus buenos resultados en ventas de televisores, electrodomésticos y componentes para autos. Gana plata como nunca. Al mismo tiempo, su división de móviles acumuló 23 trimestres consecutivos en rojo: desde mediados de 2015 que viene perdiendo plata sin parar.
Así que el cierre de la división de celulares se hará efectivo a mitad de este año, aunque en la Argentina seguirá vendiendo teléfonos hasta 2022, incluyendo modelos que todavía no fueron presentados. Es ciertamente un momento triste para la compañía, que llegó a ser el tercer mayor fabricante de celulares del mundo en 2009, pero que no pudo competir con Apple, Samsung, Huawei y, en el último tiempo, Xiaomi, Oppo y Vivo. Hoy su participación de mercado está por debajo del 2 por ciento de las ventas mundiales, según estimaciones de Counterpoint. En la Argentina hoy tiene el 6% de las ventas locales, aunque llegó a tener el 18% en 2015, según cálculos de la consultora Carrier y Asociados.
Siempre probando
Su cierre no es por falta de ideas: si algo caracterizó a LG fue el estar dispuesta a tomar riesgos con nuevas ideas y formatos, algo clave en un mercado en el que, cada vez más, los celulares se parecen: hoy son todos rectángulos negros, con destellos de color -y diseños cambiantes de cámaras- en el dorso del teléfono. Esos riesgos, no obstante, fueron más demostración de su indiscutible capacidad técnica que de conceptos que realmente fueran a cambiar el mercado.
Se adelantó al iPhone al presentar un teléfono con pantalla táctil capacitiva, el LG Prada, a fin de 2006; hasta entonces, todos los teléfonos táctiles usaban una pantalla resistiva (la pantalla de plástico detecta la presión con la que se deforma la pantalla); después del iPhone (y el Prada) todas son pantallas capacitivas, donde un sensor detecta el cambio de voltaje que genera el contacto del dedo con el vidrio frontal del teléfono. El LG BL40 (2009), también conocido como New Chocolate, tenía una alargadísima pantalla de formato 21:9 que hoy es común -aunque, claro, hoy no lleva bordes-. El Optimus Vu (2012), por el contrario, tenía una pantalla de formato 4:3, con 1024 x 768 pixeles, la resolución de un monitor de PC de la época.
Fue también pionera en incluir varias cámaras en un mismo equipo: una doble cámara para hacer fotos estereoscópicas, que incluso se podían ver sin necesidad de anteojos, con el LG Optimus 3D (2011), o un teléfono con una lente normal y otra gran angular, con el LG G5 de 2016. Las cámaras, de hecho, siempre fueron un elemento al que la compañía le puso empeño, lo mismo que el audio (con excelente reproducción de sonido y micrófonos direccionales). El LG G2 (2013), dicho sea de paso, fue el que impuso la idea de llevar el botón de bloqueo a la parte trasera del teléfono, donde luego se ubicó el sensor de huellas digitales.
Antes había apostado muchísimo por Windows Phone (donde era un referente a principios de la década) y, al mismo tiempo, por los teléfonos Nexus 4 (2012) y Nexus 5 (2013), hechos con Google.
Pero aún así los números no terminaban de acompañar desde ese pico de ventas en 2009: cada año cedía un poco de terreno a nivel mundial, como muestra ete gráfico de Counterpoint Research.
Probó con todo: con equipos que tenían cuero real en la cubierta de la batería (el LG G4, de 2015); que tenían un cuerpo y pantalla bastante flexibles (el LG G Flex, en 2014; no era plegable, pero sí ofrecía algo de flexión en todo el cuerpo del teléfono, y tenía una tapa de batería que se “autocuraba” de rayones), o que tenían una mini pantalla secundaria al frente del teléfono para mostrar notificaciones con la pantalla principal apagada (el LG V10, de 2015; también tenía dos cámaras frontales) o el teléfono con una funda que gracias a una pantalla secundaria duplicaba el espacio para mostrar aplicaciones (LG V50, en 2019; retomó la idea con el actual LG Velvet, de 2020).
También tenía planes más ambiciosos: como el LG G5 (2016), un equipo “modular” al que se le podía cambiar la batería y la base para agregar accesorios, como un grip de cámara, o parlantes, y anteojos de realidad virtual unidos con el celular por un cable (lo que los hacía mucho más livianos).
Ya en el último tiempo, el LG Wing (2020), con dos pantallas que pueden girarse para quedar dispuestas en cruz, y la promesa de una pantalla enrollable para 2021 (el LG Rollable), cuando sus competidores ya ofrecieron pantallas plegables desde 2020, mostraron una urgencia por diferenciarse y, así, sumar ventas en el despiadado mercado de celulares, donde los grandes se hacen cada vez más grandes, y donde tienden a primar las economías de escala antes que la creatividad y el ser diferente solo por tener algo distinto. Es una pena: más allá de las ventas que respalden las ganas de probar otras cosas, menos jugadores hay (y habrá que poner a Sony en la lista de los dudosos), más monótono se vuelve el mercado.