Viajar sin miedo: son sordos y tomaron un vuelo en el que por primera vez se contempló cómo comunicarse con ellos
Una aerolínea anunció que incorporó la lengua de señas en todos sus vuelos comerciales; Se espera que otras empresas adopten medidas similares para favorecer la accesibilidad de todos sus pasajeros
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“Esta es la primera vez que vuelo sin miedo”, sintetiza Matías Cufré, que tiene 35 años y es locutor y sordo. Tiene el primer programa de radio para no oyentes, que se transmite en lengua de señas por YouTube, en el canal Locufre, junto con Mariana Ortiz, su pareja, que es docente e interprete. Matías nació en una familia en la que ser sordo no era un mundo nuevo: su papá, su abuelo y su abuela son sordos. Algunos de sus hermanos también lo son. “Mi mamá es oyente pero es coda, que significa que es hija de dos personas sordas”, cuenta. Es decir que, como las chances de que él no escuchara eran genéticamente altas, en su familia supieron que no oía desde que era muy chico. Pero, un día, cuenta Matías, cuando iba caminando por la calle, le preguntó a su papá qué eran esas vinchas con esponjas que llevaban algunos mientras caminaban. “Eran los walkman. Me intrigaba por qué los llevaban, qué escuchaban ahí. Desde entonces, me empecé a a apasionar por el mundo de la radio. Quería saber qué era lo que se escuchaba, cómo era ese mundo”, cuenta. Así fue explorando ese universo, hasta que finalmente decidió dedicarse a la producción de contenido audiovisual producido y destinado a la comunidad sorda.
Cuando tenía trece años, subió por primera vez a un avión. Fueron a Misiones, con su familia. Matías iba a una escuela para sordos donde estaba prohibida la lengua de señas, ya que era la época en la que se creía que había que conseguir que se oralizaran, para poder integrarse a la sociedad. Matías, como muchos otros, no la pasó bien en esa etapa. “No entendía por qué nos prohibían hablar con señas. Mi mamá me decía que era para que aprendiera a hablar, pero no funcionaba. Hoy entiendo que es muy importante que aprendemos español, que nos podamos comunicar, que nos alfabeticemos. Pero la lengua de señas es mi idioma y el de mi comunidad”, afirma.
El cambio copernicano llegó cuando empezó la secundaria y allí, la docente tenía una intérprete que traducía. “Ahí recién empecé a entender”, cuenta. Aquella primera vez en un avión, fue una experiencia muy intensa, que recuerda hasta hoy. Por un lado estaba muy feliz, por volar por primera vez. Pero a la vez, tenía esa sensación de quedarse afuera de lo que estaba pasando. No entendió las instrucciones que daban las azafatas, ni cuando indicaban los pasillos ni cuando dejaban caer las mascarillas de oxígeno. Esa sensación de no entender qué pasaba, se repitió desde entonces cada vez que se subió a un vuelo. “Es muy feo, porque te obliga a estar alerta todo el tiempo. Eso, sumado a que, como en mi caso, que no escucho absolutamente nada, los oídos me duelen mucho cuando el avión desciende o asciende”, explica.
Hace un mes, Matías voló por primera vez en su vida en un avión que había incorporado a sus vuelos la transmisión en lengua de señas. Se trataba de un vuelo de la aerolínea Flybondi, que a partir de esta semana incorporó esa adaptación a todos sus viajes comerciales. Le dieron una tablet, en la que podía seguir una versión en lengua de señas de lo que gesticulaba la azafata (ahora se dice TCP, por Tripulantes de Cabina de Pasajeros). “Fue la primera vez que no sentí miedo en un vuelo. Por ahí alguien que escucha no se imaginó lo que significa para nosotros. Porque al no oír, nos obliga a estar todo el tiempo en estado de alerta. No te podés relajar. ¿Y si anuncian algo que vos no escuchar y no entendés? Si hubiera una emergencia y se dieran indicaciones… o mismo no poder entender claramente lo que dice la TCP, nos deja aislados y a muchos sordos, incomunicados”, explica Matías.
Las primeras pruebas se hicieron hace un mes, en un vuelo del que participó Matías junto a Ortiz y también participó Anita Cavallini, que es sorda y presidenta de la Federación Argentina de Voley para Sordos. Si bien, en una primera etapa se equiparon los aviones con tablets con los mensajes grabados, también se comenzó a capacitar a la tripulación en lengua de señas, para que los pasajeros se puedan comunicar.
