Vuelta al aula: Fila de una cuadra para entrar a la escuela, protocolos estrictos y mucho entusiasmo
Son las 7.40 y sobre la calle Amenábar al 1800, en el barrio de Belgrano, suenan algunas bocinas, pero sobre todo prima la paciencia de los automovilistas frente a un tránsito al que ya se habían desacostumbrado. Hoy empiezan las clases presenciales en la ciudad de Buenos Aires después de casi un año, y en la puerta del Islands International School, un colegio privado, los estudiantes llegan desde todas las direcciones. Lo hacen a pie o en el auto de sus padres. El ingreso es prolijo, pero es inevitable que, por momentos, se arme una fila que ocupa casi media cuadra. Al menos hoy, el cumplimiento de los protocolos es la prioridad número uno. Son muchos los cambios, los pasos por seguir, pero nadie quiere pasar por alto alguna de las reglas que moldean esta mañana y, seguramente, todas las que vendrán en los próximos meses.
“Estoy feliz, quiero escuchar un poco de ruido en el colegio, se extraña el bullicio de los chicos. Ellos están muy entusiasmados. Este año voy a dictar tutoría porque el colegio quiere estar muy encima de los chicos para acompañarlos bien de cerca”, cuenta Romina Pomamte, madre de un alumno y docente del Islands.
Acá, el guardia de seguridad va y viene, recorre la cuadra para que no haya menos de un metro y medio de distancia entre cada grupo familiar. Algunos padres despiden a sus hijos en la puerta y se van, pero otros se quedan mirando el ingreso de otros chicos que no son sus hijos, como si estuvieran presenciando un hecho fuera de lo común.
Hoy vuelven a ocupar las aulas los chicos y chicas que asisten a jardines maternales, los alumnos del nivel inicial, del primer ciclo de primaria (1°, 2° y 3° grado) y del primer ciclo de la secundaria (primer y segundo año).
En cifras, en la ciudad abrieron hoy 739 establecimientos de nivel inicial, 886 escuelas primarias y 492 secundarias que suman 370.493 estudiantes, mientras que el total de la matrícula del distrito es de 785.152. El lunes próximo retomarán el resto de los grados de la primaria (4°, 5°, 6° y 7°), que sumarán 144.596 alumnos. Mientras que el 1° próximo volverán los años restantes del secundario (3°, 4°, 5° y 6°), que representan 90.073 chicos y chicas. El 8 comenzarán los estudiantes de los programas para jóvenes y adultos y el 22, los del nivel superior. De ese modo, se completa el total de la matrícula porteña.
De todas maneras, no todos los colegios privados de la ciudad comenzaron hoy las clases, si no que algunos lo harán la semana que viene o el 1° de marzo. Eso si: prácticamente todos empezaron algún tipo de actividad, como períodos compensatorios para repasar conceptos u organizaron reuniones con los padres. “La actividad escolar empezó hoy, pero el contenido de la actividad depende de cada escuela. En eso hay flexibilidad en favor de las escuelas. Pero se puede decir que todas las que están incorporadas a la enseñanza oficial dieron inicio a sus actividades”, señala Rodolfo De Vincenzi, vicepresidente de la Confederación de Asociaciones de Institutos Educativos Privados (CAIEP).
“Convocamos a todos los alumnos, pero no todos a la misma vez. En el caso de la primaria, vuelve una tanda presencial por la mañana y otra tanda presencial por la tarde.
Habrá un período en donde la idea será reencontrarse, volver a socializar y en el caso de que haya dudas o consultas hacer un repaso, pero nada muy alejado a lo que se solía hacer siempre en el período diagnóstico”, describe Andrés Pallaro, representante legal del Island.
Entusiasmo y novedades
Mariela González es la madre de Matías, que tiene 10 años. Ella está entusiasmada por el regreso; él, no tanto. “Es necesario porque los chicos tienen que hacer sociales, hablar entre ellos”, dice Mariela, pero su hijo no está tan de acuerdo: “A mí me gustaba la virtualidad, no había que pedir permiso para levantarse e ir al baño, por ejemplo”, reflexiona Matías.
Roxana Cabral es profesora de primario en esta institución privada. Está feliz y fue la primera en llegar a la puerta del colegio. Cuenta que en el tren Sarmiento hoy los controles fueron más exigentes. “Estoy muy contenta, pero hoy el protocolo ocupa toda mi cabeza. Vamos a ver cómo se da la dinámica, tendremos que estar atentos. Las actividades, creo, las vamos por seguir corrigiendo de manera virtual para que no haya un intercambio de papeles y cuadernos entre profesores y estudiantes”.
