Villa del Parque. Un grupo de vecinos logró que vuelvan las mariposas al barrio
Una bióloga armó un jardín en su patio con las especies de plantas nativas que buscan las mariposas para comer y reproducirse
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En la ciudad hay cada vez menos mariposas. O, mejor dicho, ya casi no quedan mariposas. Lo sabe Romina Suárez, vecina del pasaje Toay, en Villa del Parque, que es bióloga y trabaja en el INTA, en temas de biodiversidad. Durante la cuarentena, le tocó quedarse a trabajar desde casa, y su mundo laboral y personal se cruzaron. Romina pensó que podía hacer algo que le devolviera vida y color a su cuadra. Y así nació el proyecto de “sembrar mariposas”.
Era otoño y se puso a armar un jardín en su patio con las especies de plantas nativas que buscan las mariposas para comer y reproducirse. Y funcionó. En primavera llegaron las mariposas. Entonces, Romina subió la apuesta. Habló con sus vecinos. Y les propuso hacer lo mismo en sus balcones, terrazas, jardines y hasta en los canteros de la calle. “Les propuse que plantáramos esas especies en los canteros a lo largo del pasaje”, dice. Hoy al Toay sus habitantes lo llaman “Pasaje de mariposas”. Y han conseguido en muy poco tiempo que volvieran esos personajes alados que poblaban sus infancias pero que sus hijos veían pocas veces.
“Las mariposas son indicadoras de la calidad del ambiente para otras especies. Además de tener un valor cultural muy marcado, su presencia es importante en el ambiente ya que cumplen algunas funciones como ser indicadores de calidad ambiental. También son el segundo polinizador más importantes después de la abeja, actúan como controladores de plantas que algunos consideran malezas y a su vez, son alimento o presa de muchas especies, por lo que cumplen un rol importante”, explica Romina.
¿Porqué ya casi no hay mariposas en la ciudad? Las principales razones son la perdida de su hábitat natural, que son los parches de vegetación nativa con especies hospederas y nutricias. Pero también el uso de insecticidas genera la mortandad de las mariposas.
Ser parte del proyecto entusiasmó a los vecinos. Después de plantar su pequeño jardín con plantas nativas, se sentaron a esperar. Y cuando llegaron las mariposas, les dejaron huevos en las plantas y aparecieron las primeras orugas, se llenaron de emoción. Y las adoptaron y cuidaron como a verdaderos hijos. Armaron un grupo de Facebook donde fueron dejando un asombroso registro de la evolución del experimento. Parece el Gran Hermano de mariposas, Cada metamorfosis, se documenta con fotos y videos y se festeja como un milagro.
Ahora, la mayoría de los canteros del pasaje, que tiene dos cuadras de extensión, se pobló de plantas nativas que se convierten en el hábitat ideal para que vuelvan las mariposas a la ciudad. Mientras llega nuevamente el otoño, los vecinos trabajan otra vez en los canteros que todavía están vacíos para llevar variedades como la flor de sangre, la canario rojo, la achira roja, la tasi y la salvia azul, que son hospederas naturales de la mariposas. La salvia, también atrae a los colibríes.
Este año, como nunca, durante los meses de calor, este rincón de la ciudad volvió a llenarse de colores. Hasta aparecieron variedades que hace tiempo no se venían en la ciudad, como la mariposa cuatro ojos o pavo real, la bataraza, la achirera y la también más popular, la monarca del Sur.
“El proyecto no solo busca recuperar la diversidad de mariposas diurnas por su valor estético y cultural si no también busca generar nuevas interacciones biológicas que permitan un equilibrio dinámico en el tiempo. El proyecto tiene a su vez un foco importante en la educación ambiental y busca lograr una mayor comprensión de la importancia de la conservación de nuestra flora y fauna nativa en ambientes urbanos”, explica la bióloga.
“Los canteros funcionan como pequeñas islas en las que las mariposas pueden encontrar los recursos necesarios para alimentarse, refugiarse y reproducirse y juntos pueden funcionar como un corredor biológico conectando otros espacios verdes como jardines y otros parches de vegetación natural”, explica Romina entusiasmada. Así lo pensó ella, cuando les presentó a sus vecinos un diseño hecho con imágenes de Google Maps.
Al final del pasaje, sobre la calle Concordia, hay un terreno baldío que por años la fascinó. Se trata de una antigua casona que está abandonada desde hace más de cincuenta años. Los herederos nunca se pusieron de acuerdo de qué hacer con ese doble lote de 50 metros de fondo. Por eso, ahí, de la mano del abandono se formó todo un ecosistema de especies nativas, que se llena de aves, insectos, mariposas, plantas tipo plumero, y hasta hay un cañaveral.
¿Saben qué ocurre si dejan de cortar el pasto por mucho tiempo en un terreno?, explica Romina. Vuelven a crecer las plantas nativas. Esas que los pájaros pueden anidar y los insectos locales comer. Entonces empieza una reacción en cadena de la naturaleza que devuelve la vida que tenía la zona antes de que llegara el cemento y las plantas foráneas.
