Quién es Zanchetta, el exobispo argentino que trabaja en el Vaticano y es investigado por abuso sexual
Más que por sus funciones o méritos pastorales, el obispo argentino Gustavo Oscar Zanchetta cobró notoriedad por sus intempestivas salidas. Hace un año y cinco meses –en agosto de 2017– sorprendió con su renuncia como obispo de Orán, a los 53 años, alegando problemas de salud. Ahora el Vaticano lo suspendió y apartó del cargo de asesor de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, en Roma, mientras se investigan denuncias de sacerdotes que lo acusan de abuso sexual y otras inconductas durante su paso por la diócesis salteña.
Si ambos pasos están relacionados, se podrá saber en la medida en que avancen las investigaciones, que se llevan adelante en medio de un contexto general más complejo del que seguramente se presentaba cuando los hechos denunciados se habrían producido.
Zanchetta nació en Rosario, el 28 de febrero de 1964, y estudió en Córdoba. En su adolescencia integró la Juventud Franciscana e, incluso, prestó servicios como bombero voluntario en La Cumbre. En esa ciudad cordobesa fue postulante y realizó el noviciado de los Franciscanos Capuchinos, pero dejó la Orden antes de realizar la profesión de votos perpetuos.
Radicado, luego, en Quilmes, ingresó en el seminario de la diócesis y en 1991 fue ordenado sacerdote por el obispo Jorge Novak, emblemática figura de la Iglesia comprometida con los derechos humanos.
Lleva el mismo apellido del padre Alberto Zanchetta, ex capellán castrense durante la dictadura militar. Pero no tiene ningún parentesco.
En Quilmes se desempeñó como vicario de la Catedral y párroco de San Francisco de Asís, de Berazategui, y entre septiembre de 1998 y junio de 2000 realizó estudios de especialización teológica en el Pontificio Colegio Pio Latinoamericano de Roma. Tras su regreso al país, fue vicario episcopal de Asuntos Económicos en la diócesis de Quilmes y subsecretario ejecutivo de la Conferencia Episcopal, donde tuvo un trato más directo con los obispos.
Durante la Jornada Mundial de la Juventud de 2013, que el papa Francisco presidió en Río de Janeiro, se conoció su nombramiento como obispo de Orán, una región salteña marcada por la fuerte presencia del narcotráfico y la pobreza, entre otros fuertes desafíos pastorales. Allí sucedió a Marcelo Colombo, formado también en Quilmes y designado obispo de La Rioja.
Durante los cuatro años que pasó en Orán enfrentó acusaciones por comportamientos de carácter autoritario y no habían salido a la luz hasta ahora las denuncias por abusos sexuales. Una de las novedades de su ejercicio pastoral fue la creación de un seminario en la diócesis, donde habrían surgido las acusaciones que ahora dieron lugar a la investigación del Vaticano. Fuentes eclesiásticas pronostican que el seminario sería cerrado.
Su salida de Orán fue muy repentina. Hizo pública una carta y, sin esperar la respuesta del Papa, se mudó a Corrientes, hasta que dos meses después viajó a Madrid, donde fue recibido por el arzobispo Carlos Osoro.
Había trascendido en ese tiempo que sus relaciones con el clero de la diócesis eran difíciles. Se especula con que Francisco ya conocía las denuncias contra Zanchetta, lo que llevó a su relevo inmediato.
Lo que no queda muy claro es la razón por la cual el Vaticano lo designó meses después asesor de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, una oficina dirigida por el obispo italiano Nunzio Galantino, que se ocupa de la custodia de unas 5000 propiedades que pertenecen a la Santa Sede.
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