La Catedral de la Fe es un cubo de cemento sobre avenida Eva Perón. Gracias a la compra sucesiva de las casas y fábricas linderas, lleva tres décadas de expansión. Adentro se mezclan el bar Coffee Break, las aulas de Catedral Kids y el anuncio ploteado de Ayuda a la Mujer Embarazada, un "espacio de contención" para casos no planificados, con médicos, obstetras y acompañamiento a las ecografías. Después de mostrar el auditorio para 2.400 personas, Osvaldo Carnival –vocalización elocuente– cuenta que hace unos días el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, se reunió acá con los vecinos de Parque Chacabuco. "Si te quedás quieto, te asfalta", dice. "Pero les falta un poco en la cuestión social".
A Carnival y sus 50 pastores, que predican para 25.000 personas, no les falta casi nada. Vienen de pasar el domingo en la Villa 1.11.14, donde repartieron vales para cortes de pelo y arreglos dentales: una actividad que buscó correrse del asistencialismo para alentar sensaciones de autonomía. Con médicos, psicólogos y sociólogos, la dinámica se repite en 15 templos y centros comunitarios de Constitución, Bajo Flores, Soldati, Ciudad Oculta. Hay programas de acompañamiento a adictos (a las sustancias, al sexo, a internet), talleres de hip-hop y cursos de cocina, moda, desarrollo financiero y dirección política.
El 5 de agosto del año pasado, Clarín publicó en tapa una foto de la 9 de Julio repleta de banderas albicelestes sobre el título "Una multitud de evangelistas y católicos, contra el aborto". El pastor celebra el hito: "Esa catarata de expresiones terminó torciendo una decisión. Muchas clínicas abortistas estaban listas para abrir. Antes del derecho a decidir, está el derecho a la vida". La marcha se había armado en apenas tres semanas, después de una reunión entre pastores de las 24 provincias. Solo desde Buenos Aires, terminaron despachando mil micros. Tres meses después, Mauricio Macri los convocó para pedirles ayuda en el trabajo social. "Porque ustedes recorren las calles", fundamentó. "No las recorremos: estamos", lo corrigió Carnival.
Cuando le preguntan si el Gobierno los está usando para controlar la agitación social, cita a Mateo 5:9, Bienaventurados los pacificadores, y plantea que está bien tercerizar lo que el Estado no puede hacer. Ahora espera que respondan a sus pedidos: replicar en la provincia de Buenos Aires las escuelas de oficios que instalaron en Rosario (una de las capitales del boom evangélico, con 750 templos y más de 160.000 fieles) y sumar capellanías en la Policía de la Ciudad. "Antes de las elecciones", recuerda el pastor, "todos los intendentes golpean las puertas del templo".
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Al menos el 9% de los argentinos son evangélicos: cuatro millones de personas políticamente sub-representadas, listas para inclinar una votación. Todavía sin la influencia que tienen en Brasil y con un peso mediático que los confina a la trasnoche, su potencia está en los barrios. Predican en asambleas masivas con pastores estelares y en templos que funcionan en garajes. No necesitan forzar la empatía. Son los vecinos que arman panaderías, hablan con los fiscales y contienen a las mujeres violentadas. Con un efecto multiplicador (los fieles suelen convertirse en referentes), no cargan cruces institucionales: muchos son creyentes de primera generación. Peinan el territorio con más convicción que los curas y más energía que los punteros. También pacifican los pabellones, con líderes que hacen cumplir las rutinas de estudio, trabajo y limpieza. Como el justicialismo, contienen sin sublevar.
En la arena partidaria abrieron dos frentes. El de la representación directa, recién salido del clóset, tiene llegada al Congreso pero sigue lejos del mainstream. El de la representación indirecta, subrepticio y poderoso, avanza por izquierda y por derecha, captura recursos estatales y se consolida entre las mayorías desencantadas. Su sensibilidad política "enfatiza de forma diferencial las cuestiones sociales (y eso los acerca al peronismo) y las demandas conservadoras en cuanto a género y sexualidad (y eso los acerca al bando celeste)", escribió el sociólogo Pablo Semán en el sitio Cenital. "Así tenemos una ecuación posible: demanda social y moral conservadora = peronismo celeste; y moral conservadora sin demanda social = macrismo celeste".
