Verano. Cuál es el paraíso discreto de la costa, preferido por los pescadores y con inseguridad cero
Está a 45 minutos al norte de Mar del Plata; es reserva mundial de biósfera y sus playas son extensas y muy cómodas
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MAR CHIQUITA.- Quién de los que de pequeño anduvo por aquí no recuerda tener los pies en el agua y, en mano, ramita con hilo, en el otro extremo un trocito de cualquier tipo de carne, hueso que sobró del asado o –menos duradero en inmersión- aunque sea un trozo de pan que tiente a los cangrejos que habitan la orilla de la laguna, única en el país con agua de mar y una de las tres que hay en el mundo.
En eso mismo andan ahora los hijos, también los nietos, de aquellos que hace veinte, treinta, también cincuenta años, habían encontrado en el Balneario Parque Mar Chiquita una combinación perfecta de paisaje y tranquilidad que casi no ha variado. Hay playas extensas y aún cómodas. La ola de inversiones que va tras los pasos del turismo y anda cerca todavía no hizo foco en este remanso, a poco más de 45 minutos al norte de Mar del Plata.
A diferencia de localidades intermedias como La Caleta, Mar de Cobo y Parque Lago, transformadas por el desembarco de marplatenses que los eligieron como destino cercano de residencia y desarrollo de cabañas y apartamentos para alquiler, en el extremo costero norte de este distrito la esencia es la de siempre: se respira y disfruta calma.
“Somos la joya de la corona de la costa bonaerense”, asegura Daniel Iwan, propietario del hotel Mar Chiquita, histórico establecimiento con salida directa las que sin escatimar elogios define como “las mejores playas” de la provincia.
Mientras en Mar del Plata ordenaron desde el municipio un listado de disponibilidad hotelera e inmobiliaria por la saturación de plazas, en otros balnearios del propio partido de Mar Chiquita andan al límite de la ocupación plena y hacer compras en un mercado implica perder una o más horas de playa o descanso, aquí se dan picos de demanda durante los fines de semana, complementados por los propietarios –en su mayoría marplatenses- que tienen por acá sus residencias de descanso.
“Inseguridad cero”
“Es un destino familiar donde el mayor valor que tenemos es tranquilidad, porque la inseguridad es cero”, asegura Iwan a LA NACIÓN sobre estas playas a las que los jóvenes les escapan porque no hay boliches bailables ni bares nocturnos. “Es una decisión política”, afirmaron a este diario fuentes del municipio que conduce Jorge Paredi. La medida alcanza a locales, pero también a puestos en los paradores o la costa donde no pueden abrir más allá del atardecer.
Por el contrario, la práctica de pesca y deportes son atracciones principales. Gran cantidad de quienes andan por estas playas llegan con sus cañas en el techo de sus automóviles y el equipo necesario para ir detrás de algunas buenas piezas. Ahora es tiempo de corvinas. Si son de la variante negra, mejor, como las que salieron esta semana, con tamaños de hasta 15 kilos. Y la sorpresa en estas horas es el regreso de los lenguados, que habían abundado en primavera.
En la laguna el kayak, las tablas de stand up paddle para avanzar a puro remo y el kite surf, favorecidos por una pista bien ancha y sin olas y los muy buenos vientos cruzan ese mágico lugar que es La Boca, como le llaman al accidente geográfico donde coinciden la laguna y el mar.
“Después de la pandemia vinimos un fin de semana con amigos y casi no había gente en las playas, nos enamoramos del lugar y ahora volvimos en plan de vacaciones”, explica Daniel Dellacha, de Capital Federal, con su esposa y tres hijos de 9 a 14 años. “Los pibes andan solos de acá para allá, dejás las bicicletas en el parque, es otro mundo”, detalla a LA NACIÓN.
A diferencia de otras localidades del frente marítimo bonaerense, no hay edificaciones de altura de cara al mar. Allí predominan los médanos y unas cuantas casas, la mayoría de los pioneros que apostaron a este balneario cuando era una gran superficie verde con laguna y playas.
Desde el municipio confirmaron a LA NACIÓN que se trabaja en un nuevo Código de Ordenamiento Territorial y que para proyectos de desarrollos interesados en esta localidad balnearia se buscaría privilegiar zonas más próximas a la ruta 11.
“No hay mucho más para hacer que disfrutar de playa, correr, caminar, pasear y comer algo rico”, detalla Soledad López, de Santa Fe, con esposo, un hijo y una sobrina, de vacaciones en una casa que alquilaron a tres cuadras de la playa. “Para los que vivimos todo el año en un departamento esto es un sueño”, argumentó sobre la opción de lotes despejados que rodean el inmueble y la cercanía con el mar.
Hay alternativas para alojarse en campings, que en esta época tienen su máximo nivel de ocupación. Y casi no existe el formato tradicional de paradores y balnearios. El alquiler de sombra, que ocupa gran parte de la superficie de arena en destinos como Mar del Plata, Miramar o Pinamar, tiene una oferta mínima en estas playas.
El desarrollo de un espigón, en cercanías de La Boca o Boca de Laguna, permitió durante los últimos años la recuperación de superficie seca y más espacio para instalarse sobre el frente de playas con sombrillas o carpas portátiles, ideales para protegerse del sol y la arena que vuela cuando los vientos paralelos a la costa hacen de las suyas.
La Laguna Mar Chiquita –tiene una homónima en Córdoba- desde 1996 está declarada Reserva Mundial de Biósfera por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (Unesco). El área protegida abarca más de 25.000 hectáreas y allí se identificaron más de 90 especies de animales, entre ellos peces, anfibios, aves y reptiles.
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