Verano 2024. Cuánto aumentó para los argentinos vacacionar en Punta del Este y Pinamar, rubro por rubro
LA NACION hizo un relevamiento comparativo de productos y experiencias en estos dos destinos, y lo contrastó con el del año pasado
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PINAMAR y PUNTA DEL ESTE (Enviadas especiales).— Hace ya tiempo que, en Pinamar, los valores de los alquileres están dolarizados. Este año se sumó la cotización de moneda extranjera en algunas mesas para las fiestas de Año Nuevo que, ante los desfasajes de precios, optaron por utilizar esos “valores de referencia” que se pesificaban al momento de abonarlos. Hace ya tiempo, también, que se incorporaron fiestas de blanco y buscan orientarse a un target a partir de los 35 años. Los paradores trabajan para acercarse al concepto de “beach club” que reina en Punta del Este e incorporaron los famosos sunsets. Sin embargo, la diferencia de precios persiste.
Mientras que en Pinamar una casa con tres dormitorios durante la primera quincena de enero cuesta alrededor de US$3000, en Punta del Este va desde los US$10.000 hasta cifras astronómicas como US$250.000, sobre todo en la coqueta zona de José Ignacio. No hay dudas: la oferta oriental quedó completamente relegada al alto poder adquisitivo, que no parece sentirse afectada por la disparidad de precios. Pinamar, en tanto, todavía logra conservar más opciones para todos los bolsillos.
Punta del Este
En Punta del Este, los precios no distan prácticamente de lo que fueron el último verano. Por recomendación de los principales operadores turísticos, los prestadores de servicios de alojamiento, restaurantes y demás proveedores mantuvieron -en pesos uruguayos o dólares- tarifas similares a las de hace un año. No obstante, en un contexto de alta inflación acumulada y desplome del peso argentino, el verano esteño igual se volvió tres veces más caro para los argentinos en Uruguay.
En esta ciudad balnearia, nada es con pesos: solo dólares o tarjeta de crédito. El tipo de cambio de peso argentino a dólar en Uruguay está a $2600. En definitiva, para acceder a un peso uruguayo se necesitan al menos 26 pesos argentinos, lo que se aleja mucho de los 8 pesos que se necesitaban el último verano para la misma operación. Así lo establece el Banco República, que marca el termómetro de las cotizaciones en el país.
Pese a la brecha, más de 105.000 argentinos cruzaron la frontera y no parecen haberse intimidado con los precios del este. En línea con lo que pasó el último verano, los turistas de alto poder adquisitivo coparon las playas en Uruguay, donde también se notó un fuerte ingreso de brasileños y, en menor medida, de estadounidenses y europeos.
Los principales restaurantes y paradores están repletos. En íconos esteños como La Huella, en José Ignacio o I’Marangatú, en la Punta, y en más novedosas propuestas como Tres o El Café de la Mansa Zunino, las filas son larguísimas y se vuelve difícil conseguir mesa. Con esto en mente y alertado por la situación cambiaria argentina, el gobierno uruguayo volvió a implementar algunas condiciones en favor de los turistas extranjeros, como la devolución del 9% del IVA en gastronomía y alquiler de autos, y la tasa cero en hotelería. La estrategia, advierten, es atraer a la mayor cantidad de personas que históricamente fueron público esteño.
El peso uruguayo con respecto al dólar estadounidense, a diferencia del argentino, ha tendido a mantenerse sólido. Lo suficiente como para incluso ganarle unos centavos a la moneda extranjera y conseguir una cotización por debajo de los 40 pesos contra un dólar, lo que ha vuelto a Uruguay -con un 4,3% de inflación anual- en un país con precios más caros en la divisa estadounidense.
La vida nocturna en Punta del Este se reconfiguró especialmente con la pandemia. Todo se mueve en concepto de fiesta. Las entradas difícilmente se consiguen por menos de US$100 —solo por cruzar el umbral de la puerta—, por lo que los precios en Punta del Este se asemejan a los que se encuentran en destinos como Nueva York o Miami, en Estados Unidos.
Pinamar
En Pinamar, en cambio, los precios sí cambiaron respecto del año pasado. Con una inflación acumulada en 2023 que se configuraría en torno de un 204% y 219%, según proyectan las consultoras privadas, dado que el dato oficial de diciembre se publicará el próximo jueves, algunos valores se actualizaron mientras que otros superan esas cifras.
Marcada por la incertidumbre del año electoral, gastronómicos, hoteleros, dueños de paradores y habitués de esta ciudad coinciden en que esta temporada empezó demorada. Y la dinámica cambió, ya nadie viene una quincena completa, las estadías son más cortas y sobre todo, escapadas. Pese a que la ocupación, según el último informe del Observatorio Turístico y Económico de la Secretaría de Turismo y Económico del municipio, alcanza el 83% y aumenta en los fines de semana, todos coinciden en que el impacto económico se da en el consumo.
“Desde los 10 años que ando vendiendo. Hace 23 que hago temporada y esta, para mí, es la más floja. La gente cuando le decís los precios te contesta: ¿qué? Y no compran. Yo no los aumento, subieron tres veces en el año, el helado de crema estaba entre $600 y $800, y hoy empieza en $3000″, dijo a LA NACION Natanael Rioa, con su heladerita al hombro.
Los demás productos playeros tampoco se salvaron. El choclo pasó de $500 a $2000, un 300% más que el año pasado mientras que la docena de churros aumentó de $1300 a $5000, un 285%.
Familias que antes pagaban una carpa hoy resignaron ese gasto. Los precios varían dependiendo del balneario, el alquiler por día ronda los $40.000, aunque puede ascender hasta los $70.000 en paradores más exclusivos. La sombrillas se consiguen por $20.000, mientras que el año pasado promediaban los $9000.
El mayor recorte, según coindicen, se da en gastronomía. Un almuerzo en un parador varía entre $9.000 y $13.000, pero es difícil cenar por un valor menor a los $25.000 por persona.
Los alquileres, en tanto, según dijeron fuentes inmobiliarias, se mantuvieron, aunque cada vez es más difícil conseguir opciones en pesos. “La variación de precios para los alquileres que cotizan en dólares se siguen manteniendo similares a la temporada anterior, tanto para casas como departamentos, en su gran mayoría. Para los casos que están siendo alquilados en moneda nacional los valores parten de un mínimo del doble de la temporada pasada, producto de la inflación que ha sufrido el país”, dijo a LA NACION Matías Meliá, de la inmobiliaria C21 Kozuszok.
Este año, aunque no llegaron a comercializarse en dólares, las mesas en Año Nuevo tomaban esa moneda de referencia. En UFO las últimas llegaron a cotizar US$1.300, mientras que en Boutique variaban entre US$500 y US$1.000 que se pesificaban el día que se abonaron.
Las entradas para el resto de la temporada, en tanto, en el parador Boutique varían de $4.000 a $6.000 y en UFO entre $8.000 y $10.000. En Pink aún mantienen la diferencia, en puerta las mujeres pueden acceder por $4.500 mientras que los hombres, $5.000. Ambas incluyen una consumición. Sumaron, además, según indicó Gustavo Palmer, histórico hombre de la noche pinamarense, otras estrategias: “Implementé los combos para traccionar. Son para entre seis a ocho personas. Entrego dos precintos vip y con bebida cerradas. En el caso de vodka con tres energizantes, a $35.000. Champagne con entrada para cuatro personas y 2 vips, sale $20.000″.