Adicción tecnológica: más de la mitad de los argentinos afirma que son interrumpidos por el uso compulsivo del celular
El dato que titula esta nota parece una escena repetida en todas las reuniones. La mayoría de nosotros, hemos pasado por la situación en que algún integrante de la misma deja de prestar atención a la charla para chequear notificaciones en su smartphone . Hoy podemos ponerle un nombre a esa actividad: phubbing, una dinámica que, según datos del estudio sobre tecno adicción de Universidad Siglo 21, afecta a un 57% de los argentinos.
"El phubbing representa un nuevo problema comunicacional que no existía antes. Todos necesitamos "que nos presten atención" y que si estamos conversando con alguien, esa persona nos muestre interés. Si esto no ocurre, esta desatención por mirar el celular y conectarse al celular, hace que la otra persona se frustre y a su vez, se tome distancia emocional generando un feedback negativo y la comunicación pierde fluidez", dijo Carlos Spontón, director del Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales de Universidad Siglo 21.
"Estos procesos interpersonales a veces son conscientes, otras veces son automáticos, involuntarios. En nuestra muestra, hemos llegado a detectar que más del 20% de las personas tienen un nivel de obsesión y alerta tan alto con el celular que creen que el aparato ha vibrado y cuando lo chequean, ven que no vibró, que fue una ilusión suya" afirmó Spontón.
Sobre el uso del celular en el ámbito familiar, el licenciado Guido Entenberg, docente en la materia Clínica de Niños y Adolescentes en la carrera de Psicología de la Universidad CAECE, reflexionó en una nota de opinión que compartió con LA NACION. "¿Cuáles son los motivos por los cuáles una madre usa el celular cuando está con su hijo? ¿Cómo responde su hijo a esta situación? ¿De qué manera la relación entre ambos se ve afectada?", dijo Entenberg. "Tal escenario provoca en padres y madres una preocupación de no estar enteramente presentes con su familia y sentimientos de culpa. Y como corolario, da inicio a una disputa inesperada: los niños comienzan a competir con el celular por la atención de sus padres y como respuesta muchos padres intentan calmar a sus hijos...dándoles el celular para que jueguen o miren videos", agregó el docente.
Un problema federal
El uso compulsivo de la tecnología atraviesa todos los rangos etarios; no distingue género y tampoco profesión u oficio. Entre los que más utilizan tecnología en forma compulsiva se encuentran los estudiantes (54%), seguidos por quienes poseen una empresa (35,7%), comerciantes (28%) y amas de casa (17%).
Si lo analizamos teniendo en cuenta el género de los encuestados, resulta interesante ver que el porcentaje de uso compulsivo es bastante similar. "Este estudio, en tanto investigación científica, no es concluyente, sino que aporta evidencia en una muestra de trabajadores argentinos. En esta población, las diferencias entre varones (36%) y mujeres (31,6%) que hemos encontrado, no han sido significativas como para sacar conclusiones evidentes, pero podemos afirmar que la tendencia es que tanto los varones como las mujeres tienen conductas parecidas frente a las tecnologías y ambos están en situación de riesgo de presentar conductas adictivas frente a las mismas. Dicho de otra manera, hacer un uso excesivo y compulsivo de las TICs, no depende del sexo, sino de la capacidad de esa persona de regular racionalmente su conducta", dijo Spotón.
Hacer un uso excesivo y compulsivo de las TICs, no depende del género, sino de la capacidad de esa persona de regular racionalmente su conducta
Hablando de rangos etarios, claramente aparecen algunos indicadores que marcan diferencias sustanciales. Los millennials (48%) son los que presentan mayores niveles de riesgo frente a la adicción a las TICs, mientras que los que pertenecen a la generación X representa un 29% y los baby boomers un 20,3%.
En donde no se evidencia una diferencia representativa en la utilización compulsiva de la tecnología es según las ciudades donde habitan los encuestados. El 31% de los residentes en Capital Federal afirmaron usar compulsivamente dispositivos tecnológicos, también un 25% de los residentes de Comodoro Rivadavia, 37% de la ciudad de Córdoba, 41% de Corrientes y 35% de Rosario.
