Verano inminente. Cuáles son los tramos más complejos del corredor vial preferido para ir a la costa
Aunque se hicieron reparaciones, quedan muchos kilómetros pendientes de soluciones; también faltan completarse dobles vías para mitigar la inseguridad en el tránsito
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MAR DEL PLATA.- Este viernes las aplanadoras compactaron las últimas paladas de asfalto del año y los rodillos, a pintura blanca o amarilla según el caso, dejaron los trazos finales en la renovada pero aun incompleta señalización horizontal de la ruta 2. El principal acceso del turismo hacia la costa atlántica, y en particular a Mar del Plata, completó otra etapa de reparaciones integrales que a las puertas del inicio de otra temporada de verano y pico de tránsito vehicular la expone mejorada, aunque todavía con mucho por recomponer.
En algunos casos con tramos bien extensos y sostenidos de una flamante calzada negra, en otros con la evidencia de lo que fueron baches y hoy lucen como parches reiterados sobre una calzada que acusa el paso de los años, esos 404 kilómetros de autovía estuvieron alcanzados durante estos últimos años por un plan de obra que ha priorizado los puntos críticos.
A lo que se ve reparado se suma lo que se percibe que sigue pendiente. Primero a simple vista, en algunos casos con superficies agrietadas, en particular sobre el carril derecho que es donde el transporte de cargas más deja su huella –literal en algunos sectores-. Y buena parte del recorrido con ese zumbido que genera la tracción de los neumáticos sobre una base que suena sin grandes desniveles, pero sí desgastada.
Sí se advierte, aun cuando quedan tramos por completar en esta instancia final previa a la obligada pausa de los trabajos por tres meses hasta el próximo 15 de marzo, una mejor señalización tanto horizontal como vertical y –al menos durante la recorrida que hizo LA NACIÓN sobre esta y otras rutas del corredor atlántico- un mejor mantenimiento de los espacios verdes que limitan con las banquinas.
Seguridad vial
Aunque si hay que hablar de condiciones de seguridad vial, el foco de preocupación se mantiene sobre aquellos tramos en los que todavía se circula en uno y otro sentido sobre única calzada. Es, luego de completados varios proyectos en ejecución durante la última década, una exclusividad de la ruta 11.
Por estas horas se cumplen dos años de la inauguración del último tramo de ampliación de autovía de este corredor interbalneario, que se extiende desde San Clemente del Tuyú hasta Miramar, solo interrumpido en su trazo por el frente costanero urbano de Mar del Plata. En aquel diciembre de 2021 se estrenaron 96 kilómetros de segunda calzada hecha a nuevo.
Esa misma obra está proyectada y licitada para repetirla entre Villa Gesell y Mar Chiquita, que por las actuales condiciones se tornó el escenario más peligroso y acumula tragedias a repetición. La última el pasado fin de semana largo de octubre, con un choque frontal que derivó en tres personas fallecidas y dos heridas, entre ellas una niña de 4 años. Otras dos, en un hecho similar, murieron en agosto último. A lo que se suman otra decena de casos recientes, graves pero sin saldo fatal.
Los otros dos tramos por convertir a autovía son los comprendidos entre Mar de Ajó y Pinamar y desde Mar del Plata a Miramar. Este último, en verano, cada vez con circulación vehicular más intensa por el crecimiento turístico de la zona de Chapadmalal y su oferta gastronómica y nocturna que le da al sector altos niveles de tránsito, no solo al momento del fin de jornada de playa sino también durante horas sin luz natural.
Desde Autopistas de Buenos Aires (Aubasa), la empresa estatal provincial que administra el denominado corredor vial que alcanza a las rutas 2, 11, 63, 56, 74 y Autovía Buenos Aires La Plata, informaron a LA NACIÓN que la puesta en valor de la autovía que une a Capital Federal con Mar del Plata tuvo durante esta última mitad del año focos de trabajo entre los kilómetros 57 y 120 y luego desde el 120 hasta el 203, ya en jurisdicción de Dolores. Anticipan que este plan integral de mejoras en ese frente, que se retomará a comienzos del próximo año, debería estar finalizado antes del inicio de la temporada 2024/25.
Vialidad Provincial brindó un detalle más pormenorizado en el que destaca trabajos de repavimentación de retornos o vinculaciones entre calzadas, señalización horizontal, reconstrucción de barandas en el puente sobre el Río Samborombón y rehabilitación, mantenimiento rutinario e iluminación.
Asfalto y bacheo
Los últimos focos importantes de obra pura se ejecutaron con renovación de carpeta asfáltica y bacheos entre los kilómetros 66 y 76, que son parte del tramo más cercano a la salida desde la Capital Federal hacia la costa.
