Vuelta a clases: Jornadas cortas, horarios que cambian todas las semanas y un caos en la organización familiar
“Estoy muy contenta con que arranquen el colegio y veo el gran esfuerzo que hacen tanto los directivos como las maestras. Sofi ya empezó jardín y está feliz. Creo que el inicio de clases presenciales era necesario en muchos aspectos, pero mis horarios son un caos. Pienso mucho en la frase: ‘un día a la vez’. El lunes, por ejemplo, tengo que ir ocho veces al colegio. En estos días voy a trabajar mucho en organizar el calendario para compatibilizar los horarios de los chicos y lograr una semana laboralmente productiva”, dice Carolina Linares, de 40 años, trabajadora independiente y madre de tres chicos.
Los hijos de Carolina son Sofía, de 4, que va al jardín; e Isabella, de 9, y Bautista, de 10, que van a la primaria. Aunque todos van al mismo colegio privado en la ciudad de Buenos Aires, los horarios son todos diferentes. La más chica asiste presencialmente dos horas por la mañana, de lunes a viernes, y tres veces por semanas a la tarde, dos horas. Y en el caso de la primaria este colegio dividió los grados en dos grupos: varones y mujeres. Por eso Bautista e Isabella no tienen los mismos horarios. Ellos van alternadamente, cada semana, a la mañana o a la tarde.
Y no solo eso: a ese complicado cronograma se le suma que dos veces por semana los alumnos de primaria vuelven al colegio, por la tarde, para hacer deportes. “En ese caso Bauti o Isa, según quien vaya a la mañana, tiene que venir a casa al mediodía, almorzar en 40 minutos y volver al colegio. Lo más difícil es cuando Sofía tiene que asistir por la tarde, porque su horario es diferente. Intentaré ver si alguna madre puede ayudarme”, dice con cierta esperanza.
Después de casi un año, por la pandemia de coronavirus, en algunos distritos las clases presenciales ya comenzaron y en otras lo harán en los próximos días. Y aunque las familias, tanto padres como hijos, deseaban el retorno a las aulas, hoy tienen un nuevo desafío: adaptarse a los nuevos y diferentes cronogramas escolares que tiene cada escuela, nivel y grado. Y para muchos, como Linares, la planificación se tornó un caos.
Al respecto, Jorge Catelli, psicoanalista y especialista en educación, dice: “La organización familiar va a requerir de mucha paciencia y flexibilidad por parte de las instituciones y de las familias porque esta es una experiencia sin precedente. Psicológicamente es un momento de mucho estrés porque al desafío de este año se le suma el riesgo real y la necesidad del cuidado propio y del otro. Pero es fundamental tener en cuenta que nuestras escuelas continúan siendo un territorio simbólico y real del encuentro, la socialización, la esperanza, la humanización y la solidaridad”, reflexiona.
Horarios superpuestos
Mariana Karina Sabino, de 48 años, es docente en dos colegios y madre de Sofía, de 14 y Chiara, de 7. “Mis hijas van a dos colegios diferentes. Chiara va a tercer grado del Nivel Primario y Sofía a segundo año de secundaria, que comienza el 8 de marzo. La más chica asiste una semana en el turno de mañana y otra semana en el turno de la tarde. Mientras que la más grande va a asistir jornada completa, lunes miércoles y jueves una semana; y martes y jueves la otra semana”, cuenta.
El problema de Karina es que sus horarios como docente se superponen con el de sus hijas. “Hasta que empiece el colegio Sofía, mi rutina es dejar a Chiara y salir corriendo hacia mi trabajo. Después la retiro al mediodía, vamos a casa, le doy de almorzar a las dos y voy rápido al otro colegio donde trabajo. El problema va a ser cuando comience las clases mi hija mayor, porque mi horario de salida coincide con el de ambas. Además, cuando no tengo clases presenciales debo darlas por Zoom. Voy a preguntar si me dejan entrar un poco más tarde de mi horario laboral y tendré que organizar bien las clases virtuales de forma tal que me permitan llevar y traer a las chicas”, reconoce.
También está preocupada porque a su complicado calendario se suma el acompañamiento en casa con sus tareas, los Zoom, la planificación de sus clases, las correcciones y, por supuesto, los quehaceres domésticos y los almuerzos, que antes los podían hacer en el colegio.
María Julieta Berlot vive en Munro, en el norte del conurbano bonaerense. Es cosmetóloga y madre de Ignacio, de16, Tiago, de 15, Milo, de 6, y Lola, de 4. “Tengo cuatro hijos que van al colegio Nuestra Señora de la Paz, en Olivos. Aunque no iniciaron las clases ya nos dieron el nuevo horario. Y digo nuevo, porque al principio habían dicho que iban a ir un día sí y otro no; ahora nos dijeron que van a ir lunes, martes, jueves y viernes. Los miércoles no hay clases presenciales. Además, una semana irá primaria y jardín; y otra secundaria. Nos adelantaron, también, que las jornadas no excederán las tres horas y media. Aunque es cierto que los más grandes ya pueden moverse solos no quiero que utilicen transporte público por la pandemia. Así que vamos a ver si los acompaño en bici o los voy a buscar”, dice.
María Julia y su marido son trabajadores independientes y pueden manejar sus horarios. “Pero justamente como somos autónomos tenemos que trabajar y, a veces, nuestra carga horaria es mayor a la que tienen personas en relación de dependencia. Termino siendo yo la que corre con los chicos porque mi marido está en el taller. El tema es que si no trabajo, no cobro y necesito trabajar sí o sí”, destaca.
