Viajaba en el trágico avión de LAPA y lo salvó un golfista: la historia del hombre que subió al vuelo equivocado
Benjamín Buteler es uno de los 34 pasajeros que sobrevivió al accidente aéreo ocurrido el 31 de agosto de 1999; el respaldo de su familia y el humor como clave para afrontar las secuelas
- 8 minutos de lectura'
Benjamín Buteler tiene 59 años pero celebra su cumpleaños número 22. Es que cada 31 de agosto agradece haber salido vivo de aquel avión de LAPA que en 1999 se estrellaba y dejaba a 65 familias sin sus seres queridos. “No me tocó la peor, me tocó la que me tenía que tocar”, dice el ingeniero en conversación con LA NACION desde Villa Allende, en Córdoba, su tierra natal.
Sin embargo, si bien sostiene que tiene 22, el día de las Elecciones PASO cumple 59 años desde su “primer nacimiento”.
Benjamín está ahora en silla de ruedas. Por el accidente de LAPA tuvieron que amputarle las dos piernas y reconstruirle el brazo izquierdo, lo que le significó todo un desafío porque él era zurdo. “Zurdo de brazo, eh”, aclara sobre su postura política en tono de broma. Es que ya había advertido al comienzo de la entrevista: “Tené en cuenta que estás hablando con un cordobés. Y un cordobés cuyas secuelas lo llevaron a tener mucho humor satírico, humor negro. Te lo digo para que no digas ‘wow, qué cosas me dice este señor’”.
Pero la vida le había devuelto la posibilidad de volver a caminar gracias a dos prótesis. Sin embargo, cuenta: “Después de 20 años, una de mis piernas ya no funcionaba. No en lo funcional, sino en el tema del dolor. Caminé muchos años con mucho dolor, pero entre el dolor y caminar, prefiero el dolor. Pero llegó un momento en que se hizo imposible”.
Después de una operación a principios de enero, empezó a andar en silla de ruedas y los resultados no fueron los esperados, por lo que tuvieron que quitarle 35 centímetros de pierna. De todas formas, con ese optimismo que lo caracteriza, Benjamín espera que con los trabajos de fisioterapia pueda sentir nuevamente lo que es desplazarse con los pies. “Mi mayor anhelo hoy es caminar. Tengo otros anhelos, como el de tener nietos, pero dicen que no depende de mí, así que me dicen que me calle”, expresa entre risas.
Con Mercedes, su esposa, con quien acaba de cumplir 32 años de casados, tuvo cinco hijos, que al momento del accidente eran muy pequeños. La más chica tenía uno y el más grande, ocho. En ese entonces, Buteler tenía una empresa chica y se había tomado un avión de Córdoba a Buenos Aires para reunirse con un cliente. Iba a volver a su ciudad natal a las cinco de la tarde pero terminó cambiando el pasaje para cerca de las 21 h. La elección del pasaje con LAPA fue “porque era lo que había conseguido”. “Y me tocó. Como quien dice, me subí al avión equivocado”, comenta.
-¿Recordás algo de ese momento, de lo que pasó?
Yo estaba en la primera fila del avión. Subí con un amigo, con un excompañero de la universidad. Nos habíamos encontrado en el pre embarque. Lo que recuerdo es que no teníamos asiento asignado, el avión venía de otra escala y nos sentamos en el asiento de adelante a mano derecha. Él estaba contra la ventanilla y yo el medio. Veníamos charlando. Daniel Damonte, tipazo. Y te digo la verdad, todo lo que es carreteo y descontrol no lo tengo en mis recuerdos. Tampoco tengo en mis recuerdos tantas cosas que pasaron después. Los médicos dicen que tengo como un blanco, posiblemente por el trauma. Tenía mi brazo izquierdo quebrado, expuesto. Me quemé terriblemente. Cuando Mauricio Donkin me saca de ese avión yo creo que ya estaba más tocando el arpa que la guitarra.
Benjamín dice que gracias a una entrevista que dio en el pasado para LA NACION, donde contaba que no recordaba nada del accidente, la médica del SAME que lo atendió lo llamó por teléfono tras buscar su número en la guía. “Me contó que estaba perfectamente consciente, que le dije mi nombre, por qué estaba en Buenos Aires. Entonces le pedí que llamara a mi casa, le di el teléfono y un socorrista llamó con su celular. Atendió mi hijo Facundo -de entonces siete años- y le pidieron hablar con alguien mayor”, describe.
“Dijeron: ‘Benjamín acaba de tener un accidente, está vivo, lo llevamos al Fernández’. Ese fue el mensaje. Así que vos fijate, yo estaba consciente, pero no lo tengo en mis recuerdos. Y después algunas sobrevivientes cordobesas dicen que yo fui con ellas al Hospital Fernández y que yo me quejaba del dolor en mis piernas”, añade.
