El libro La ciudad 99% invisible recopila pequeños pero significativos detalles de la arquitectura y el diseño que transforma a los centros urbanos de todo el mundo en espacios más cómodos, atractivos y seguros
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Eso que está a plena vista pero a menudo pasa desapercibido es la materia prima de 99% Invisible, un popular podcast que nació en septiembre de 2010 como un breve segmento radial emitido por una emisora pública local de Estados Unidos.
Se trata, como explica su propia página web, de una emisión “sobre todo el pensamiento que está detrás de las cosas en las que no pensamos: la arquitectura y el diseño inadvertidos que dan forma a nuestro mundo”.
Y, en la última década, el proyecto no ha dejado de crecer y sumar éxitos: sus más de 430 episodios ya casi acumulan 500 millones de descargas por parte de una fiel legión de seguidores en todo el mundo, con el diario Chicago Tribune describiéndolo a inicios de este 2021 como “el mejor podcast que haya existido en los 20 años de historia del podcasting comercial”.
La calidad de producción del programa tiene mucho que ver. Pero la fascinación que despiertan las cosas escondidas a plena vista también está más que confirmada por el éxito de “La ciudad 99% invisible”, el libro escrito por el creador del programa, Roman Mars, junto a uno de sus principales colaboradores, Kurt Kohlstedt.
Publicado el año pasado en ocasión del décimo aniversario del podcast, esta “guía de campo al mundo escondido del diseño cotidiano” no tardó ni una semana en entrar en la lista de best-sellers de The New York Times, que en su reseña del mismo celebró su capacidad para hacer visible “las maravillas escondidas” de las ciudades modernas.
Y para entender mejor ese mundo de “soluciones invisibles” que hacen a las ciudades más cómodas, atractivas y seguras, BBC Mundo le pidió a Kohlstedt que eligiera sus cinco ejemplos favoritos. Con suerte, te ayudarán a ver tu entorno de otra manera.
Cisternas escondidas
El primero de los ejemplos seleccionados por Kohlstedt es específico de la ciudad donde nació 99% Invisible: San Francisco, adonde se mudó por un breve período hace aproximadamente cinco años.
“Como soy una persona que le pone bastante atención a su entorno, pronto noté unos grandes círculos de ladrillos en algunas calles de la ciudad”, le dice a BBC Mundo.
“Eran muy grandes, del ancho de la calle, así que por un lado eran bastante notables. Pero, por el otro, también bastante fáciles de ignorar en medio del tráfico y el caos, como muchas otras cosas que están en la calle”, relata.
Una rápida investigación le permitió descubrir que lo que estaba viendo eran “círculos de cisternas”, los que sirven para que los bomberos de la ciudad puedan rápidamente identifica a las gigantescas cisternas subterráneas que empezaron a instalarse por todo San Francisco luego del gran incendio de 1906.
“Los ladrillos básicamente marcan el contorno de la cisterna, y en el centro hay lo que parece una tapa de alcantarilla que en realidad es la tapa de la cisterna, la que los bomberos pueden levantar para acceder al agua que está debajo de la ciudad”, explica Kohlstedt.
En total, las 175 cisternas de este sistema de respaldo almacenan 11 millones de galones de agua, garantizando la disponibilidad del líquido en caso de una nueva emergencia.
“Están por toda la ciudad y aunque lo único que las delata son esos círculos de ladrillo, juegan un rol vital en proteger a la ciudad de futuros incendios”, destaca.
Según el productor de 99% Invisible, sistemas similares existen en otras ciudades, que han entendido que no es bueno depender de un único sistema centralizado, con el ejemplo más evidente siendo las torres de agua que pueden verse en ciudades como Nueva York.
“Pero nunca he visto ninguno que esté marcado de la misma forma como San Francisco”, dice.
Aceras “táctiles”
El segundo ejemplo de Kohlstedt no está incluido en el libro, pero fue abordado en el programa, y en un buen ejemplo de como algunas “soluciones invisibles” se hacen notar más cuando no están funcionando.
Se trata de las marcas táctiles que en muchas ciudades del mundo se ven al final de las aceras, como una forma de prevenir que se llegó a la esquina de una calle.
Ese cambio en la textura de la acera puede pasar desapercibido para la mayoría de los peatones, pero es sumamente valioso para los invidentes, que pueden detectarlo con la punta de sus bastones (y también para aquellos que caminan con la nariz metida en sus celulares).
“Y algunas de las versiones más sofisticadas también te pueden decir cosas como en qué dirección viene el tráfico”, dice Kohlstedt de esta especie de lenguaje braille de las aceras desarrollado originalmente en Japón por Seiichi Miyake.
“Es una cosa muy pequeña que sin embargo hace a las ciudades mucho más accesibles”, destaca.
Kohlstedt, sin embargo, empezó a interesarse más en el tema cuando uno de los oyentes de 99% Invisible -una constante fuente de información del programa- compartió un ejemplo de una acera táctil muy mal empleada.
“Como ya expliqué, las marcas te pueden decir dónde está el borde de la acera o en qué dirección viene el tráfico, por lo que si se instalan de forma incorrecta pueden ser muy, muy peligrosas”, explica.
“Y encontramos muchos ejemplos, especialmente en China, de gente que las instaló de forma incorrecta o las utilizó con fines decorativos”, cuenta.
