25 años del MP3: la historia del estándar que cambió para siempre la forma de acceder a la música
Fines de Julio de 1995. Alemania, calor, quizás no cómo los actuales, pero mucho calor al fin y al cabo.
Karlheinz Brandenburg llegaba con mucho mejor humor del habitual a las oficinas de Instituto Fraunhofer IIS, a pesar de la increíble humedad reinante, saludando muy amablemente al conserje, de hecho, le dejó el suplemento deportivo del diario Deuschland, que hablaba sobre las incorporaciones que pensaba hacer el Bayern Munich para derrotar en la próxima temporada al poderoso Borussia. No era para menos que este alemán – hoy considerado el padre del formato .MP3 – haya estado tan contento, ya que en parte sabía que lo que había logrado iba a revolucionar el mundo.
Por entonces, un disco rígido convencional tenía un costo de 0,25 dólares por megabyte (MB), y guardar música en formato .WAV (sin compresión) utilizaba alrededor de 10 MB el minuto. De hecho, un álbum promedio de 65 minutos llegaba a ocupar más de la mitad de lo que tenía un disco rígido estándar de la época, 1 gigabyte (GB). A nivel costo, meter un CD sin comprimir en una unidad de almacenamiento llegaba a costar hasta unos 150 dólares, diez veces más de lo que costaba en su formato original.
MPEG-1 Capa de Audio III (MPEG-1 Audio Layer III) fue una evolución – o mejor dicho un fork – del estándar MPEG que permitía comprimir audio en hasta diez veces su tamaño en bytes sin perder calidad aparente para la mayoría de las personas. Una de las principales técnicas para lograr que MP3 haya sido exitoso fue la técnica MUSICAM (del inglés, Masking Pattern Universal Sub-band Integrated Coding and Multiplexing) que adoptaba un modelo psicoacústico de audición humana para ayudar a la compresión. Esto aprovechaba el efecto del enmascaramiento auditivo que es algo así cómo una limitación que tenemos los humanos para escuchar sonidos que se enmascaran con otros. Al eliminar los datos de los sonidos que no se perciben, es posible almacenar más audio en menos espacio sin ningún efecto percibido para el oyente.
Si bien el estándar ya había sido definido a finales de los 80 y estandarizado en 1992, el día del que hablamos, donde Karlheinz, de hecho, invitó a toda la oficina a almorzar en un restaurant al mediodía se define por el hecho de que el Instituto Fraunhofer IIS iba a lanzar las primeras noticias sobre el primer reproductor de MP3 en tiempo real de la historia, el WinPlay3.
Ese día, además, se bautizaría por primera vez a la extensión de los archivos de audio comprimidos cómo .MP3.
El día que nació el mito (y la piratería)
Antes de esa fecha, Fraunhofer IIS ya vendía un compresor comercial que transformaba archivos PCM en MPEG-1 Capa de Audio III pero la extensión en la que lo guardaba era .BIT, pero estaba destinada a estudios de grabación y radios. El primer salto de fama del formato se dio cuando en los servidores FTP de la escena Warez comenzaron a aparecer CD’s comprimidos en MP3 con el reproductor incluido.
Solo era cuestión de tiempo para que la cosa explote y así fue. Un hacker australiano adquirió el software de compresión de Fraunhofer llamado L3enc usando una tarjeta de crédito robada con la intención de hacerle ingeniería inversa al software y lo logró. Tiempo después, saldría un software que hacía lo mismo, con mejor interfaz de usuario y fue distribuído de manera gratuita, llamado "Gracias Fraunhofer".
Así fue que poco duraría la alegría de Fraunhofer. La idea de tener un modelo de negocio redondo, donde el medio sería el más utilizado pero ellos vendían el software de compresión murió rápidamente ya que cualquier persona con acceso a Internet tenía la capacidad de conseguir un rippeador de CD’s sin pagar un centavo.
Y por si fuera poco, meses después Justin Frankel crearía Winamp. Un software que tomaba lo mejor de las interfaces de los reproductores de música físicos y lo pondría en una PC con Windows para reproducir MP3. Todo era más y más cercano al acceso de las masas.
Pero el verdadero boom del formato sin dudas se dio en 1999, cuando Shawn Fanning, otro joven estadounidense, crea Napster, el que fuera el primer software P2P popular de la historia. Napster le permitía a cualquier usuario sin conocimientos descargar un programa, escribir una canción y tenerla en minutos. Fue el principio del fin del negocio de la música tal cómo lo conocíamos en ese momento.
El resto, es historia.
Gracias por todo, MP3.