Vandalizaron la estatua de Gaturro y Nik pidió que vuelva a ser emplazada: “No pueden ganar los intolerantes”
La imagen del famoso gato estuvo, desde el viernes, en la esquina de Belgrano y Azopardo; sin embargo, el domingo tuvo que ser retirada debido a los daños; “Son 20 o 30 que mezclan la política con querer llamar la atención”, dijo el historietista a LA NACION
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El viernes pasado, la estatua de Gaturro, el popular gato creado por Nik, regresó a la esquina de Belgrano y Azopardo, donde forma parte, junto con otros personajes distribuidos por la ciudad, del Paseo de la Historieta. El muñeco había sido retirado el año pasado de ese mismo lugar tras haber sufrido diversos actos de vandalismo. “No pueden ganar los intolerantes”, aseguró el historietista en diálogo con LA NACIÓN y resaltó: “Son muchos más los que quieren poner cosas lindas que los que quieren destruir”
Es que la historia de agresión contra la estatua se repitió pero con mayor intensidad. Un grupo de personas se acercó al lugar para pintarrajear, dañar y dejar irreconocible la estatua, a tal punto de que el día domingo debió ser retirada en un camión por empleados de Cultura de la Ciudad. Habían pasado tan solo dos días de su emplazamiento en el lugar.
Además, el acto de vandalización que sufrió el personaje fue difundido y seguido casi en simultáneo por las redes sociales, donde diversos usuarios publicaron las imágenes de los malos tratos que iba recibiendo Gaturro a lo largo de las horas. “Vandalización hay siempre en Buenos Aires, pero lo que pasa con Gaturro es muy notable porque se arma toda una movida en las redes”, dice Nik, al hablar del hecho, en una charla con LA NACION.
“No fueron más de 20, 25 chicos organizados, de entre 17, 18, veintipico, 30 años, que se toman esto como un plan; mezclan la política con querer llamar la atención y se suben a esta onda en la que Gaturro se convirtió en una especie de meme, o ícono cultural”, agrega el autor del personaje.
El creador del travieso e ingenioso gato que se publicó por primera vez en 1993, no paró de crecer y llegó en 2013 al Paseo de la Historieta, trata de encontrar el lado positivo del accionar vandálico que terminó con la estatua destruida en menos de 48 horas. “Estoy sorprendido y triste al ver que se vandaliza así el espacio público, pero por otro lado contento y honrado como autor que empezó de abajo y que llegó a tener un personaje tan popular y tan masivo que es tendencia en las redes y que todos lo conocen y lo quieren ver, aunque sea para pintarlo”, dice el humorista.
Para evitar que la estatua fuera vandalizada, esta vez quienes la colocaron en la mencionada esquina de la Plaza Juan Domingo Perón pusieron alrededor de ella unas vallas de madera que, por lo que se vio, no resultaron eficaces para contener a los vándalos. Por ello, Nik plantea una idea más creativa para poder poner un freno a quienes quieran destruir a su personaje.
“Me gustaría que la estatua de Gaturro se convirtiera en un lugar de encuentro, donde los chicos puedan pintar la escultura y poner ahí mensajes lindos. Con el tiempo es una forma de parar el vandalismo; las personas que lleguen para hacer daño van a encontrarse con la estatua pintada de linda manera. Son muchos más los que quieren poner cosas lindas que los que quieren destruir”, explica el dibujante.
Nik arriesga en su charla que muchos de los chicos que hoy hacen pintadas obscenas o dejan mensajes agresivos sobre Gaturro son los mismos que han jugado en Mundo Gaturro, “que es el mundo virtual más conocido de habla hispana”, dice.
Para señalar la inmensa popularidad que tiene el personaje, que fue retirado completamente desfigurado el domingo de su lugar en el Paseo de la Historieta, puede decirse que, esta semana, los libros de Gaturro alcanzaron los 12 millones de ejemplares vendidos, convirtiéndose en el personaje más popular de Sudamérica, según expresó el propio autor en un posteo en su cuenta de Twitter.
“La grieta termina ensuciando un montón de cosas”
“Gaturro es un personaje querido y buscado por los chicos, las madres y los colegios para que los niños empiecen a leer; y también lo es para los que quieren hacer daño, que son menos pero más ruidosos y saben cómo provocar”, dice Nik, que añade a este fenómeno del vandalismo la influencia de la política: “La grieta a veces termina ensuciando un montón de cosas que están bien y son productivas. Gaturro es una tira limpia, que es querida por la mayoría”.
En este punto, el autor de Gaturro, que ha sido muchas veces crítico al kirchnerismo, hace una aclaración: “Pensar distinto no vale que te hagan una tumba como diciendo que te mataron. Es una actitud intolerante, fascista y lo que no podemos tolerar son los intolerantes o los mensajes antisemitas”. Nik hace referencia aquí a algunas inscripciones que se realizaron sobre su personaje y también a lo que pasó luego de que lo retiraron, cuando, a modo de ironía, alguien puso en lugar del personaje una lápida.
Mientras que la estatua de Gaturro, que fue realizada por Brian Bruhn y Raúl Piccolotto, descansa en un depósito y a la espera de que Cultura de la Ciudad defina su destino, Nik explica por qué Gaturro debería regresar al Paseo de la Historieta: “Si se saca es un mensaje muy feo. Me parece un mal mensaje, como diciendo: ‘Ganaron los vándalos’. Ganan 20 personas contra toda una sociedad”.
Por ello, el autor de Gaturro insiste en que la estatua vuelva al espacio público, para que sea “comunitaria”, para demostrar “que se pueden pintar cosas buenas sobre las inapropiadas”. Y agrega: “Recibo una mayoría de mensajes de mamás angustiadas por esto; mis hijas están angustiadas. Es un mensaje feo, por eso estoy tratando de darle un mensaje positivo”.
“A la mayoría los entiendo”
El humorista añade también que aquellos que vandalizan “hacen bardo con esto de que yo copio chistes, que es una leyenda urbana que arman en las redes para perjudicar a los que piensan distinto”. En ese sentido, el autor aclara: “Cualquier dibujante de historieta te puede decir que, cuando vos tenés más de 30 años de carrera y tenés miles de trabajos publicados, siempre vas a tener cosas que se parezcan a algo, porque todo está hecho. Con ese argumento tratan de desacreditarme cuando es algo natural que puede pasar en la música, la historieta y la literatura”.
Nik, que empezó a dibujar a los 10 años y hace 30 años que trabaja en el diario LA NACION, se pone por un momento en la piel de los jóvenes que vandalizaron a su creación y asegura: “Si yo tuviera 18 años y existiera un Gaturro también estaría yendo a pintar con un aerosol. A la mayoría los entiendo, porque yo también fui disruptor, es parte de la naturaleza humana”.
Pero, a su vez, el humorista define límites: “Creo que están confundidos y equivocados porque no se puede agredir. Tenemos ideologías distintas pero podemos convivir”.
Finalmente, deja una reflexión: “Gaturro es como un hijo que creció y ya es independiente. El personaje es de ellos, ellos tienen que crecer y estoy seguro que van a ser grandes personas. Algunos incluso me mandan por redes dibujos con Pijurro -un personaje que surgió de la alteración de Gaturro- y yo los incentivo a que armen sus propias historietas”.
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