Vuelo trágico en San Fernando: ¿Son riesgosos los aeropuertos cerca de las zonas urbanas?
Los vecinos de la terminal advierten sobre los peligros desde hace años; desde la concesionaria del lugar sostienen que el espacio cumple con todas las normativas
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Esta mañana, en el medio de la calle José Terry, en su intersección con Charlin, en San Fernando, los restos de la trompa y la cola del avión Challenger 300, que el miércoles impactó contra una casa cuando intentaba aterrizar en el aeropuerto de San Fernando, se convirtió en la evidencia de dos posturas encontradas: los riesgos que pueden existir al ubicar un aeródromo en las inmediaciones de una zona urbanizada.
Esta no fue la primera vez que la cotidianidad de los vecinos se alteró con este tipo de problemas: ya en diciembre de 2019, una avión que llegaba de Porto Alegre, Brasil, había caído sobre el techo de una casa cuando se quedó sin combustible durante el aterrizaje.
Los residentes del barrio desarrollaron una rutina marcada por la incertidumbre: cada despegue y aterrizaje se siente como una prueba de resistencia ante los ruidos, el peligro y la falta de respuestas por parte de las autoridades, según indicaron. “Es raro, ¿no? Que pasen estas cosas dos veces en tan poco tiempo”, comentó ayer Luis Sosa a este medio. “Es un peligro. ¿Qué esperan para hacer algo?”, remarcó.
María Rosa abre su kiosco cada mañana mientras vigila el cielo. “Yo siento miedo. Hubo muchos accidentes. En 1988 cayó un avión. Pasando ese puente [por el del Ramal Tigre], otro. Y hace cinco años, uno impactó contra una casa. No es la primera vez”. Y ante el hecho del miércoles, diferenció: “Este [avión] arrancó y cruzó la calle. No es que venga volando y se caiga. Está todo mal. Parece que nadie lo quiere ver”.
“Todos nos conocemos acá, siempre nos quejamos de este aeropuerto. ¿A vos te parece que tengamos uno pegado a las casas? Es una locura. Es obvio que quieren que desaparezca todo el lugar –declaró un residente de la zona–. No es la primera vez que pasa algo grave, y cada vez tenemos más miedo de que termine en tragedia. Necesitamos que hagan algo antes de que sea demasiado tarde.”
Lo cierto es que, a pesar de los pedidos y del temor, San Fernando es el tercer aeropuerto con más movimiento en el país, según las estadísticas de la Secretaría de Transporte de la Nación: tan solo en noviembre partieron de ahí 2485 vuelos, aunque en su mayoría no comerciales y, por ende, con escasos pasajeros de cabotaje. Lo superan el aeropuerto internacional Ministro Pistarini, de Ezeiza, y el aeroparque metropolitano Jorge Newbery.
Incluso en la base de datos publicada en la página web datos.gob.ar bajo el título “Aterrizajes y despegues procesados por la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC)”, tomando en cuenta los vuelos realizados hasta agosto pasado, establecieron que, a partir de junio de 2022, en San Fernando se empezaron a realizar más despegues que aterrizajes. La información surge de un relevamiento hecho por LN Data, y muestra que de los 25.525 pasajeros que se registraron durante este año, el 63% fueron por partidas (es decir, 16.091).
Por su parte, fuentes de Aeropuertos Argentina comentaron que la infraestructura aeronáutica, incluyendo la pista, está habilitada por las autoridades del sector para todas las aeronaves que operan habitualmente en el lugar. “Este tipo de avión como el siniestrado, catalogado como clave B según la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), está habilitado para operar normalmente en este aeropuerto, incluso operan regularmente aeronaves clave C, que son de mayor tamaño, como los Gulfsteram G5 o G650 [similar al que utiliza Messi]”, detallaron. También en la ANAC remarcaron que el diseño del aeropuerto “cumple con las normativas establecidas” por la entidad.
