Variante delta: lobo, ¿está?
La enfermedad cardiovascular es la causa número uno de muerte en el mundo. Y a pesar de que un estilo de vida sano y el tratamiento de los factores de riesgo disminuyen hasta un 80% los eventos cardiovasculares, la mayor parte de la gente no cumple los requisitos básicos. Esto ocurre por factores tan diversos como el sesgo optimista que tiene la mayoría de las personas –no piensan que eso les ocurrirá a ellos–. Podemos extrapolar la falta de una cultura de prevención al momento actual de la pandemia. Mi argumento es que debemos prepararnos para el efecto de una potencial diseminación de la variante delta, pero en un mundo de fugitivos quien corre en el sentido opuesto parece que huye. Como decía el presidente Eisenhower, los planes no sirven, pero planificar es indispensable.
La palabra “delta”, intercalada con “elecciones”, es la que más se repite en los medios. Pero la sensación es que no se sabe, o es preferible no saber, qué puede ocurrir con esta variante del coronavirus. ¿Hay alguna posibilidad de que no se disemine en la Argentina y de que no genere un aumento significativo de contagios?
"Que la variante delta no se diseminara en nuestro país sería excepcional"
Hasta ahora sabemos que la delta ha reemplazado a la previamente predominante en decenas de países, que es mucho más contagiosa que las previas, que es más resistente a la inmunidad adquirida con las vacunas y que afecta aun a los vacunados con dos dosis generando una alta carga viral por lo que estos, a su vez, pueden contagiar a otras personas. El matafuego no impide que el auto se incendie, pero puede evitar que la pérdida sea total.
Que la variante delta no se diseminara en nuestro país sería excepcional. Una cantidad de factores influyen sobre a qué ritmo ocurre esto, pero recordemos que en el Reino Unido le llevó pocos meses en ser responsable por el 90% de las infecciones y en los Estados Unidos., donde se detectó por primera vez en marzo, pasó de representar menos del 5% de las infecciones a comienzos de mayo para llegar al 99% a fines de julio. Una diferencia importante es que, en Israel, Reino Unido y EE.UU. la delta encontró poblaciones donde prácticamente no había diseminación viral. Por el contrario, en América Latina la variante ha encontrado una población donde aún hay una importante circulación viral en la mayoría de los países. En una analogía, será más fácil para una chispa generar un incendio de proporciones en un bosque que está intacto que en otro que ya haya sufrido múltiples incendios y por lo tanto tiene secciones más limitadas donde el fuego puede propagarse. En la mayoría de los países afectados, el brote por variante delta duró curiosa y consistentemente dos meses. Pero el ascenso de la variante delta hasta el pico del brote fue más lento en países como India, Indonesia y Tailandia que tenían un peor control de la pandemia. ¿Suena familiar?
El desafío es mayor porque no solo se debe progresar rápidamente con la proporción de personas que tengan dos dosis de la vacuna, sino que ya debemos pensar en refuerzos de la vacunación. Varios estudios sugieren que la inmunidad de las vacunas disminuye entre 6 y 9 meses después de recibida la segunda dosis. Hacia fines de año deberíamos comenzar a dar refuerzos priorizando a personas que completaron su vacunación en marzo y especialmente a los mayores de 75 años, personal de salud, cuidadores de enfermos y trabajadores de geriátricos, personas con alteraciones inmunológicas y a los que recibieron la vacuna Sinopharm. Al ritmo actual de 400.000 aplicaciones diarias, recién el 25 de octubre llegaremos a tener un 70% de la población con dos dosis.
Un estudio en un millón de vacunados comparados con unas 245.000 personas sin vacunar en Bahrein resulta de especial interés porque en ese país se usaron las mismas vacunas que en la Argentina. Los que recibieron la vacuna china Sinopharm tuvieron una proporción de infectados más de tres veces mayor que con las otras vacunas. Este dato sostiene lo ya observado en varios países árabes, Vietnam, Indonesia y Camboya donde han discontinuado el uso de la vacuna Sinopharm o han administrado una tercera dosis de refuerzo con la misma vacuna u otras. Debe quedar claro: Sinopharm es menos efectiva que otras vacunas en impedir que los vacunados se infecten, pero sí es efectiva en evitar que la enfermedad sea severa.