Para asegurarse que todas las personas tengan un viaje seguro y sin barreras, la aerolínea convocó a la ONG “Señas en Acción”. En conjunto idearon la producción de los videos e interpretan los mensajes en lengua de señas, asegurando la perspectiva de las personas sorda. En cualquier aeropuerto nacional en el que opera la aerolínea, el pasajero cerca de los mostradores la señalética con un código QR. Una vez escaneado podrá acceder a los videos y también descargarlos para el momento del vuelo. Allí, para hacer el check in, la persona recibe la bienvenida y la información importante sobre documentación, equipaje y las indicaciones para embarcar.
“Somos la primera aerolínea que lo hacemos, pero lo mejor que nos puede pasar es que otras hagan lo mismo. Las estadísticas señalan que el 80% de nosotros puede adquirir una discapacidad a lo largo de su vida, de distinto tipo y repensar nuestra accesibilidad es entender el significado del modelo social de la discapacidad, que no hace foco en las limitaciones físicas o médicas, sino en la falta de adaptaciones que como sociedad tenemos para que todas las personas puedan participar de las mismas actividades”, explica Cecilia Ibáñez, especialista en Sustentabilidad e Impacto Social de Flybondi “En la búsqueda de que esta iniciativa pueda ser realmente accesible para las personas sordas, organizamos un viaje para escucharlos. Esta experiencia nos enseñó y nos desafió”, agregó.
No viajar por temor a no poder comunicarse
Anita cuenta su experiencia y la de muchos otros miembros de la comunidad. “Hay muchas personas que no viajan por temor a viajar solos o a no poder comunicarse. Eso es muy injusto. Yo viajo frecuentemente, no tengo problemas. Pero esta fue la primera vez que sentí que a alguien le importaba en qué condiciones estaba viajando y si podía comunicarme. Eso se siente distinto. Hace algún tiempo, hubo un caso de una persona sorda en silla de ruedas, que tenía que tomar un vuelo y no la dejaron volar porque no podía comunicarse. Me parece muy injusto”, dice Ana, que tiene cuatro hijos, tres que son sordos y uno que es oyente.
El viaje fue parte de una organización conjunta de Flybondi, para que Ana y Matías testearan las adaptaciones de acceso que habían diseñado, pero también buscaron apoyo de la Asociación Argentina de Hoteles, para que se alojaran a un establecimiento que estuviera tuviera un programa de accesibilidad. Hasta ahora, no son tantas las opciones, aunque los operadores turísticos se entusiasman con la posibilidad de que más hoteles y empresas dedicadas al turismo desarrollen programas de este tipo, que contemplen las distintas situaciones que se plantean para un pasajero con alguna discapacidad. Así decidieron alojarlos en el hotel Alejandro I, en Salta Capital, donde gran parte del personal está capacitado o se está capacitando en lengua de señas. Justamente Alejandro, de quién toma el nombre el hotel, era el hijo del dueño, que era sordo y falleció en 2003 en un accidente de tránsito.
Pero no es la única adaptación de acceso que se implementó. Además, también, a partir de una experiencia con una familia de huéspedes, decidieron capacitarse en cómo atender de la mejor manera a personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Accesibilidad, no es solo colocar rampas y elevadores, fundamentalmente es capacitar a los colaboradores para entender las necesidades de los huéspedes y sobre todo, animarlos a estar disponibles para asistirlos, explicaron en el hotel.
Como parte de la adaptación que lleva adelante el hotel salteño, en su programa de accesibilidad, está la incorporación de un botón de pánico en ciertas habitaciones. Por ejemplo, les ofrecieron un reloj con el botón antipánico a los huéspedes sordos, con una alarma que vibra en caso de que ocurra alguna emergencia y necesiten evacuar el hotel. Y también pueden usarlo en caso de necesitar ayuda de forma inmediata.
“No me siento discapacitado. Somos personas que necesitamos distintas soluciones para facilitar la accesibilidad. Hay veces en que uno se siente frustrado, no frustrado por ser sordo sino porque no me entienden. Cuando yo cuento que hago radio para sordos, hay gente que se queda mirándome y pregunta ¿cómo?”, dice Matías. “Yo explico: la comunicación es un 50 y 50. Lo que es frustrante es cuando la otra persona decide no poner su 50 por ciento porque soy sordo. dice Matías. “Hacemos el programa de la misma forma en que nos comunicamos. Nuestros entrevistados son variados, tanto oyentes como no. Tratamos de difundir todos los aportes que se están haciendo a la cultura y a la comunidad. Y la respuesta de nuestra comunidad es muy linda. Era un espacio que estaba faltando”, dice Matías.
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