Víctima del Próvolo: "Hemos sufrido mucho y era necesaria esta decisión"
MENDOZA. - Respiran más tranquilas, con lágrimas en los ojos y una sonrisa dibujada, en medio de tanto dolor. Las víctimas de los curas abusadores del Instituto Antonio Próvolo de Mendoza ahora se sienten un poco más aliviadas. No hay nada que festejar, pero sí mucho que sentir, de sacarse un gran peso de encima, expresan al unísono. Las condenas contra los sacerdotes y el ex jardinero del colegio religioso pusieron sobre la mesa el duro peregrinar que tuvieron que padecer hasta que viera la luz el castigo.
"Son sentimientos muy difíciles de explicar. Es lo que esperábamos: Justicia, después de tanto dolor: Hemos sufrido mucho y era necesaria esta decisión de los jueces. Estamos felices, pero no festejamos; sentimos paz", expresó a LA NACION, visiblemente emocionada, Mayra Vanina Garay Sosa, de 26 años, una de las víctimas de los abusos durante los años que vivió en el colegio, quien se fundió en abrazos con sus compañeros del Próvolo y sus familiares. Pura emoción, puro dolor, pero muchas ganas de futuro, por delante
La joven, junto a su mamá, Silvana Sosa, buscaba explicar sus sensaciones. "Sentimos algo raro, son muchas emociones. Lo importante es que pagarán por lo que hicieron", expresó Silvana, al borde del llanto, quien espera ahora el nuevo juicio contra el personal religioso y administrativo del Próvolo. De hecho, la chica fue víctima de la monja japonesa Kumiko Kosaka, por lo que espera con ansiedad que se defina la fecha del juicio, que se estima se realizará a comienzos del 2020. "Mi hija estuvo a su cuidado y fue responsable de todo lo que padeció. Nos decían que los chicos eran rebeldes, que no teníamos que hacerles caso, que todo lo que contaban era porque se sentían rechazados por la sociedad", contó Silvana, con un poco de angustia y culpa por no haberse "dado cuenta y creer en su momento lo que decían los chicos".
Desde que arrancó el esperado juicio, el 5 de agosto, las expectativas eran grandes entre los afectados y sus familiares por el horror vivido en el colegio de La Carrodilla, en Luján de Cuyo, conocido como "La Casita de Dios", entre 2007 y 2016. Sin embargo, las duras condenas realmente sorprendieron a varios, quienes temían que la resolución fuera diferente.
En cada jornada y audiencias del debate se acercaban a tribunales para mantener vivo el reclamo. Por eso, hoy, una decena de víctimas se hizo presente para escuchar la histórica sentencia y poder mirar a los ojos a sus victimarios. Fueron momentos de extrema tensión, antes de ingresar a la sala. De hecho, tuvo que intervenir personal psicológico del Equipo de Abordaje de Abuso Sexual del Ministerio Público Fiscal de Mendoza (EDeAAs) para contener a las víctimas, que cambiaban constantemente su estado de ánimo.
En las escalinatas del palacio judicial, otro gran grupo de allegados a los damnificados esperaba la resolución del tribunal penal.
Durante el final del juicio estuvo presente también Daniel Sgardelis, principal denunciante del cura Corradi en la causa de La Plata, quien con su celular registró cada momento de la jornada para que sus seguidores pudieron conocer de cerca lo que ocurría en tierra cuyana.
Una vez conocido el veredicto, en las puertas del edificio judicial, se realizó una suelta de globos de todos los colores, como una forma de sentirse libres tras las esperadas condenas y en un mensaje hacia la sociedad para que el horror no vuelva a tocar la puerta de nadie más. "Fue una forma de empezar a cerrar una etapa tan triste de nuestras vidas", expresó Silvana.
"Esto es histórico. Cuando escuché el fallo sentí algo raro: satisfacción, no alegría. Eso sí, tenemos alivio en nuestros corazones. Le estamos mostrando al mundo quiénes son las víctimas y quiénes los culpables, porque siempre sembraron un manto de dudas", expresó a este diario Ariel Lizárraga, papá de una de las víctimas, que no podía parar de llorar tras la sentencia. Su hija, con los ojos rojos de la emoción, miraba al cielo y se apretaba el pecho, deslizando sus manos hacia abajo, con fuerza, mostrando que logró sacarse parte del peso de encima.
Por su parte, en diálogo con LA NACION, Paola González, madre de una de las menores abusadas, se mostró conforme con el fallo y reconoció estar sorprendida por la decisión de los jueces. "Esta es una condena ejemplar. Es lo que nunca soñamos ni creímos que iba a haber tal condena. Es decirles a los niños y adolescentes que la Justicia cree en ellos. Es magnífico. Es una condena a tantos años de silencio y encubrimiento".
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