Simpatizante de los segundos, Amalia Granata cosechó 287.000 votos en las elecciones santafesinas de junio, quintuplicando la performance de hace dos años, cuando no logró entrar en el Congreso Nacional. La ex modelo, una declarante pasivo-agresiva que dijo que el aborto "lo van a tener que seguir haciendo en la clandestinidad", es la punta de lanza de Unite por la Vida y la Familia, tercera fuerza provincial. La secundan el pastor Walter Ghione y el abogado católico Nicolás Mayoraz, que hace cinco años empezaron capacitaciones en cada iglesia sobre las bases ideológicas de los partidos y cómo debían pararse los fieles ante la política. Cimentaron su fortaleza desde las redes y los grupos de WhatsApp, para que el mensaje llegara directo a quienes tenía que llegar. "Siempre hemos sido despreciados por el Estado; nunca nos han dado participación", se quejó Ghione antes de la elección. "La única manera de ganarnos esos lugares es haciendo política".
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Con preponderancia de bautistas y Asambleas de Dios, la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas representa a 15.000 de las 16.000 iglesias argentinas. En ACIERA llaman "antorcheros" a los fieles que buscan cargos públicos "para ser sal y luz en todo lugar de nuestra sociedad". Como Miriam Boyadjian, senadora nacional por el Movimiento Popular Fueguino. O el pastor David Schlereth, que en las legislativas neuquinas de 2017 venció al invencible MPN. Otro hombre de Cambiemos, Pablo Petrecca, gobierna Junín desde diciembre de 2015. Después de largos timbreos solitarios, en 2011 se presentó como candidato a concejal desde la juventud PRO: sacó el 2%. En 2013 subió trece puntos y consiguió la banca. Dos años después ganó la intendencia con el 42%. En 2017 arrasó en las legislativas.
"Me formé en el servicio al prójimo", explica Petrecca, cuyo hermano Christian dirige la iglesia Catedral de la Esperanza. "Con esos valores busco aplicar la técnica a la gestión". Reconoce que ubicó conocidos de la iglesia en la gestión, pero aclara que todos son honestos. Algunos medios locales lo acusaron de sobreprecios en la obra pública y de elegir a una fiel de la iglesia como única proveedora de pan para los comedores escolares, una licitación de dos millones de pesos. "La ley no nos condiciona preguntando por orientación sexual o religiosa", justifica el intendente. Consciente del hielo fino bajo sus pies, delegó la asistencia social (subió el 50% en un año) en Cáritas, el Club de Leones y el Rotary.
La antorchera más visible y persistente es Cynthia Hotton, ex diputada e hija de uno de los fundadores de ACIERA. Bajo el sello NOS, acompaña la apuesta presidencial de Juan José Gómez Centurión, ex carapintada y titular de la Aduana en esta gestión. Aunque su discurso de derecha añosa se volvió incompatible con las buenas prácticas PRO, el oficialismo está convencido de que recuperará esos votos después de las PASO.
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El sábado previo a la votación por el aborto en el Senado, el movimiento "provida" armó la mayor movilización de su historia. ACIERA había difundido un documento lapidario con la mira en los legisladores: "El aborto es una práctica criminal y de tortura a un niño por nacer (…) Esta línea es no negociable y sabremos tener en cuenta vuestra decisión en el momento en que nos toque votar". La bajada doctrinaria se complementó con bandas de rock y oraciones. Hablaron madres y médicos, no políticos ni sacerdotes. Los celestes habían aprendido a estar en la calle.