Diferenciados por los niveles de estudios de los encuestados, se nota una pequeña diferencia en el uso compulsivo de los dispositivos tecnológicos por parte de quienes han logrado acceder a una educación superior. El 34,7% ha alcanzado estudios universitarios y el 35% estudios terciarios, mientras que un 28% terminó la secundaria y un 32% estudios secundarios.
El smartphone y la vida laboral
Según un estudio de la consultora internacional Flurry, el uso promedio de smartphones es de 5 horas diarias y, a su vez, esta cifra creció un 69% en el último año.
Si hablamos de datos locales, un estudio de Motorola en el que participaron más de 46.000 argentinos, es bastante alentador al respecto: entre otros datos indica que el usuario promedio de Argentina tiene un equilibrio mayor a la hora de usar su smartphone que el resto de los países de la región. El 38% de los argentinos utiliza el móvil de forma consciente, mientras que el 13% lo usa de manera dependiente.
Sin embargo, el estudio de Universidad Siglo 21 exhibe interesantes datos sobre la procrastinación en el ámbito laboral por el uso del celular.
El mismo indica que el 25% de los encuestados afirma que interrumpe sus tareas para chequear el celular, mientras que casi el 10% indica que le cuesta concentrarse en el trabajo debido a su uso.
Si bien estos números parecen alarmantes, Spotón dice que también puede ser una buena herramienta para una mejor organización. "En un contexto de uso racional de las tecnologías, el celular se transforma en una herramienta poderosísima para aumentar la productividad por la cantidad de herramientas que el mismo permite gestionar. Por ejemplo, casi el 49% de las personas afirma que el celular le ayuda a organizarse y el 35% dice que le hace ganar un tiempo valioso. Para que esto ocurra, se necesita disciplina y autocontrol emocional para no usarlo compulsivamente", dijo el director del Observatorio de Tendencias Sociales y Empresarias de la Universidad Siglo 21 en diálogo con LA NACION.
También en el ámbito educativo el uso excesivo de la tecnología puede acarrear dificultades en los estudiantes. Marcela González es directora de Gestión Académica de la Universidad CAECE Mar del Plata y dijo que, de hecho, es uno de los problemas principales en el transcurso de los estudios, especialmente (pero no de manera exclusiva) en los estudiantes que inician su vida universitaria.
"Muchos de estos estudiantes deben generar nuevas y efectivas estrategias en el manejo de los tiempos de estudio, que contemplen, entre otras cosas, la reducción de la procrastinación., y un balance adecuado entre el tiempo libre y el de trabajo. La motivación y atención necesarias para el estudio, suelen verse interferidas por uno de los principales distractores a la hora de estudiar o realizar tareas (identificado por los mismos estudiantes), que es la presencia de las tecnologías destinadas principalmente a fines sociales", dijo González.
Los videojuegos, un tema recurrente
Luego de muchos años de suposiciones, el año pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS) se expresó declarando la adicción a los videojuegos como trastorno mental.
Mariano Obeid, es secretario de Asociación de Desarrolladores de Videojuegos Argentinos (ADVA) y CEO del estudio Killabunnies y habló con LA NACION sobre como esta problemática puede llegar a afectar a niños y adolescentes. "Me parece importante y positivo el peso de la OMS al reconocer un problema que es real, hay personas que tienen problemas con los videojuegos como otras que tienen problemas con los estupefacientes como forma de escape. Fuerza a los gobiernos a reconocer el problema y a trabajar sobre legislaciones que solucionen estos problemas. También pone sobre la mesa esta problemática en obras sociales y prepagas para que se cubran y contemplen tratamientos para este tipo de adicciones", señaló Obeid.
También Spotón se explayo sobre este tema. "Se convierte en una dificultad cuando los padres no enseñan a "regular" el tipo de juego y sobretodo, el tiempo destinado al mismo frente a otras actividades sociales y culturales. Sucede que están diseñados para capturar nuestra atención en base a nuevos conocimientos sobre la experiencia humana aplicados a la estructura de un juego tecnológico" indicó.
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