Además de la habilitación, voceros de Aeropuertos Argentina explicaron que el área de movimiento –que incluye pistas, calles de rodaje y plataformas– es inspeccionada al menos cuatro veces al día, siguiendo las recomendaciones de la OACI. Esto implica el control sobre la integridad, tanto de la infraestructura del pavimentos como de las luces y la limpieza de la superficie.
A su vez, sostuvieron que es común que haya viviendas y población en las inmediaciones de los aeropuertos, como ocurre en todas las ciudades del mundo. “Alrededor de la pista tiene previstas superficies de seguridad (franja de pista y área de seguridad de extremo de pista) que, frente a una operación normal, garantizan que, si la aeronave se sale de pista, se detenga dentro del perímetro del aeropuerto. Esto está en orden”.
Aun así, el informe preliminar que elaboró la Junta de Seguridad en el Transporte (JST), y que está sujeto a modificaciones conforme avance el proceso de investigación, estima que el accidente, en el que murieron el piloto y el copiloto, fue causado por una “excursión de la pista”. Resta confirmar o desestimar la teoría de que hubo exceso de velocidad por parte de la aeronave.
Código Aeronáutico
Fuentes de Aeropuertos Argentina explicaron que el aeródromo de San Fernando tiene más de 100 años en el barrio y que se erigió cuando todavía era una zona “totalmente descampada”. Con los años, sus alrededores se fueron poblando. En el mismo sentido se expresó Fernando Dozo, abogado especialista en Derecho Aeronáutico y Espacial, quien apeló al Código Aeronáutico (ley N°17.285). La norma establece que ciertas zonas de los aeropuertos y sus inmediaciones deben despejarse de posibles obstáculos que, por altura, perjudiquen la circulación aérea. También estipula que las construcciones y estructuras de cualquier naturaleza no deben “constituir un peligro” para este tipo de tráfico. De hecho, si se construyera con posterioridad a la habilitación, se podría exigir la demolición.
“Ni la Municipalidad ni la Fuerza Armada Argentina o la ANAC debieron haber permitido la construcción de esas casas ahí. Son posteriores a la pista. Otro tema es la falta de defensas de ‘hormigón blando’. Son montículos que se ubican en los extremos de las pistas, que evitan que las aeronaves sigan de largo, como pasó en San Fernando y en la Costanera, con [el accidente de] LAPA [en 1999]”, explicitó el especialista.
Pero los vecinos insisten en que un factor determinante fue la incorporación de aviones de mayor porte operando en el lugar. Una residente que vive ahí hace 45 años, comentó: “No pueden y no deben estar acá, son un peligro. Todo cambió desde que vinieron estos aviones. No les importa la vida de las personas, solo el dinero”.
Los pedidos se reiteran, temerosos. Pero desde Aeropuertos Argentina remarcaron que el establecimiento “tiene todas las medidas de seguridad que contempla la normativa aeronáutica aplicable”, por lo que no se estima que tomen medidas preventivas ante posibles accidentes futuros. Ante esto, LA NACIÓN intentó comunicarse con autoridades de San Fernando, pero, hasta el momento de publicada esta nota, “estaban todos con el accidente y los damnificados”, por lo que no se expresaron al respecto.
Para Daniel, que vive frente al aeropuerto, el problema no es solo la ubicación, sino la falta de humanidad en la toma de decisiones. Sobre su casa cayó aquella avioneta proveniente de Brasil hace cinco años. Él lo llegó a ver desde la esquina. El miedo, como al resto, lo sigue de cerca: “Cuando sentimos que viene un avión y no escuchamos el motor, automáticamente pensamos que algo pasó. Sentimos lo peor”, dijo.
Para él, no es solo un problema de ubicación del aeropuerto, sino la toma de decisiones de las autoridades. “Les pediría a los políticos y a los del aeropuerto que sean más humanos. Acá vive gente, familias, desde antes de que ellos llegaran”, pidió, mientras señalaba las paredes agrietadas de su casa.
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