Today's #GoogleDoodle celebrates Japanese inventor Seiichi Miyake, whose desire to help a friend led to the creation of Tenji blocks, improving how people with low vision navigate public spaces → https://t.co/M9zAbohb1E pic.twitter.com/6holP0ZZ03
— Google (@Google) March 18, 2019
Este tipo de problemas, sin embargo, también le da cierta visibilidad a las soluciones invisibles.
“El buen diseño urbano a menudo pasa desapercibido, pero cuando se hace mal se hace más evidente, porque no funciona como debería”, sostiene Kohldstedt.
“Y en el caso de estas aceras táctiles, estas se hacen más visibles cuando están donde no deberían. Porque cuando están en la esquina donde deben estar, nadie las nota”, dice.
Grafittis oficiales
Más que invisibles, para muchos son incomprensibles, pues todos alguna vez hemos visto esas marcas de colores que de pronto aparecen en las calles y aceras, a menudo cerca de alguna excavación por parte de la aguadora, la compañía de luz u otro proveedor de servicios esenciales.
Estos grafitti multicolores, sin embargo, muchas veces sobreviven por un tiempo a la excavación, por lo que muchos ignoran que sirven para indicar la ubicación de las tuberías y cables subterráneos empleados por esos servicios.
“Es uno de mis ejemplos favoritos de esas cosas que uno no nota hasta que empieza a notarlas y ya puede dejar de hacerlo”, le dice a BBC Mundo Kohlstedt.
“Es una innovación relativamente reciente, que empezó a popularizarse hace unos 50 años, y fue diseñada para indicarles a los empleados de los servicios públicos y otros trabajadores de la construcción qué es exactamente lo que hay debajo de la calle”, explica.
“Los colores te dicen algo, la notación te dice algo. Es un sistema tremendamente rico en información, y aunque es un lenguaje para especialistas, todo el mundo puede aprender a leerlo”, agrega.
Por ejemplo, en EE.UU. -donde el sistema se popularizó luego de que en 1976 un trabajador causara una gigantesca explosión al perforar accidentalmente una tubería de petróleo que corría bajo una calle de Los Ángeles- el rojo marca cables eléctricos, mientras que el naranja es para el gas u otros materiales combustibles y el azul designa tuberías de agua potable.
El lenguaje, sin embargo, varía por país y por ciudad, por lo que en Reino Unido los cables de los servicios de telecomunicación se marcan en verde, el color que en EE.UU. se utiliza para designar los desagües y canales del alcantarillado, entre otras diferencias.
Lo importante, sin embargo, es que esas sencillas marcas hechas con un poco de pintura reducen significativamente la posibilidad de costosos errores, haciendo así a nuestras ciudades más seguras -además de agregarles un poco de color.
Postes a prueba de accidentes
Probablemente mi ejemplo favorito de todos los seleccionados por Kohlstedt, e incluso de todos los contenidos en el libro, donde abre el capítulo titulado “fracaso planificado”.
Como se explica ahí, los postes que sostienen señales de carretera, semáforos o los cables de los servicios esenciales deben ser lo suficientemente fuertes para aguantar vientos, tormentas, tsunamis y terremotos.
“Pero, muy de vez en cuando, esos mismos postes deben poder hacer algo crucial pero fundamentalmente en contradicción con su función cotidiana: deben poder romperse fácilmente en caso de impacto”, explican Mars y Kohlstedt.
De hecho, lo ideal es que si son golpeados por un automóvil en movimiento los postes se rompan de una forma que reduzca daños y salve vidas, por ejemplo haciéndolo a una altura que permita que la parte inferior pase por debajo del vehículo mientras la superior vuele por encima del mismo.
Y lo asombroso es que gracias a diseños como las llamadas “bases deslizantes” -placas conectoras que juntan a nivel del suelo lo que en realidad son dos postes diferentes- algunos lo hacen.
“Están diseñadas para reducir el daño a los vehículos, reducir el daño a los peatones, a los pasajeros y a los conductores”, explica Kohlstedt.
“Y están integradas a la ciudad de una forma que uno puede recorrerla por años y nunca imaginar cuál es su función. A menos, claro está, que uno choque contra uno”, le dice a BBC Mundo.
Reductores de velocidad inteligentes
La última selección de Kohlstedt es una versión particular de un dispositivo que se encuentra en calles de todo el mundo: los reductores de velocidad conocidos en muchas parte de América Latina como “policías acostados”.
Esta versión, sin embargo, los asemeja más a grandes cojines colocados uno al lado del otro, pues incluye un espacio para el paso de las ambulancias.
“Es uno de mis ejemplos favoritos porque es muy fácil de ver y de comprender. Y el concepto es a la vez brillante y sencillo”, dice Kohlstedt.
“Básicamente, ambulancias y vehículos de emergencia tienen un eje más ancho que el de los automóviles normales”, explica.
“Así que es posible crear reductores de velocidad que un auto normal tiene que tratar como tal pero que una ambulancia puede cruzar sin tener que aminorar su marcha”, le dice a BBC Mundo.
Se trata, como destaca Kohlstedt, de un ejemplo de una modificación ingeniosa de una tecnología ya existente.
“Y es una de esas cosas que una vez que uno comprende por qué fueron hechas así, empieza a notar por todas partes”, destaca.
Esta lógica es también la que explica el gran éxito de 99% Invisible en sus diferentes versiones.
La iniciativa lleva años ayudando a descubrir ese maravilloso mundo escondido que tenemos al alcance de la mano de una forma tremendamente útil y amena.
Y también puede servir de inspiración para aquellos interesados en hacer de las ciudades espacios más cómodos, seguros y atractivos.
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