Al mismo tiempo, aclara que no se trata solamente de llevar y traer a los chicos del colegio: también debe ayudarlos con sus clases virtuales, y se suman los almuerzos y las obligaciones laborales. “¿En qué se me complica este comienzo? ¡En todo! Pero de todas maneras creo que es necesario que los chicos empiecen sus clases presenciales”, señala.
Felisa Lambersky de Widder, pediatra, psicoanalista y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) sostiene: “Creo que es muy importante que hayan podido comenzar las clases con presencialidad, aunque no sea un 100% presencial. Es verdad que es muy difícil para los padres que tienen tres o cuatro hijos poder cumplir con los horarios que les corresponden, pero la reglamentación laboral vigente le permite a uno de los padres no trabajar para llevar a su hijo al colegio. Por otro lado, hay familiares que pueden ayudarlos. Lo que ha sido muy difícil y creativo fue armar el protocolo. Sabemos que las cosas no pueden ser ideales, sobre todo en este momento, pero lo importante es que lo chicos tengan presencialidad y creo que la logística se va a ir arreglando, poco a poco, a medida de que vaya pasando el tiempo”.
Widder se refiere a la resolución 60/2021 donde se establece que a partir del inicio del ciclo lectivo 2021 en cada jurisdicción “se considerará justificada la inasistencia del progenitor, progenitora, o persona adulta responsable a cargo, cuya presencia en el hogar resulte indispensable para el cuidado del niño, niña o adolescente”. La inasistencia podrá solicitarse tanto los días en que los niños no concurran a clases presenciales como aquellos en que concurran, pero con jornada presencial reducida y no pueda cumplirse la jornada escolar normal y habitual del establecimiento educativo.
Sin los abuelos
A estos horarios complicados se suma que muchas familias no pueden contar con la ayuda de los abuelos, como lo hacían años anteriores, debido a la pandemia. Además, no es aconsejable los pools de padres por este mismo motivo.
“Mi marido trabaja de 8 a 19, lamentablemente no puedo contar con él para que me ayude con la logística de las nenas. Y tampoco podemos hacer pool como hacíamos otros años debido a este contexto. Pero a las escuelas no podemos decirles nada, están organizando sus protocolos según sus posibilidades, sus espacios, las aulas y la ventilación. Están haciendo un gran esfuerzo. Lo digo porque también me toca estar del otro lado”, resalta Karina.
Sobre este tema, fuentes del Ministerio de Educación de la Nación aclararon que la organización depende de decisiones de cada jurisdicción e incluso de cada escuela en muchos casos, en función de posibilidades edilicias, situación sanitaria, matrícula y plantel docente. “Las autoridades jurisdiccionales e institucionales deben evaluar y atenuar el efecto negativo de la nueva organización escolar en la vida familiar, pero respetando, al mismo tiempo, los protocolos de cuidados por eso deben armarse grupos más reducidos y frecuencias alternadas”, aseguran.
Desde el Ministerio de Educación de la ciudad de Buenos Aires, indican: “Estos días fueron de mucha alegría y emoción porque, gracias a todo el trabajo hecho por las escuelas y al voto de confianza de las familias pudimos volver a las clases presenciales. Durante estos próximos días, a partir de las primeras experiencias de la vuelta, las escuelas van a poder ir haciendo los ajustes y cambios necesarios en sus propuestas para poder cumplir con la máxima: que todos los chicos, todos los días, vayan al menos una jornada simple a la escuela. Y también para ayudar en la organización a aquellas familias con más de un hijo en edad escolar. Poco a poco y con responsabilidad y cuidado, vamos a ir recuperando lo que nos quitó la pandemia”.
Por su parte, desde la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires (DGCYE), explican que las jornadas serán de cuatro horas. En más de 4000 escuelas habrá clases presenciales todos los días y en las escuelas que, por el tamaño de las aulas sea necesario subdividir las secciones en grupos, las clases presenciales se darán en bloques semanales. Es decir, las y los estudiantes concurren una semana a la escuela, y la otra continúan profundizando los contenidos vistos en la clase presencial desde sus casas con actividades educativas que serán acompañadas por las y los docentes. Según agregan, esta forma de organización combinada es recomendada por las autoridades sanitarias ya que facilita la vigilancia epidemiológica de los grupos de estudiantes: “Además para facilitar la organización familiar el plan jurisdiccional subraya que los grupos de estudiantes deben conformarse considerando la asistencia a clases presenciales de las hermanas y hermanos que concurran a la misma escuela, en los mismos días”.
Widder resalta que para los chicos es muy importante la palabra de los padres y por eso es fundamental que ellos se alíen con el colegio para hacerles entender a los chicos que por ahora es lo que se puede hacer para que puedan ir presencialmente a la escuela: “Estos días vimos que los niños que volvieron a las aulas estaban felices. Muchas veces no es posible llegar al ideal, pero sí se puede llegar a lo posible. Esto ha sido lo posible de vuelta a la escuela. Es una presencialidad distinta a lo que los chicos, los maestros y los padres conocían, pero el esfuerzo que se ha puesto para organizar los protocolos en los distintos puntos del país es muy importante y justifica ciertas diferencias”.
Queda claro que la mayoría de las familias celebran el retorno de las clases presenciales, no solo porque la escuela es un organizador social, sino también porque los chicos realmente necesitaban recuperar ese vínculo con los pares y sus docentes. Pero la organización familiar parece una proeza, al menos en el comienzo del ciclo lectivo. “En mi caso, con tres hijos que tienen tres horarios diferentes, armar un calendario parece un juego de ingenio. Lo que tengo claro es que este no año no podré volver al gimnasio”, cierra Carolina con humor.
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