Vivir dignamente, morir en paz
En el contexto de todo debate social sobre temas humanos, las palabras y las expresiones que se cristalizan para promover las diferentes posturas pueden esconder la complejidad del tema que está en discusión.
Por muerte digna, debemos entender el derecho del paciente a decidir por sí mismo el tratamiento de su enfermedad. Cuando el cuerpo ya ha cumplido su ciclo normal de vida, no hay obligación de recurrir "a métodos extraordinarios" para prolongar la vida. El enfermo tiene derecho de pedir que lo dejen morir en paz. Los sufrimientos de una agonía prolongada no tienen sentido. Pero una cosa es prescindir de tratamientos extraordinarios y otra, provocar la muerte positivamente: eso es la eutanasia.
Eticamente, todos estaremos de acuerdo en que hay que evitar el encarnizamiento terapéutico, porque es cuidar la calidad de vida.
También es razonable que una norma jurídica dé la posibilidad al paciente de negarse a recibir un tratamiento cuando juzga que no se encontraría en condiciones de llevarlo adelante, o cuando lo dejaría en un estado no deseable.En muchos casos, la manifestación de esta preferencia se realizará con anticipación, para que tanto sus familiares como el médico puedan respetar la voluntad del interesado. Esto entraría dentro de lo que podríamos llamar "dejar morir en paz".
Un caso muy distinto es quitar la hidratación y la nutrición (salvo que el paciente se encuentre ya en la fase final de agonía). Porque estaríamos causando la muerte por inanición.Es muy distinto ocasionar el fallecimiento de un enfermo por hambre o sed que dejar morir en paz a alguien.La ley recién aprobada debería evitar esta posibilidad y en su aplicación los médicos deberemos pensar siempre que hemos estudiado para ayudar a vivir dignamente, y que parte de esa dignidad es ayudar a las personas a morir en paz.
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