Mientras la militancia católica se fortalecía desde el norte, los jerarcas llamaron a todos los diputados y senadores. A algunos, hasta seis veces. "No nos gustaba lo que estaba pasando. Por primera vez en 200 años, se iba a legislar poder matar", dice Alberto Bochatey. La mayoría de las reuniones con los legisladores, asegura el obispo auxiliar de La Plata, fueron "muy interesantes, incluso desde lugares contrarios a nosotros. Pero algunos malos empleados, muy ideologizados, me tiraron la puerta encima". Con el logo de "Salvemos las 2 vidas" en su perfil de WhatsApp, a Bochatey le llamaba la atención la rapidez con que había salido la media sanción "y que no se hubiera hecho nada con respecto al varón, que en estos casos es el más desprotegido". Si le hablan de las mujeres que mueren en abortos clandestinos, responde con preguntas truculentas: "¿Por qué no se persigue a esos médicos y brujas femicidas? ¿Adónde va el cadáver? ¿Por qué ninguna familia denuncia al asesino?".
Bajo el precepto de que los sectores populares eran mayoritariamente provida y que los verdes eran urbanitas sobrerrepresentados, católicos y evangélicos extendieron el lobby a todos los despachos, en una suelta de profesionales de la UCA y la Universidad Austral que armaron un "coaching científico" sobre legisladores y voceros. Mientras Granata pulsaba el nervio mediático, el movimiento ganaba presentabilidad corriendo de escena a personajes como Mariana Rodríguez Varela ("la loca de los bebitos"). Pero fue, antes que nada, una alianza estratégica. "El Presidente habla más con los pastores que con los obispos. Habrá que preguntarle a Durán Barba por qué", reprocha Bochatey.
Aunque el papa Francisco había sido prudente durante el debate parlamentario, después de la media sanción se quejó de que "el siglo pasado todo el mundo era escandalizado por lo que hacían los nazis para cuidar la pureza de la raza. Hoy hacemos lo mismo pero con guantes blancos". Con esa carga emotiva se llegó a la discusión en el Senado. La noche previa, la alianza celeste instaló una carpa pastoral y una capilla. Más nutrida pero con el ánimo declinante, la marea verde clamaba "saquen sus rosarios de nuestros ovarios".
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Un mes después, la gobernadora María Eugenia Vidal y la ministra de Desarrollo Carolina Stanley terminaron de inclinarse hacia el bando celeste. Las congregaciones evangélicas repartirían en el conurbano los bolsones de comida del gobierno nacional, un trabajo paralelo al de Cáritas y las organizaciones sociales. La red de pastores y sacerdotes habilitaba una llegada directa a los beneficiarios, con el desplazamiento de los punteros como efecto colateral.
Desde entonces, 5.000 voluntarios distribuyen las 4.000 bolsas mensuales con 50 toneladas de alimentos y diez de leche en polvo, en las zonas sur (Quilmes, Solano, Lomas de Zamora, Lanús), oeste (Moreno, Merlo, Morón, General Rodríguez, La Matanza) y norte (Pilar, San Martín, Escobar, Tigre). "Vienen a buscarlos las familias. Cuando no se pueden movilizar, los llevamos a sus casas o a comedores", explica Christian Hooft, a cargo del área de Capacitación de ACIERA. "Además de la bolsa", agrega Carnival, "les damos un abrazo y una oración. Yo les cuento que tenía un vacío en el corazón y pude sentirme pleno cuando me conecté con Jesús".
Dina Rezinovsky –octava precandidata a diputada oficialista por la Ciudad– no podría estar más de acuerdo. "Con los movimientos sociales la comida no llegaba, se vendía o la guardaban para las campañas. Las iglesias tienen un interés social. En cualquier villa hay un templo, una sede de Cáritas o una parroquia, y la gente se acerca a pedir alimentos", asegura Rezinovsky, que después de coordinar la juventud PRO, a fines del año pasado se hizo cargo de su faceta provida, Celestes por el Cambio. Son 1.500 funcionarios jóvenes que buscan recuperar a los votantes decepcionados ante el planteo de debatir el aborto. Antes de la votación en Diputados, ella (también evangélica) entrevistó a todos los legisladores que estaban en contra. "Siempre desde el lado político, nunca el religioso. Aunque no concordáramos en lo económico, tejimos lazos desde lo humano".
