“Voces no escuchadas”: cómo se gestó el grupo de padres que se oponen a la toma en el Lengüitas
Son alrededor de cien que, gracias a WhatsApp, cuestionan la protesta; hoy hicieron un abrazo simbólico al colegio
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Uno a uno se fueron sumando. Llegaron solos o con chicos pequeños de la mano. Con timidez, se acercaron a las inmediaciones de la Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas Sofía E. Broquen de Spangenberg (conocida como “Lengüitas”) y preguntaban si era correcta la hora del “abrazo” al colegio, que está tomado desde el lunes pasado, y si esperaban a que llegaran más personas. Por medio de un grupo de WhatsApp llamado “las voces no escuchadas”, las familias detrás que se oponen a la protesta decidieron levantar el perfil de sus reclamos y alzar la voz de quienes consideran que no están siendo oídos.
“¿Nadie trajo nada para hacer ruido?”, preguntó uno de los padres alrededor de las 13, cuando unos pocos se empezaron a agrupar. Era palpable la falta de expertise y la incomodidad ante la necesidad de manifestar públicamente su opinión, además de la desorganización de un grupo incipiente y espontáneo.
Una madre con sus dos hijos decidió, por su cuenta, colocar una manta en señal de protesta en la puerta del colegio, al lado de las rejas verdes de ingreso. Sus dos hijos que van a la primaria pintaban y dibujaban tranquilamente con materiales que ella misma sacó de una bolsa preparada para la ocasión.
“Esta toma comenzó el lunes y, después de unos días, hablando con una mamá, dijimos de armar un grupo de WhatsApp para entender lo que estaba pasando, le pusimos ‘las voces no escuchadas’”, explicó a LA NACION Mariana Fabbrizzi, madre de un alumno de cuarto año del Lengüitas, que detalló: “A partir de ahí empezamos a juntar más adhesiones, entre las que se encontraban padres y madres de primaria, de nivel inicial, del comercial y de la terciaria. Son 3000 chicos que vienen a esta escuela”.
Explicaciones
“Hace cinco días que estoy tratando de explicarle a mi hijo por qué no va a la escuela”, se lamentó Carlos Villoldo, padre de un chico que asiste a primer grado del Lengüitas, y aclaró a este medio que la organización “se dio de forma espontánea, principalmente al no existir una comunicación institucional clara”.
Al igual que muchas otras familias, Villoldo se enteró de que la escuela estaba tomada con el hecho consumado. Después de unos días de silencio por parte de las autoridades y funcionarios, en el chat de padres comenzaron las preguntas y un intento de organización. “Empezamos a hablar ahí para decir ‘tenemos que hacer algo’”, rememoró. “No estamos en contra de nadie en particular, pero sí del cierre de la escuela. No hay voceros ni cabezas claras. Es el chat de padres, muy espontáneo”, precisó.
“Mi nena tiene cinco años, concurre al Lengüitas desde la sala de tres años. La llevamos el lunes y nos encontramos con el jardín cerrado, sin ninguna autoridad que explique qué estaba pasando. Pedí hablar con un responsable, pero nadie dijo nada”, detalló Alejo Signorelli. Y agregó: “A mi modo de ver, el dejar sin escuela a los chicos le quita seriedad a los reclamos. Yo soy médico, que es una profesión muy mal paga, pero no por eso dejo la guardia del hospital público sin atender. Este caso es lo mismo”.
Perfil
Fabbrizzi cuenta cómo, a partir del incipiente grupo de WhatsApp, las familias comenzaron a buscar soluciones con asesorías tutelares, para entender los posibles caminos a tomar y evaluar alternativas.
“Empezamos siendo nueve y hoy somos alrededor de 100 personas”, señaló Elizabeth Márquez, madre de un alumno de cuarto año del Lengüitas. “Somos papás de chicos que no tienen militancia, que no van a reuniones políticas y no participan en el centro de estudiantes porque en general no coinciden”, precisó.
Márquez describió, además, el perfil general de aquellos alumnos que se oponen a la toma: “Los chicos que militan en el centro de estudiantes son fuertes verbalmente, mientras que los que están en contra de las tomas no tanto. Por eso, casi no vas a ver chicos en contra manifestándose. Los padres tuvimos que salir a apoyar a nuestros hijos”, explicó.
En la misma línea, una madre de una alumna de primer año de secundaria –que prefirió no ser nombrada– habló sobre que su hija se siente “defraudada” porque, según precisó, “la escuela como institución se retiró”. “No le mandaron un solo mail a los chicos explicándoles cuál es el estado de la situación, y eso hace que la incertidumbre sea mayor, porque no sabés si hay alguien negociando o no”, detalló.
Además, coincidió con Márquez en relación al perfil de los estudiantes que están en contra de las tomas y precisó que no saben cómo será “el día después”: “Hay toda una angustia respecto de qué va a pasar entre los que participaron y los que no, en qué roles va a quedar cada uno dentro de la escuela”.
Respecto de la motivación para salir a hablar y alzar su voz, la madre de la alumna de 1° año indicó que fue porque se sintieron “avasallados”. “Los que tienen un reclamo para hacer piensan que su reclamo está por sobre todo lo demás, y eso no está bueno. Hay derechos anteriores y es preciso que los pedidos se den desde las aulas, desde el laburo, desde el lugar que a cada uno le toca para que la sociedad funcione. Si vamos a vivir en una anarquía, esto se nos va a poner cuesta arriba”, se lamentó.
Después de la toma
“¿Qué pasa cuando las tomas terminen y los alumnos vuelvan al colegio?”, se preguntó Paula Galgani, madre de una estudiante de cuarto año del Lengüitas en contra de las protestas. “La verdad es que temo por ella, por su forma de estar dentro del colegio durante el año y medio que le queda hasta graduarse”, se sinceró.
En tanto, Sebastián Bernarda, padre de un niño de primaria, afirmó que se organizaron por “aquellos que no tienen voz”, y reflexionó sobre el momento en que se termine el conflicto: “Creo que después de la toma todos debemos ayudar a los chicos a canalizar los pedidos a través de los mejores canales posibles para no llegar a este tipo de situaciones extremas”.
“Consideramos que la toma no es la forma ni la herramienta. Es una instancia de no retorno porque está impidiendo que los chicos vayan a la escuela. Acá no hay claridad. Estamos en una nebulosa porque no sabemos qué está pasando. Hablaron de una votación para determinar hoy si se continuaba o no con la toma, pero quedó en suspenso producto de lo que sucedió anoche [en alusión a una denuncia por violencia física contra los alumnos] . Nadie sabe cómo se va a resolver”, concluyó Fabbrizzi.
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