Verano: cuántos argentinos se fueron de vacaciones a Punta del Este en la primera quincena
El gobierno del Uruguay señaló que el caudal de turistas “superó expectativas”; el balneario uruguayo atraviesa un verano con la amenaza de ómicron
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PUNTA DEL ESTE (Enviada especial).- Pese a los tropezones que generó la pandemia y un tipo de cambio desafiante para los viajeros argentinos, en Uruguay se respira con satisfacción el cierre de la primera quincena de verano. El Este recibió por primera vez en casi dos años una oleada de viajeros que lejos quedó de la última edición prepandémica, pero inclinó la balanza hacia lo positivo.
En términos generales, los argentinos que este verano invadieron la ciudad balnearia fueron los de alto poder adquisitivo. Con un peso devaluado, Punta del Este se convirtió en un destino casi prohibitivo para la clase media que durante años desbordó la península. La tendencia marca, según las cifras de fuentes oficiales uruguayas, una caída del 30% (con datos parciales) en turistas argentinos con respecto a la primera quincena de 2020.
“No éramos pesimistas, pero tampoco teníamos muchos motivos para tener optimismo desmedido y esta temporada superó nuestras expectativas”, consideró el viceministro de Turismo de Uruguay, Remo Monzeglio, en diálogo con LA NACIÓN.
Y diagnosticó: “Los argentinos que, en este momento están acá tienen un perfil muy especial, un segmento que está acostumbrado a pensar en dólares. Evidentemente el turismo de clase media, con medidas como la suspensión de las cuotas, se vio limitado a poder venir”.
Así, con menos argentinos que en otras temporadas, la distribución de estos visitantes se concentró casi de forma exclusiva de Manantiales a José Ignacio. En la Península, el “che” fue reemplazado por el “bo” de los uruguayos, que coparon el corazón esteño. De esta manera, el turismo interno llegó –al igual que el último verano– para suplir la demanda que dejó vacía la clase media argentina.
Mientras que unos 108.000 argentinos cruzaron la frontera con Uruguay en los últimos días de diciembre hasta hoy (restan aún procesar los datos de las últimas 72 horas), unos 155.000 visitaron el país durante la primera quincena de 2020, el último verano antes de la pandemia. Así, la baja de visitantes argentinos está en torno al 30 por ciento.
Sin embargo, el gobierno uruguayo no ve posible establecer parámetros para trazar un paralelismo entre esta temporada y la de tiempos prepandémicos. “A partir del 13 de marzo de 2020, se paró totalmente el universo turístico, acá estamos viviendo el renacimiento del turismo, que cambió todo de forma radical”, consideró el funcionario nacional.
En este sentido, Monzeglio vaticinó que mientras que el resto del mundo augura un regreso pleno de la industria turística para 2023 y 2024, Uruguay podría ver el desafío resuelto antes de ese tiempo. “Por la cercanía con la Argentina, no tenemos dudas de que una vez que se recomponga la economía y se dispare un poco vamos a tener el mismo turismo masivo que siempre tuvimos”, consideró.
La baja del turismo argentino afectó al sector inmobiliario y hotelero. El Centro de Hoteles de Punta del Este –que nuclea a unos 90 establecimientos– tuvo un descenso de la demanda de entre el 20% y el 30%, según la categoría de cada hospedaje. “Pasamos la primera quincena. Pudimos”, festeja la presidenta de la organización, Analía Suárez.
“Nos reunimos con dirigentes del sector y la conclusión es que la primera quincena estuvo buena, no a los niveles de prepandemia. Estamos, depende de la categoría, en un veinte o treinta por ciento menos a temporadas anteriores al coronavirus”, señala la titular del organismo.
Según Suárez, los hoteles de mayor categoría fueron los que mostraron índices de ocupación más alta, mientras que algunos más económicos directamente no abrieron sus puertas este verano. “Falta ese público más masivo”, remarca, y señala que muchos turistas europeos también cancelaron, sobre todo por problemas de conectividad con Uruguay.
El índice de ocupación hotelera para la segunda quincena, por su parte, está –hasta ahora- en torno a un 40%. “La realidad es que, de acá en adelante, es incierto. Se vive el día a día, con altas y bajas en las reservas de forma permanente”, advierte.
Luego de un verano de 2021 en el que solo pudieron ingresar 4000 argentinos, el presidente de la Cámara Inmobiliaria de Punta del Este, Javier Sena, consideró como positiva esta temporada alta. “Se calcula que hasta el momento un 90% de los propietarios vinieron, mientras que los alquileres disminuyeron en un 35% con respecto al verano de prepandemia”, señala.
En un análisis de las propiedades que estaban en ofertas para alquilar, Sena advierte que las casas fueron el inmueble más demandado. “Lo que quedó fueron departamentos de uno y dos dormitorios que tienen pocos servicios”, sostiene.
En promedio, según sus estimaciones, se desembolsaron entre 25.000 y 45.000 dólares en propiedades frente o cerca al mar, en las zonas más elegidas por el alto poder adquisitivo, como La Barra, Manantiales y José Ignacio.
“Para la segunda quincena pensamos que los propietarios se van a mantener en el mismo porcentaje, mientras que los alquileres pueden bajar aún más”, dice Sena , y sostiene: ”La tendencia es que los hospedajes se resuelven con no más de 48 horas de anticipación debido a la pandemia”.
Efecto ómicron
A nivel sanitario, el verano llegó con mucha expectativa y optimismo por los altos niveles de vacunación. Con las limitaciones propias de una temporada pandémica, el pronóstico se veía claro, pero el avance de la variante ómicron llegó para entorpecer la vida en el Este.
En los últimos días de diciembre, el Ministerio de Salud Pública de Uruguay –encabezado por Daniel Salinas- confirmó el arribo de la variante. Horas después comenzaron a registrarse saltos en los contagios y una fuerte demanda en los testeos cotizados en dólares.
Si bien la inmunización generalizada contra el Covid-19 permitió que las consecuencias de esta ola de contagios sean controlables en el plano sanitario, muchos bares y restaurantes pusieron freno de mano en la atención al público.
Un reconocido banco suspendió el evento de la temporada con un mensaje a sus clientes. “La salud de los invitados es nuestra prioridad”, justificó, en una misiva. No fue el único.
Tras un frenético arranque del verano, la Picqniquería, una apuesta gastronómica nacida durante la pandemia debió cerrar las puertas por contagios en el personal. En la misma línea, el histórico parador de José Ignacio, La Huella, tuvo que cancelar miles de reservas y restringir su aforo a la mitad.
Autoridades nacionales, por su parte, han resuelto no imponer restricciones. Durante una conferencia de prensa esta semana, el presidente Luis Lacalle Pou señaló: “A veces el no tomar medidas directamente es una medida. Además de las vacunas, si se cumplen las recomendaciones del Ministerio de Salud Pública, estamos con cierta tranquilidad dentro de la existencia y la convivencia de una pandemia”.
Lo cierto es que, con o sin casos, Uruguay no estaría dispuesto a sacrificar otra temporada de verano.
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