En Río Negro, ayer, fueron puestos en libertad siete ejemplares
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Piuque Wenú (Gran corazón), Tayel (Canto sagrado), Mawun (Lluvia), Pachamama (Madre Tierra), Kume Feleal (Buen vivir), Kurruf (Viento) y Lihuen (Luz de vida). Estos son los nombres de los siete cóndores que ayer fueron liberados en la Bioestación de Sierra Pailemán, ubicada en Río Negro, perteneciente al Ecoparque y a la Fundación Bioandina, tras haber nacido en cautiverio, en lo que fue la liberación más grande de cóndores realizada en la Argentina y, además, la primera hecha en el marco de la pandemia por Covid-19.
“Rescate, rehabilitación y liberación”. Según Federico Iglesias, director del Ecoparque porteño, sobre estos tres ejes se asienta la tarea que realizan en el exzoo: “Trabajamos conjuntamente con las comunidades locales donde habita el cóndor y, una vez son rescatados, les damos cuidados veterinario y comienzan el entrenamiento para su liberación, mientras conviven con otros cóndores durante un mes y medio. Es el único lugar donde se pueden liberar pichones sin experiencia de vuelo”. Comenzaron a realizar esta labor en 1997.
Se trata de la décimo séptima liberación del programa denominado Retorno del Cóndor al Mar. Con los siete cóndores andinos liberados ayer, ya sumaron a los 64 puestos en libertad en la costa del Átlántico y a los 215, en toda Sudamérica.
“Esta labor no sería posible sin el conjunto de actores que actuamos en red. En él participan la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y de provincias como Chubut, Neuquén o Río Negro; la Fundación Temaikèn, Bioparc o la compañía aérea Aerolíneas Argentinas, que facilita el traslado inmediato cuando un cóndor necesita asistencia urgente”, agregó Iglesias. La última gran operación fue en 2019, e implicó la suelta de seis ejemplares.
Mirada integral
Especie declarada en peligro de extinción, el cóndor andino se enfrenta al peligro de los cebos tóxicos. “Es uno de los casos más frecuentes. También por la ingesta de plomo cuando se alimentan de una presa a la que le dispararon”, completó Iglesias. Fue el caso de Piuque Wenú que sufrió una intoxicación por balas de plomo y fue rescatada en Neuquén.
Para detectar y evitar que se utilicen sustancias venenosas, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible impulsó la Estrategia Nacional Contra el Uso de Cebos Tóxicos en 14 provincias.
Además, el director del Ecoparque destacó la historia de Suyana, una hembra rescatada en 2017 y que fue liberada en Cafayate en 2019, la última suelta previa a la pandemia. Meses después, apareció muerta luego de ingerir cebos tóxicos.
“Es una mezcla de educación ambiental y respeto por las cosmovisiones de las comunidades originarias, que representan al cóndor como un animal sagrado. Tras cada liberación, se realiza una celebración en los pueblos y, antes de la pandemia, se reunían hasta 3000 personas”, relató. Y concluyó: “Pero se trata también del resto de especies. Se necesita una mirada integral que pueda equilibrar la economía, la inclusión social y el medio ambiente. Es todo un desafío”.
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