Al acceder al lugar, finalmente los arqueólogos ingresaron a una cámara doble que fue excavada en la misma roca de toba, con un gran trabajo arquitectónico y de ingeniería. Pero fueron los objetos encontrados dentro de la construcción mortuoria los que le sumaron aún mayor valor, ya que muchos de ellos se hallaron intactos.
Destacaron entre esos elementos una gran cantidad de cerámicas y ánforas, algunas importadas desde Grecia, que contenían vino, posiblemente traído desde la isla de Quíos o Chíos, en el mar Egeo. La mayoría ellos en un notable estado de conservación.
Según el arqueólogo Carlo Casini, uno de los directores de la excavación, este hallazgo permite documentar de manera extraordinaria el banquete funerario que los etruscos preparaban para sus difuntos, algo que quedó expuesto hace más de 2500 años.