Vio el asesinato de Fernando Báez Sosa y lo recuerda tres años después: “Mientras le pegaban a Fernando, la gente filmaba; salvo sus amigos, nadie hacía nada”
Mariana Areco, hoy de 23 años, revive la noche del asesinato que presenció cuando trabajaba en un bar de su familia, en la esquina de la avenida 3 y la calle 102
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VILLA GESELL— En el grupo de amigos de Mariana Areco, hoy de 23 años, todavía se habla de la madrugada del 18 de enero de 2020. Esa noche ella se encontraba trabajando en JetSet, el bar de su familia, ubicado en la esquina de la Avenida 3 y la calle 102, en Villa Gesell. Primero escuchó gritos y decidió salir a la calle: vio dos peleas “muy violentas”, una de ellas fue la que terminó con la vida de Fernando Báez Sosa, de 19 años.
“Lo recordamos seguido, y cuando me junto con compañeros es un tema que sale con cierta frecuencia. También cambió la dinámica de la Avenida 3 y caminó la cantidad de chicos que vienen de vacaciones acá, por lo que hay menos movimiento y eso afectó las ventas del bar”, relata Areco, que casi tres años después del crimen vuelve a dar su testimonio a LA NACION.
El día siguiente del asesinato de Báez Sosa, ella describió a este medio las escenas que presenció y que todavía la acompañan. “Primero hubo una pelea muy violenta en la esquina de la Avenida 3 y la 102. A un chico le pegaron tres patadas en el piso y le tiraron una botella. Quedó todo ensangrentado y los policías lo pusieron de costado. Luego les gritaron que había un chico aún más grave por otro enfrentamiento a unos metros de ahí”, relató.
Según describió, esa noche todo era un caos porque hubo varios enfrentamientos en simultáneo, la policía se vio sobrepasada y la ambulancia demoró 40 minutos en llegar.
El chico que estaba en una situación aún más crítica luego de una pelea era Báez Sosa, que ya estaba sin vida sobre el suelo. “Una persona lo trataba de reanimar, le hacía RCP [Reanimación Cardiopulmonar] a Fernando, pero se notaba que ya no reaccionaba. Luego la ambulancia tardó 40 minutos en venir y cuando finalmente llegaron Fernando estaba muerto. Al otro chico herido por la pelea anterior no lo atendieron”, dijo.
Areco describió los gritos y resalta la inacción de la gente que pasaba por ahí sin detenerse. También recordó que los amigos de Báez Sosa intentaron frenar la pelea y varios de ellos recibieron fuertes golpes en la cara y la cabeza.
Imputados
De hecho, eso fue lo que describieron algunos amigos de Báez Sosa que declararon como testigos en el juicio que se está llevando adelante ahora en Dolores, donde se está juzgando a Luciano Pertossi, de 21 años y apodado Chano; Ciro Pertossi, de 22; Lucas Pertossi, de 23; Ayrton Viollaz, de 23; Máximo Thomsen, de 23; Enzo Comelli, de 22; Matías Benicelli, de 23, y Blas Cinalli, de 21, están imputados de “homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas”.
Por ejemplo, el primer amigo de Báez Sosa en declarar como testigo fue Lucas Filardi. Su testimonio duró dos horas y 15 minutos. “Hubo patadas en el pecho y en la cabeza. Fue un instante que vino gente gritando y le pegaron. [Fernando] se cae el piso y ahí fueron patada y piñas. No hubo acto de defensa. La primera piña fue dirigida a Fernando. Fue una piña muy fuerte a la cara, directo a la cara para desestabilizarlo. Fue repentina. Luego, creería que fue Luciano Pertossi quien me pegó a mí. Dije que paren [de pegar] y se ensañaron conmigo”, relató.
“Mientras le pegaban a Fernando la gente filmaba, pero, salvo sus amigos, nadie hacía nada. No puedo creer que frente a eso la reacción de la gente sea sacar el celular”, se quejó Areco.
Hoy ella dejó su trabajo en JetSet y pasó a desempeñarse como cajera en una carnicería de Villa Gesell. Ese crimen, asegura, hizo que muchos menos jóvenes lleguen a esta ciudad balnearia, que siempre se caracterizó por ser un polo de atracción para ese público por la amplia oferta nocturna.
“Acá de noche hay más policía y menos chicos. Si te fijás, por ejemplo, en la playas antes estaba repleto de grupos y ahora, si bien siguen viniendo, no llegan tantos como antes. Eso para el bar fue un golpe, porque hay menos movimiento”, describe Areco.
De cara al juicio, ella no fue a declarar como testigo, pero sigue de cerca todas las audiencias. “Todos estamos muy pendientes del juicio. Lo único que deseamos es que les den perpetua: lo que pasó esa noche fue un asesinato violento”, concluye Areco.
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