Los Celestes por el Cambio reclutan voluntarios desde una plataforma digital, les explican el estado del debate y reparten preservativos a la entrada de los boliches. "No queremos que las nenas tengan bebés", explica Rezinovsky. "El camino es la prevención. Pero desde que hay una vida dentro de ella, una mujer no puede seguir diciendo ‘mi vida’". Ahora está investigando las posturas de los candidatos a renovar las 130 bancas en Diputados y las 24 del Senado. "Es un tema que atraviesa la campaña", plantea. "Hasta un concejal tiene que definirse". Para explicar el aumento de la pobreza (casi tres millones de personas en un año), apela a la ortodoxia: "Argentina sigue gastando más de lo que produce. Por décadas de malos manejos, vivimos por encima de nuestras posibilidades".
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Inflexibles en la doctrina pero atentos al sufrimiento, los jefes católicos no comparten el diagnóstico. "Argentina no puede tener un ciudadano con hambre. Hay un tema de justicia distributiva que no funciona", dice Bochatey. "Están bien los verbos ‘estar’ y ‘hacer’ pero falta sentir, falta la sensibilidad social", se le plantó a mediados del año pasado el obispo Jorge Lugones a Vidal, durante la Semana Social de la Iglesia en Mar del Plata. "Al ajuste no lo tienen que pagar los pobres", agregó Oscar Ojea, presidente del Episcopado, sentado a la izquierda de la gobernadora.
Esas escenas revitalizan la fe de Gustavo Legname. Hace 15 años, cuando administraba 240 hogares de reunión de la Catedral de la Fe en el primer cordón, el pastor pasó unas vacaciones en Las Toninas. Sin entender muy bien cómo, se encontró liderando un movimiento de 2.000 vecinos contra el deterioro de las playas, ya castigados por un impuestazo que había caído sobre los bonaerenses. "El intendente tuvo que arreglar la playa y, por decisión de Néstor Kirchner, el impuesto se canceló", recuerda Gustavo, que ese verano entendió para qué servía la política.
Con el apoyo de Carnival, empezó a accionar en Hurlingham, donde trabajó para que Juan Zabaleta ganara la intendencia. Ahora que la política "trata temas en contra de la familia y los valores", dejó la Biblia en el escritorio para atender el llamado territorial. Como director de Cultos municipal, registró las iglesias dispersas y unió a los pastores en un consejo general. "No puede ser que haya cristianos enojados porque el Estado da algo al que lo necesita", critica. "Jesús multiplicó los panes para que todos comieran gratis". También dice que, cuando recorre los barrios, se encuentra con madres de ocho o nueve hijos, "y ninguna reniega por ellos. Legalizar el aborto es promover la muerte".
En abril de 2019 lanzó junto a 400 pastores el Frente Justicialista Cristiano, "la pata celeste del peronismo". Fue en el Parque Néstor Kirchner de Merlo, donde un mes antes se había presentado la fórmula Fernández-Fernández. Hubo intendentes, se leyó el apoyo de Verónica Magario (que también nombró a un pastor en la Subsecretaría de Culto de La Matanza) y se mostraron videos de adhesión de José Luis Gioja y los Moyano. "El líder es Dios; yo soy el conductor", dice Legname. Se ilusiona con recuperar a Cristina: "Los verdes la convencieron, pero se la puede volver a convencer". La ex presidenta persiste en su idea de unir a los pañuelos. El plan aperturista no puede excluir a las mujeres pobres que están contra el aborto ni a gobernadores celestes como Juan Manzur, Gildo Insfrán, Rosana Bertone o la propia Alicia Kirchner.
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"La prohibición existe y el problema subsiste", dice Néstor Míguez, presidente de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE), que nuclea al protestantismo histórico, metodistas, luteranos y anglicanos. "El camino no es el castigo sino la misericordia. En algunas situaciones hay que comprender y acompañar". No solo habla del embarazo adolescente: "Como pastor me enfrenté a situaciones diversas, con parejas mayores que ya no se sentían con fuerzas para criar otro hijo. La ley tiene que contemplar posibilidades de aborto".
