Visita al palacio dorado del emperador Nerón
ROMA.- Recordado por el gigantesco incendio que en el 64 d. C. devastó Roma -del que fue acusado-, por ser uno de los emperadores más déspotas y por haber efectuado las primeras persecuciones contra los cristianos, Nerón vuelve a ser evocado: las ruinas de su fastuoso y exuberante palacio, conocido como la Domus Aurea (la Casa Dorada) han sido reabiertas al público luego de veinte años de restauración.
La Domus Aurea era un lujoso complejo edilicio que Nerón hizo construir justamente en el 64, después del gran incendio de Roma, expropiando un área de 80 hectáreas en el corazón de la urbe. Muy poco quedó de todo esto, y al recorrer sus ruinas es necesaria una alta dosis de imaginación y un poco de historia para no quedar decepcionado.
Lo que se sabe de la Domus Aurea es gracias a los historiadores de la época, sobre todo Tácito y Svetonio. Estos, como sus contemporáneos, quedaron obnubilados ante la vastedad y opulencia de la la sede oficial del poder imperial romano. Además de suntuosos edificios -con paredes decoradas por refinadísimos frescos, y revestidas con planchas de oro, mármol y marfil-, el palacio incluía fuentes, un enorme lago artificial, jardines, huertas, viñedos, y bosques, donde también se destacaba la presencia de animales exóticos. Pero no sólo eso. El conjunto arquitectónico contaba, también, con efectos extravagantes como una cúpula rodante y una bóveda celeste, y una cantidad indescriptible de obras de arte, la mayoría fruto de saqueos de Nerón en Grecia.
En fin, un escenario impactante, ostentoso, que simbolizaba la concepción absolutista del poder del emperador. Nerón, en efecto, luego del famoso incendio, había comenzado a representarse como el Sol, y como el creador de una nueva edad del oro. Su residencia, entonces, debía convertirse en el palacio del dios Sol, brillante de oro.
La Domus Aurea fue construida en tiempo récord, cuatro años, es decir que fue concluida en el 68. Aunque algunos dicen que nunca fue terminada. Los arquitectos de la obra fueron Severo y Celere, "cuyo antojadizo atrevimiento llegó a crear con el arte y el derroche de las riquezas del príncipe, extravagancias que iban contra las leyes de la naturaleza", escribió Tácito (Anales, XV, 42).
Nerón, de todos modos, no tuvo demasiado tiempo para disfrutar de su monumental residencia: declarado por el Senado enemigo público, el emperador se suicidó pocos meses después de su inauguración, en el 68.
La parte que el público puede visitar hoy es sólo un pabellón de la Domus Aurea, en la colina del Oppio (frente al Coliseo). Este palacio había quedado sepultado durante siglos, al ser usado como base para las Termas de Traiano, construidas en el 104. Por esto, sus refinadísimos ambientes no sólo fueron vaciados de las obras de arte, del oro, del mármol y del marfil, sino que también fueron rellenados con tierra.
Después de 20 años de restauración y consolidamiento, de las 150 salas descubiertas por los arqueólogos, son 35 las que se pueden recorrer ahora, en un trayecto de 200 metros, donde un sofisticado sistema de iluminación permite admirar algunos frescos, decoraciones, y mosaicos.