Violencia contra el personal de salud: se registran cada vez más episodios de agresión física y verbal
La problemática se da en todo el país, en un contexto de altísima demanda en los sistemas de salud por la disparada de casos de coronavirus
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Las brutales agresiones a médicos y enfermeros en centros de testeo y Unidades Febriles de Urgencia (UFU) en la ciudad culminó con una medida de fuerza de la Asociación de Médicos Municipales (AMM) de la ciudad, que llamó a suspender la atención en las 20 UFU porteñas el 25 del mes pasado. Ante este hecho, el Ministerio de Salud reforzó la seguridad en diferentes puntos. Sin embargo, la semana pasada se viralizaron nuevas agresiones verbales y físicas en otros puntos del país.
El problema escaló a tal punto que, desde el Consejo Federal de Salud (COFESA), la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, junto a sus pares de las 24 jurisdicciones, repudiaron los ataques y agresiones que sufrieron las trabajadoras y trabajadores de la salud, a los que calificaron de “inadmisibles”.
“Cabe destacar que la gran mayoría de las argentinas y argentinos valoran el trabajo a lo largo de la pandemia de quienes tienen encomendada la tarea sanitaria, y solo se trata de una pequeña parte de la sociedad la que ha llevado a cabo estos inadmisibles actos —dijeron ayer, a través de un comunicado—. Por ello resulta necesario que como sociedad en su conjunto garanticemos un ambiente de trabajo seguro para que estas personas puedan brindar un servicio tan fundamental como es la salud. Es el compromiso también de todas las áreas de Gobierno a nivel nacional, provincial y municipal, quienes redoblarán esfuerzos para que este tipo de hechos lamentables no vuelvan a ocurrir”.
Jorge Gilardi, presidente de la AMM de la ciudad de Buenos Aires, afirma que se triplicaron los reclamos que reciben por violencia. “Hubo al menos 30 desde que sucedió el incidente del Santojanni, hasta ese domingo que se reforzó la seguridad —dijo—. La sociedad tiene que entender que aquello que antes se hacía en media hora, hoy se hace en tres horas, porque estamos ante una situación de una gravedad inusitada”.
Lejos quedó el recuerdo de los aplausos al personal de salud a principios del 2020. Hoy, la mayor parte de estas agresiones se deben a las largas horas de espera que experimenta mucha gente hasta ser atendidos, en un contexto donde los casos de coronavirus cruzaron la barrera de los 100.000 diarios.
Ya para finales de diciembre, las colas para testearse en la ciudad de Buenos Aires eran de varias horas. El 25 de diciembre, Oscar Swarman, encargado de la UFU del hospital Santojanni, en Liniers, fue agredido con insultos, golpes y escupitajos. El médico afirmó que hisopaba casi a una persona por minuto: “No tuve tiempo ni de tomar un vaso de agua o de ir al baño en cinco horas”.
Desde el Ministerio de Salud de la ciudad de Buenos Aires, afirmaron que no recibieron ninguna otra denuncia, y ratificaron que sumaron 30 personas como refuerzo de seguridad en centros de testeo de coronavirus en respuesta al reclamo.
A estas agresiones reportadas en la ciudad, se le suman otras en el país. El 6 de enero, una médica en el Hospital de Tunuyán de Mendoza fue agredida verbalmente por las personas que estaban esperando para hisoparse, luego de que implorara que contemplaran las demoras por la alta demanda de hisopados y otras cuestiones de salud. El video, en el que se puede escuchar como un hombre le responde “si no estás capacitada para estar 24 horas parada haciendo testeos, no vengas”, se viralizó en las redes sociales.
El episodio se suma a otros anteriores, como el ataque físico de una mujer a dos médicas en el Hospital de Pacheco, en la provincia de Buenos Aires, porque quería que le dieran prioridad a su hermana. La situación quedó filmada en un video en el que se puede ver como la mujer le lanza una trompada a la cirujana y a la médica que estaba a su lado.
En cuanto al por qué de la violencia, Gilardi cree que se debe a un conjunto de cuestiones: “Se armo un cóctel explosivo: la cesación de contratos de trabajadores de salud en la meseta y luego el aumento de casos. La gente que quiere viajar, irse de vacaciones, juntarse en reuniones familiares y el pase sanitario. Hay un clima de tensión, de incertidumbre, de angustia, de problemas económicos”.
Al respecto, Harry Campos Cervera, psiquiatra miembro la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), explica: “Las personas descargan su frustración ante la figura visible. No hay una agresión solo frente a los profesionales médicos, pero ellos lamentablemente están frente al público. Sienten que su demanda tiene que estar satisfecha de inmediato, y cuando eso no pasa se lo atribuye al médico”.
Además, opina que “en el caso de Argentina hay una sensación de impotencia frente a muchos elementos que producen frustraciones como la situación social y sanitaria, y la posibilidad de nuevas restricciones”.
Otro caso de violencia ocurrió en un espacio montado por el municipio de General Pueyrredón en Playa Grande, donde incluso tuvo que intervenir la Policía ante los insultos de las personas contra el personal de salud. “Sigan hisopando la c... de su madre”, “No sean hijos de p...”, gritaban las personas. De hecho, los trabajadores tuvieron que retirarse escoltados por policías. La furia de las personas en el lugar se desató cuando, pasadas las 22, se comunicó que no se realizarían más pruebas PCR y que los exámenes se reanudarían el viernes siguiente por la mañana. La premura de muchos individuos por conocer su estado antes de la fiesta de Año Nuevo encolerizó a varios hasta un límite impensado.
Por otro lado, la semana pasada la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria emitió a través de las redes sociales una carta abierta, en la que repudian los hechos de violencia contra el personal de salud, en la que hacen “un llamado a la calma, la empatía y el respeto”.
“Hoy seguimos batallando contra un enemigo invisible, pero se suma una nueva pelea: la de la violencia ejercida contra el personal de salud a lo largo y ancho de todo el territorio nacional —afirman—. Comprendemos el cansancio, el malestar y la frustración con la que hoy todos cargamos en mayor o menor medida, pero en ningún caso se justifica el ejercicio de la violencia”.
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