Míguez toma distancia de las gestiones entre ACIERA y el Gobierno: "Donde el Estado no llega, las iglesias deben reclamar su responsabilidad". Pero tampoco se lava las manos. En el comedor que la FAIE administra en Corrientes y Esmeralda, pasaron de 80 a 180 comensales diarios en un año. "Antes atendíamos personas con ciertos trastornos psicológicos", recuerda el pastor, que estuvo a cargo de ese espacio. "Hoy se acerca gente que fue de clase media, trabajadores que han quedado en situación de calle. Como se pierde un sentido de vida y de alegría, tratamos de darles contención espiritual y afecto".
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Ginés González García no olvida el mensaje que Antonio Baseotto le mandó en 2005. Por repartir preservativos a los jóvenes, "merece que le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar", dijo el obispo castrense. Aun con ese antecedente, el ex ministro de Salud dice que "en el último tiempo los sectores religiosos subieron mucho la violencia. Los médicos que cumplieron con la ley en Tucumán [hicieron un aborto a una nena de 11 años violada] están acusados de asesinos". La jerarquía celeste "se opone a leyes de casi 100 años de una manera feroz, en contra de lo que pasa en los países donde están sus centrales religiosas. Descubrieron que hay que exacerbar el fanatismo para conservar a los fieles".
Cuando Ginés era ministro (cargo que podría reasumir si Alberto Fernández ganara las elecciones), "si se producía una interrupción legal de un embarazo acusaban a la mamá y a la familia. En medio de amenazas y presiones sociales, yo tenía que hacer los arreglos para que se llevara a la chiquita a otra provincia. Una vez fui personalmente a Entre Ríos para que el aborto se concretara en Buenos Aires". Su causa no tenía unanimidad en el kirchnerismo, pero cuando visitó a Jorge Bergoglio para informarle sobre la distribución de anticonceptivos, el entonces cardenal primado "fue prudente. No me dijo ‘hágalo’, pero tampoco ‘si lo hace, lo excomulgo’". Si le preguntan cómo se lleva con los celestes de su espacio, responde que "hay que seguir el debate sin transformarlo en un combate", pero que se debe cumplir el protocolo de atención de abortos que inició en 2007.
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La Marcha por la Vida se repitió este 23 de marzo, dos días antes del "Día del niño por nacer", sancionado por un decreto de Carlos Menem que plantea que "la vida comienza en el momento de producirse la concepción". Los organizadores calcularon una convocatoria de 2,5 millones de personas en 210 localidades. Además de sugerirle a una cronista de TN que una nena de 10 años puede tener sexo consentido, el organizador Alejandro Geyer recordó que estaban ahí "por el derecho a la familia a educar libremente a sus hijos sin ideología de género" y "para tomar conciencia de que estamos en un año electoral".
El avance celeste es consistente. El ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, encabeza la lista de diputados oficialistas. El evangélico Gabriel Mraida, director nacional de Prevención del Delito, busca acompañarlo desde el 15º lugar. La subsecretaria de Responsabilidad Social, Victoria Morales Gorleri, está segunda en la lista porteña. Trabajó una década junto a Bergoglio en la Vicaría Episcopal de Educación. Pero el Papa ya se definió. Juan Grabois, su delegado en el Frente de Todos, subió a Itai Hagman al tercer lugar de la boleta a diputado por la Ciudad. El hombre que le sigue, Eduardo Valdés, fue embajador de Cristina en el Vaticano.
En este escenario, Macri eligió acercar posiciones con los votantes desencantados con el debate que él mismo había impulsado. Después del impacto en Santa Fe, dejó afuera de las listas a Daniel Lipovetzky –uno de los defensores más entusiastas del aborto legal– y recibió a Granata para hablar de niñez, adopción y educación. Pero a ella no le alcanzaron las felicitaciones. A la salida del despacho, tuiteó una advertencia: "Le pedimos que reafirme su compromiso con la defensa de la vida. No son tiempos para vacilar".
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