“Viajo igual”. Sospechan que tienen coronavirus, pero se suben a un avión
Son muchos los casos de las personas que vuelven de las vacaciones en aviones o colectivos sospechando que pueden estar contagiados
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“Me subí al avión sabiendo que era probable que tuviera coronavirus… pero eso sí, tuve puesto el barbijo todo el tiempo. No tenía tos, que supuestamente es lo que más contagia. Me quedé tranquila. Por suerte no me tocó sentarme cerca de ningún adulto mayor. Si no volvía ese día tenía que sacar otro pasaje y quedarme sola allá en Bariloche, buscando hotel”, cuenta Clara S, de 25 años, desde su casa en la Ciudad de Buenos Aires. Hace cinco días le confirmaron el resultado detectable de coronavirus.
Aunque a primera vista esta parece ser una situación aislada, son muchos los casos de las personas que vuelven de las vacaciones en aviones o colectivos sospechando que pueden estar contagiados, o sabiéndolo. Esto viene de la mano con el aumento de casos en los focos turísticos del país, que se visualizó en los primeros quince días del mes de enero.
Riesgo de contagio
Según Eduardo López, infectólogo y asesor del gobierno, si alguien tiene Covid-19 y viaja en un avión corre el riesgo de contagiar. “Sobretodo en los vuelos que duran más horas. Por más que el aire del avión este filtrado con los filtros HEPA, estar al lado de alguien y estornudar, eso no te lo purifica el aire”.
Para él, el mayor de los riesgos es la proximidad en la que están sentados los individuos. Además, que alguien no tenga fiebre no garantiza que no tenga otros síntomas. “La fiebre, como síntoma inicial, está presente en no más que el 50 o 60% de los casos. Hay síntomas que se pueden minimizar, como el dolor de garganta o de cabeza. Lo más lógico es que un individuo con síntomas no viaje, y eso lo deberían detectar las aerolíneas o las compañías de colectivos”.
Por otro lado, recomienda hacer un interrogatorio epidemiológico, “para ver si es probable que el pasajero tenga Covid”. Como en el caso de Clara S, considera que el doble barbijo mejora la protección, pero no elimina el riesgo.
Carolina G, de 26 años, también tomó un avión para volver de Río Negro pensando que existía la posibilidad de que esté infectada. “No sabía que tenía coronavirus confirmado, pero sí lo sospeché porque mis amigas dieron positivo. Como no me sentía mal, decidí volver y me hisopé al llegar a Ezeiza”, comparte.
Motivos
Su motivo para regresar estuvo marcado más que nada por la situación sanitaria de la provincia. “No quería quedarme allá por la escasez del servicio de salud. Al regresar solo había un control de temperatura y como no tenía fiebre me subí al avión. En Ezeiza solo preguntaban si vivía en CABA o en provincia para ver si hacían el hisopado o no”.
Para Patricia S, de 23 años, la razón para volverse estuvo marcada por la necesidad de estudiar, a pesar de tener sospechas. “Había estado en contacto con gente con síntomas, y con personas que poco tiempo después de verme se hisoparon y les dio positivo. De todas formar decidí volver en avión porque no me sentía mal y porque tengo que estudiar. Quería volver a casa porque necesitaba tener mis apuntes y mi computadora”.
Según Roberto Debbag, Vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica (SLIPE), “si no se utiliza adecuadamente el barbijo, y no se respeta la regla de los asientos vacíos, puede haber riesgo de transmisión a pesar de la baja transmisibilidad del virus producto de la circulación de aire de los aviones, que es muy reciclada”.
“Aunque la posibilidad de contagio es baja, sí existe. Depende de si una persona está contagiada, y está cerca de otra, y no tiene la distancia ni la cobertura adecuada. No se puede decir un porcentaje, pero si no hay asientos desocupados, y no todos usan el barbijo durante el viaje, hay una probabilidad grande”, afirma.
Otro caso es el de Marcos P, de 24 años, que viajó en avión teniendo dolor de cabeza, creyendo que no necesariamente era por Covid-19. “Nunca relacioné ese síntoma con el virus porque soy de tener migrañas. Cuando llegué a casa sí empecé a tener síntomas más fuertes: fiebre alta, dolor muscular. Me hisopé y me dio positivo”, admite.
Decidió viajar igual porque consideró que se había cuidado lo suficiente en las vacaciones y no creía que era posible haberse contagiado. “Al tener el resultado del test me puse en contacto con todas las personas que estuve en el sur y me dijeron que todos estaban infectados. En el aeropuerto además no había muchos controles, no me pidieron declaración jurada ni nada. Solo te hacían pasar por un pasillo donde te medían la temperatura, pero podés tener fiebre, tomarte un ibupirac, y viajar…”, comenta.
Para Miguel Espeche, psicólogo y psicoterapeuta, la “impulsividad de los jóvenes, junto a la poca tolerancia a la frustración, es un caldo a partir del cual es más entendible que no tengan la prudencia en el tema de los aviones o en otras esferas compartidas de la vida. Además, no les pasa por el cuerpo la idea de que corren un riesgo. Puede ser que eso haga que ese rango de edades sea más vulnerable a la tentación de ocultar la situación de Covid, combinada con la idea de omnipotencia, que es propia de ese rango etario también”.
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