Para recibir al alumnado, Pallaro explica que tuvieron que pensar nuevos espacios áulicos para respetar el distanciamiento. Por ejemplo, patios, espacios semicubiertos, el salón de música, el gimnasio. Todos esos espacios se modificaron para poder recibir a todos los chicos respetando el protocolo.
“Ahora, a diferencia del año pasado, las burbujas pueden ser de 10, 15 o 20, y esas burbujas siempre tienen que estar juntas, por eso los recreos también serán en burbuja. Hubo que reorganizar todo el sistema de recreos”, agrega Pallaro.
Pero el recreo no es lo único que se modificó. Al baño solo se puede ir de a uno persona, deberán almorzar al aire libre o en espacios semicubiertos, entre otros innumerables cambios.
“Para los almuerzos, según el protocolo de la Ciudad, está prohibido hacerlo en un espacio cubierto, pero al aire libre está permitido”, señala Pallaro.
El transporte escolar que lleva a los alumnos desde sus casas hacia el colegio también es otro punto sensible. Pallaro explica que esos transportes no son del colegio, sino que son servicios que contratan los padres. “Pero pedimos toda la documentación que habilite a ese transporte a trabajar. En el caso del transporte que los traslada al campo de deportes, ahí sí nosotros somos los que lo contratamos y nosotros exigimos que se cumplan todos los protocolos dentro del ómnibus”.
Ya son las 8.30 y el ingreso de la primera tanda de alumnos del día ya terminó. Los chicos se encuentran en las aulas escuchando la clase, una posibilidad que, a raíz de la pandemia, parecía lejana, pero hoy, se vuelve a concretar.
“Ahora estaríamos jugando al quemado o a la mancha”, dice Nicanor, de 12 años, que conversa con sus amigos, Francisco y Fernando. Son las 9.20 y empezó el primer recreo. Esos juegos, por ahora, son parte del pasado: hoy lo que más importa es mantener la distancia entre personas.
“El recreo es un poco más aburrido, pero está bueno hablar, a ellos hace mucho que no los veo”, agrega Nicanor, mientras Francisco asiente con la cabeza y toma un poco de sol apoyado contra un arco de fútbol. “El primer día está bueno porque es muy tranquilo, no es que ya te dan tarea”, explica Francisco.
Se ven varias rondas distribuidas a lo largo y ancho del patio. Cada curso o burbuja usa un espacio en particular y, dentro de cada burbuja, como siempre sucede, se generan subgrupos de amigos y amigas que conversan y disfrutan de 20 minutos de descanso.
“Antes nosotras jugábamos a la pelota, hacíamos pases”, se lamenta Luciana, también de 12 años.
Los estudiantes llevan su comida y bebida. Al no haber bebederos, casi todos cuentan con una botella de plástico recargable. Si un compañero se tienta con las galletitas del otro, compartir, esta vez, no podrá ser una opción.
“Mantengan la distancia, chicas”, dice Laura Linero, directora de estudios del nivel secundario del Islands Internacional School. Se da vuelta y a los pocos segundos vuelve a mirar hacia la ronda de chicas. Debe volver a insistir: “Mantengan la distancia”.
Ya pasaron las 9.40 y el recreo terminó, al menos para estos grupos. Ellos empiezan su camino de vuelta hacia el aula por una escalera, mientras que por la otra ya hay otras burbujas bajando hacia el patio. La pandemia hizo que haya turnos hasta para los recreos.
En la planta baja y en los pisos superiores, el suelo y las paredes están repletas de carteles, entre los que indican lavarse las manos o las flechas que marcan la dirección en la cual hay que circular.
En las aulas hay varias particularidades. El Islands aún mantiene un sistema híbrido, es decir, entre presencial y virtual. Al recorrer los pasillos, hay espacios ocupados por alumnos, y otros por docentes que están con auriculares y una computadora mientras llevan adelante una clase virtual. Al ser de jornada completa, como no hay espacio para que vengan todos al mismo tiempo durante los dos turnos, deben intercalarse.
El colegio también instaló un sistema que le permitirá a los docentes que pertenezcan al grupo de riesgo poder seguir dando clases. Consiste en una pantalla gigante con un micrófono que capta el sonido ambiente y una cámara que permite ver toda el aula, lo que en general se llama ojo de pez. Así, con los alumnos en el aula, el docente podría seguir dando clases desde su casa.
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