El segundo grupo de trabajo involucró la jurisdicción de Chascomús, Lezama, Castelli y Dolores, también con asfalto y bacheo hasta ese extremo que marca la mitad del recorrido hacia Mar del Plata. Los automovilistas encontrarán en esos sectores un asfalto negro flamante, pero todavía en muchos puntos sin la debida y necesaria demarcación. Tanto de carril de calzada como de las respectivas banquinas.
Quizás el punto más vistoso de obra nueva en la zona es el distribuidor que conecta a la ruta 2 con la 41, que lleva a Pila y Baradero. Es parte del segundo tramo, que alcanza desde el kilómetro 120 hasta el 203, en los municipios de Chascomús, Lezama, Castelli y Dolores. Allí ejecutaron tareas de colocación de carpeta asfáltica entre los kilómetros 153 a 155 en ambos carriles. Asimismo, se continúa con trabajos de bacheos entre los kilómetros 191 y 195.
Las actuales autoridades provinciales han reconocido que encontraron la Autovía 2 con un mantenimiento general demorado, por lo que el paso del tiempo y el incremento del tránsito fueron agravando el estado de situación hasta esta instancia de programa de obras en marcha, reforzado luego de la pausa obligada que representó la pandemia.
Se trata de la ruta con mayor tránsito de la provincia de Buenos Aires. Solo durante el último mes de enero, con el impacto del movimiento turístico hacia los destinos balnearios, pasaron por el peaje de Samborombón más de 1,3 millones de vehículos. Incluyen transporte pesado, tanto de pasajeros como de cargas, que es el que más castigo imprime sobre la superficie asfáltica.
Ese volumen que soporta la Autovía 2 sobre ese período pico es equivalente al que afrontan las citadas seis rutas del denominado Corredor Vial Atlántico, que en octubre pasado –a modo de ejemplo- vio pasar por todas sus cabinas de peaje casi 1,4 millones de automotores.
Llegar desde el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) a la mayoría de los destinos de la costa atlántica bonaerense tiene como opción el ingreso por la interbalnaria a partir de la derivación desde la Autovía 2 por ruta 63, otra que estuvo alcanzada por mejoras en los últimos tiempos. Los primeros 18 kilómetros mano a la costa se ven con superficie original y luego tiene asfalto nuevo. Aun así, aunque pasó poco tiempo de uso, ya se ven primeros daños, en particular sobre el límite con las banquinas.
Ese camino da la alternativa de seguir hacia Ruta 11, con salida a la altura de San Clemente del Tuyú y desde allí bajar por todas las localidades de la zona; incluso hasta Mar del Plata. En ese recorrido los automovilistas se encontrarán con advertencias de mermar la velocidad por trabajos en un distribuidor a nivel a la altura de General Conesa.
Arroyo El Chancho, precaución
Pero quizás donde más precaución se requiere, porque es obra que está viva y tiene por delante todavía mucho por completar, es sobre un tramo de la ruta 56. Allí se construye un nuevo puente sobre el Arroyo El Chancho, y a poca distancia otra cuadrilla continúa con la reparación de otro que cruza sobre el Canal 2, parte de la red de cursos de agua que favorece el escurrimiento desde zonas rurales hacia la costa.
La presencia de estos obradores está bien señalizada, con indicadores lumínicos y un sendero con tanques metálicos que angostan la calzada en trazo zigzagueante hasta habilitar una única cinta asfáltica, con demarcación y separadores de carriles. Son unos cinco kilómetros de extensión donde se debe circular a mínima velocidad.
La insistencia en advertir sobre la peligrosidad de la ruta 11, en particular en el mencionado tramo entre Villa Gesell y Mar Chiquita, nunca es exceso. Es una calzada castigada, con muchas imperfecciones y escasa de señalización. Y transitarla en días de lluvia intensa amerita alarma ya que los desniveles de la calzada favorecen la acumulación de agua, con el riesgo que eso implica para los vehículos lanzados en velocidad.
Y si bien es autovía, e incluso con iluminación, bien vale recordar lo riesgoso que es el acceso a Mar del Plata desde Santa Clara del Mar. Con paisaje de mar a la vista y barrancos cercanos, la amenaza mayor asoma en la dársena central que separa ambas calzadas. Allí están colocadas las luminarias que hacen ese corredor más seguro para la circulación nocturna en términos de visibilidad, pero lo convierten en un obstáculo muchas veces mortal a tiempo completo. Los despistes, favorecidos por la traza plena de curvas, terminan con la chapa de los automóviles enredada contra algunas de esas columnas.
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