“En ese terreno, crecieron espontáneamente varias plantas nativas como la pasionaria, guaco, lantana y la mariposera, seguramente a partir de semillas dispersadas por el viento y las aves. Funcionó como un parche de hábitat natural para las mariposas”, explica Romina.
Entonces se le prendió la lamparita. ¿Si en el pasaje les ofrecían a las mariposas esas plantas que les encantan, volverían? La respuesta fue que sí. Y en menos tiempo del que pensaban.
Romina asegura que recuperar la biodiversidad en plena ciudad es posible. De hecho no son los únicos vecinos que trabajan en eso. En su página interactúan con vecinos de Berazategui, que llevan adelante el “Proyecto repoblación de mariposas autóctonas”. Y con el grupo “Plantas de Asclepias para mariposas monarcas - La Oruguita”, de Rosario. Además, hay vecinos de Villa Crespo y de Villa Pueyrredón que ya comenzaron a replicar la experiencia en sus canteros. Todos comprobaron que alcanza con una pequeña acción para que la naturaleza desencadene sus propios procesos de equilibrio que atraen a otras especies.
Romina explica el proceso: Las plantas nativas atraen a las mariposas. Pero ese es solo el comienzo. También vuelven los pájaros. Algunas de esas plantas se llenan de pulgones, que por muy temidos que sean, representan una forma de control de crecimiento y tienen su predador natural: las vaquitas de San Antonio. “Acá no hay buenos ni malos. Es la misma naturaleza buscando el equilibrio”, explica. La población de mariposas también tiene su controlador: las avispas. Bastó con sembrar plantas nativas hospedadoras de las mariposas para que en el pasaje comenzara la cadena de retorno a la biodiversidad.
Los vecinos están fascinados. Para favorecer el crecimiento y la reproducción de las mariposas, algunos de los vecinos propusieron armar unos sencillos mariposarios, con cajones de verdulería y tul. Y llevaron allí a las orugas para empupar. Otras pupas aparecieron en los lugares más insólitos, como bajo un picaporte, entre los huecos de los ladrillos o bajo las mesas de los patios.
“Puse tres plantas de asclepia y llegará en breve la segunda camada de monarcas. Hay varias pupas que en pocos días nacerán”, cuenta entusiasmada Inele Salgado. Un mes después, ya iba por la tercera camada. Y la preocupación para que nadie se quedara sin alimento le quitó hasta el sueño. “¿Alguien tendrá para dar hojitas de asclepia o tasi? Tengo 27 oruguitas. Les falta un poco para empupar y ya se comieron toda mi planta y los plantines que tenía. Les di láminas de zapallo. ¡No sé qué más hacer! Me apena que mueran...”, publicó en el grupo. No tardó mucho en aparecer la solidaridad entre vecinos. Todos están en la misma lucha. Después, los vecinos aprendieron que no era recomendable reemplazar las plantas por zapallo.
“Ayer nació nuestra hija”, anuncia en el foro Camila Riz, una vecina del pasaje y publica la foto de su mariposa. La emoción se apodera de los comentarios. “Bienvenida”, publica Vanina Afriol, junto a la foto del nacimiento de su primera monarca.
“Desde que comenzamos con nuestro proyecto, salimos a observar todos los días nuestros jardines, patios, terrazas y canteros de vereda un par de minutos, durante las horas de sol y registramos las especies y la cantidad de mariposas que nos visitan diariamente. Cada vez aparecen más”, explica Romina, que les ofrece a sus vecinos una guía para reconocer las distintas mariposas.
“Encontré esta espejito en la calle, tiene las alas dobladas, con la forma de su crisálida, como si no hubiera terminado de extenderlas. No puede volar, la tengo en casa para que no se presa de algún depredador. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarla?”, publica Diana Maidana, otra de las vecinas “Seguramente es porque eclosiono hace poco y sus alas necesitan secar. Trata de colgarla de alguna planta con las alas hacia abajo”, le recomienda Romina.
Que se pueda hacer algo para alargar la corta vida de una mariposa, sorprende. Pero los milagros que se ven en la página son aún mayores. Por ejemplo, el que cuenta Fernando Rial, vecino del grupo La Oruguita de Rosario, que se animó a “operar” a una mariposa para que pueda volar. “Comparto mi primera experiencia como cirujano”. Y cuenta que el día anterior, liberó una mariposa que nació con un problema en su ala. Al salir del capullo, una se le quedó plegada y no podía volar. “Decidimos hacerle una cirugía para devolverle su ala. Teníamos una pequeña alita de una mariposa que no había prosperado y decidimos ayudarla”, cuenta. En el video se ven los pasos de la cirugía, en la que le pegan su nueva ala. El video del día siguiente fue el más esperado. El momento de la liberación. Cuando la mariposa, a la que bautizaron Pepito, finalmente abrió sus alas y se perdió en el cielo.
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