"Al ritmo actual de 400.000 aplicaciones diarias, recién el 25 de octubre llegaremos a tener un 70% de la población con dos dosis."
Entonces, ¿qué podemos hacer para evitar un aumento en los contagios y muertes como el que causó el brote de gamma –Manaos– en mayo?
Lo primero que se debería haber hecho es cerrar el interminable brote actual. Los contagios se mantienen en los miles diarios y las muertes por encima de 100 por día. En comparación, Uruguay, que ha vacunado al 70% de su población con dos dosis y casi el 10% con una tercera de refuerzo, a pesar de que llegó a tener una mortalidad por millón mayor a la India, hace semanas que cuentan los contagios en poco más de 100 por día y tiene menos de 10 muertes diarias desde julio –destacable aun considerando que tiene una población 13 veces menor a la nuestra–.
En segundo lugar, deberíamos aumentar la secuenciación de los virus en contagiados para medir confiablemente el crecimiento semanal en la proporción de infectados por la variante delta. Por el bajo nivel de evaluación realizado, la cantidad de afectados por esta variante ya debe ser muy superior a la informada.
En tercer lugar, deberíamos preparar una campaña de testeo rápidos. Estos testeos revelan con alta precisión si una persona está infectada y en período de diseminación viral, es decir, si es contagiador. En esta variante es más valioso detectar al que contagia que es lo que hace el testeo de antígeno mejor que la PCR ya que esta diagnostica infección aun en personas que están fuera del período de contagiar a otros.
¡Estamos en el puesto 99 de testeo, entre Perú y Gabón! Quizás la urgencia pueda esta vez contra los intereses económicos sectoriales y se permita el acceso libre a la compra de testeos rápidos para que sean usados ampliamente. El testeo en forma semanal es una forma simple y no costosa de mantener el virus controlado aun sin vacunación suficiente.
Por último, en ocho meses no hemos alcanzado un ritmo de vacunación que asegurara tener para hoy dos dosis en por lo menos la mitad de la población. Y no es verdad que esta sea “la pandemia de los no vacunados” ya que, si bien son los más afectados, la evidencia en el resto del mundo ha mostrado que también los vacunados se infectan. Si vacunáramos como nuestros vecinos Uruguay y Chile que tienen aplicadas 160 y 150 dosis por cada 100 personas respectivamente, deberíamos estar aplicando más de 600.000 dosis diarias (nosotros tenemos aplicadas 95 dosis cada 100 personas). La efectividad de una proporción mayor de vacunados es tan significativa como lo refleja el mucho menor índice de hospitalizaciones y muertes en Canadá con 68% de vacunados comparado con EE.UU. con un 51%.
"En ocho meses no hemos alcanzado un ritmo de vacunación que asegurara tener para hoy dos dosis en por lo menos la mitad de la población"
Lo más importante para decir sobre los casi siete millones de dosis de diferencia entre las distribuidas y aplicadas es que si las recibieran siete millones de personas que tienen una dosis, entonces en los pocos días que debería llevar aplicarlas tendríamos 15% más de la población vacunada. Si esto no ocurre, por lo menos deberíamos saber dónde está cada una de esas dosis.
Con una vacunación y un testeo limitados, las medidas más efectivas contra la variante delta serán las que tomemos las personas para nuestra protección con barbijos, distancia e higiene. El Instituto de Métricas de la Universidad de Washington estima que desde ahora hasta diciembre pueden morir 100.000 personas en los EE.UU. y que este número se podría reducir a 50.000 solamente con el uso universal de barbijos y otras medidas físicas. Alemania tiene una proporción de vacunados similar a los EE.UU. sin embargo, la mortalidad es 15 veces menor que en ese país y esto se atribuye a que cumplen mejor las medidas físicas e higiénicas.
¿Tiene sentido o importancia llamar la atención y prepararnos para la diseminación de la variante delta? La respuesta es que tiene mucho más sentido que pagar un seguro contra incendio en nuestra casa o contra destrucción total del auto. Adaptando la sentencia popular, ignorante es el que toma medidas sin conocer la evidencia, pero tonto es el que toma medidas ignorando la evidencia. Se dice que las civilizaciones pueden sufrir fuertes impactos cuando no ven venir una amenaza, cuando la detectan, pero no hacen nada o cuando la advierten, pero hacen lo equivocado.
Espero que seamos parte de un cuarto grupo que hace lo correcto.
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