Tras estrellarse el vuelo 3142, en el que viajaban 103 personas -98 pasajeros y cinco miembros de la tripulación-, Buteler fue trasladado al Fernández. Estuvo un mes en terapia intensiva, otros seis internado en el Hospital Alemán, donde le atendieron las severas quemaduras que tenía con entradas al quirófano cada 48 y 72 horas, y cinco más en un sanatorio cordobés.
Su esposa fue un sostén imprescindible durante ese año y todos los que vinieron. Sus hijos, los motores para salir adelante. “Me acuerdo que había un médico acá en el sanatorio Allende que le decía la número uno. Me decía vos sos el número dos. ¿Quién te carga? ¿Quién te sube al auto? ¿Quién te baja? ¿Quién te cura las heridas? Después contame quién es la número uno. Y es cierto”, recuerda en relación a Mercedes, su compañera de vida.
En cuanto a Damonte, con quien compartió el asiento en el vuelo, lamenta que no haya sobrevivido. “Cuatro chicos de Daniel nunca conocieron bien a su padre y mis hijos tienen la oportunidad de hacerlo. ¿Cómo no voy a decir ‘soy afortunado’?”, señala el graduado de la Universidad Nacional de Córdoba.
Sobre los hijos de su excompañero, cuenta: “Alguna vez quisieron hablar conmigo o preguntarme qué había dicho su papá. Yo creo que es esa sensación de querer saber cómo fueron esos últimos minutos de su papá. Su papá era un tipazo. Este era el tipo que más ayudaba a todos sus compañeros en la universidad, en los exámenes, en los parciales. En el grupo de ex UNC lo recordamos con mucho, mucho afecto”.
Seguir adelante
A Buteler le salvó la vida un hombre de Pilar llamado Mauricio Donkin. Él estaba en el Driving Range de Costa Salguero jugando al golf cuando el avión de LAPA se estrelló sobre el campo. “Me sacó de ese avión”, dice y aclara que le estará eternamente agradecido.
Mauricio estuvo ahí cuando Benjamín volvió a nacer. Y desde entonces el sobreviviente siguió adelante de una manera completamente admirable, con proyectos y razones por las que avanzar y nunca parar. “Yo creo que lo que nos toca es cargar nuestra cruz con alegría”, reflexiona.
Además de en su familia, se apoyó también en la religión. Al respecto, comenta: “Soy católico y me ayudó mucho”. Fue un libro que le regaló un sacerdote sobre la Pasión de Cristo el que le hizo darse cuenta de que iba a poder lidiar con lo que le pasaba. “Si él sufrió como ser humano lo que sufrió, ¿por qué yo no puedo también soportar mi cruz? Soportar esa carga. Y así fue una manera de entregar el dolor. No sufrirlo, sino entregarlo”.
Después de trabajar en política y relacionarse con el trabajo social, Buteler se asoció a un grupo de brasileños con quienes lanzó una empresa desarrollando y proveyendo tecnología de simulación. “Se llama ingeniería asistida por computadora. Lo que hacemos es simular fenómenos físicos, un tema que se utiliza para el desarrollo de productos”, explica sobre su emprendimiento que hoy ayuda a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) con tecnología para satélites y cohetes, o a INVAP, para el desarrollo de las centrales nucleares.
Parece casi una paradoja que hoy trabaje con algo que tenga que ver con volar. Dice que, tras la tragedia, los aviones no lo asustan “en absoluto”. Además, sus avanzados conocimientos en ingeniería lo llevan a decir, con seguridad: “Los accidentes no dependen de la tecnología. Dependen de los seres humanos”.
El 31 de agosto para Benjamín “es un día más”. No hace rituales ni nada extraordinario. Sin embargo, reflexiona que “es un momento para revalorizar la vida más allá de la tragedia porque hubo muchos que no pudieron seguir”. “Ahora que nosotros sí podemos, valoremos esa vida, la posibilidad de seguir adelante, y hagámoslo en honor a ellos”, señala.
Sobre las resoluciones judiciales tras el accidente, el sobreviviente del vuelo de LAPA concluye: “65 vidas perdidas y la verdad es que no sé hasta dónde el sistema aprendió para no cometer el mismo error. Yo creo que por eso existe la Justicia, para que otros no quieran ir por el mismo camino. Así que en ese sentido creo que Justicia hubo, la que tenemos. ¿Estoy conforme? En absoluto”.
Otras noticias de Efemérides de agosto
Más leídas de Sociedad
“Un aumento sostenido”. Las tres razones por las que un hospital universitario registra un boom de demanda
Quejas y mucho enojo. Ya comenzó el paro escalonado de subtes: a qué hora interrumpe el servicio cada línea
Crisis educativa. Preocupa que menos de la mitad del país cuenta con datos fehacientes de sus estudiantes
Las noticias, en 2 minutos. Milei dijo que Victoria Villarruel no tiene injerencia en el Gobierno; envían al Congreso el proyecto para eliminar las PASO