Lucía Mc Cormick (26) y Juan Martínez Tanoira (27) atravesaban una ruta londinense en 2017 cuando un camión los chocó de atrás y destruyó la renoleta que los había acompañado durante siete meses. Les quedaba muy poco dinero pero no querían dejar pasar su sueño. "¡Bicicletas!", exclamó Lucía una madrugada días después. Ahí empezó un nuevo capítulo de su aventura. Ahora, con su bicicleta tándem ya llevan recorridos ocho países de Europa y Oceanía en un año y medio.
El afán por descubrir nuevos horizontes se fue gestando de a poco en estos jóvenes oriundos de Cañuelas: primero una recorrida por pueblos cordobeses y en 2012 se quedaron boquiabiertos con los paisajes del norte argentino y de Bolivia y Perú. "La mayoría no tenía una moneda en los bolsillos, algunos no sabían ni dónde dormirían por la noche y otros vivían de los malabares en el semáforo", dice Mc Cormick.
Luego fue una travesía por el sur, su casamiento y la luna de miel de mochileros por Brasil. En 2016 ella daba clases de inglés y él trabajaba como carpintero. Cuando estaban por invertir su dinero en los cimientos de una casa, se dieron cuenta de que lo que más deseaban era viajar y, con los ahorros que tenían se compraron un pasaje a España .
"Renunciamos a nuestros trabajos, repartimos nuestras pertenencias a amigos y emprendimos el periplo con tan solo 3000 euros y con fecha de vuelta incierta, pero sabiendo que estábamos siguiendo una corazonada", dice Martínez.
A los fines de rememorar el primer auto que la sacó de paseo cuando era chica, Mc Cormick propuso comprar una renoleta. "Se vende Renault 4 amarillo por 1500 euros", decía un anuncio online y fueron a buscarlo a Girona, España. "Era mucho dinero pero cuando le dijimos al vendedor que se trataría del motor que nos llevaría a cumplir nuestro sueño, el nos contestó: 'Yo también quiero ser parte. Se los dejo a 1200', y lo mismo sucedió con la empresa de seguros, que nos cubrió 800 euros a cambio de publicidad", cuenta Mc Cormick.
En diez días sacaron los asientos traseros, llenaron el espacio con colchones y cortinas y le dieron vida al hogar sobre ruedas. A través de la venta de artesanías, viajaron por España, Portugal , Andorra, Francia e Inglaterra, tejiendo una red de personas que se fueron solidarizando con ellos en cada destino. "Aprendimos a no preocuparnos y hacernos cargo llegado el momento. Una tarde nos quedaban 5 euros y por orden del destino apareció una señora que nos compró los collares necesarios para vivir durante un mes", añade Mc Cormick.
Hacer del accidente un nuevo comienzo
En julio del 2017, luego del accidente, pasaron de la Renoleta a coleccionar imágenes en bicicleta. "Sin experiencia en ciclismo, una mañana nos compramos una carpa, donamos a caridad gran parte de nuestro equipaje y arrancamos bajo el diluvio con dos bicicletas", relata Martínez.
De este modo, la pareja —que este año cumple su 10° aniversario— fue contagiando sonrisas a lo largo de la carretera. "Lo más lindo de la aventura es la gente que te cruzás en el camino. La primera noche en bici manejábamos empapados hasta que una pareja de testigos de Jehová hippies que nos vio pasar nos ofreció alojarnos en su caballeriza, que terminamos convirtiendo en un hogar durante dos semanas", recuerda él.
Cuando llegaron a Edimburgo, Escocia, en pleno invierno del 2017, se compraron una bicicleta tándem con la plata que recuperaron del seguro del auto. Una bandera argentina decoraba el vehículo y en cada lugar que la veían flamear, los lugareños les ofrecían una comida, una cama, una charla al lado del fuego o un lugar para poner la carpa.
Sorteo de obstáculos en el camino
En una travesía tan larga no faltaron los obstáculos en la ruta: "A las tres semanas del accidente perdimos la mochila con todos los documentos y la plata. Recorrimos toda la ciudad pensando en que no nos quedaría más alternativa que volver a casa hasta que un hombre me tocó la espalda en un correo y me entregó la mochila", cuenta Juan.
Luego de pasar el crudo invierno irlandés puertas adentro y de haber trabajado junto a un carpintero que los alojó por un mes, la pareja nómade siguió viaje hacia Bélgica, Francia y Suiza, país que recorrieron a dedo para evitar afrontar las montañas de los Alpes a pedal.
Uno de los momentos que Lucía recuerda con una sonrisa que se ensancha a medida que se extiende en el relato es cuando tocaron la puerta de una granja en Brujas, Bélgica, y los atendió una señora que solo hablaba en flamenco, su idioma oficial. "La vi venir, le hice la seña de una carpa y de dormir con las manos juntas y la cabeza reclinada. Al instante nos abrió la puerta de su jardín. Despertarnos con el cacareo de las gallinas fue hermoso pero lo mejor fue el desayuno: la anfitriona nos recibió con croquetas, bollos y trajo a su vecina para que le traduzca", relata Mc Cormick.
Luego tomaron los manubrios nuevamente para iniciar camino hacia Italia, donde le sacaban de las manos las artesanías. "En dos semanas nos habíamos hecho 1700 euros", cuenta ella.
Después de viajar por Grecia volaron a Australia para un casamiento y desde ahí viajaron a Nueva Zelanda donde trabajaron en la recolección de kiwis para pagar los pasajes de vuelta a la Argentina.
Llegaron de sorpresa a visitar a su familia y amigos por dos meses. La tándem los espera en Nueva Zelanda donde planean recorrer la isla sur para luego marchar hacia los países asiáticos. "Estimamos que se trata de un destino más difícil de abordar y no sabemos si vamos a poder seguir con la bici. Pero no es un problema sino un reto que resolveremos sobre la marcha", dice Lucía, que lleva registrada la experiencia de estos dos años en su diario de viajes y a través de sus cuentas en redes sociales.
En una foto de su retorno a la Argentina, los jóvenes sonríen tomados de las manos. Los rayos de sol se reflejan en el capot de su nuevo auto. Para no faltar a la tradición, se trata de una renoleta con la que planean iniciar un nuevo itinerario alrededor de su país, luego de su retorno de Asia. "¿Cuál es nuestro secreto? Animarse a pesar de que no se den todas las condiciones y viajar livianos porque todo va apareciendo en el camino", reflexiona Lucía, que anhela tener una granja sustentable con las puertas abiertos a viajeros y vista a las sierras cordobesas.
¿Cual es nuestro secreto? Animarse a pesar de que no se den todas las condiciones y viajar livianos porque todo va apareciendo en el camino
Cómo contactarse con los viajeros
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